Nació el 22 de enero de 1921 en Villa Sucre, corregimiento de Arboledas.
Sus padres fueron Ibero Leonardo Villamizar y Adela Buitrago, en Arboledas estudió la primaria y parte de la secundaria, terminó sus estudios en Bucaramanga donde ejerció por varios años la docencia.
En Cúcuta dirigió la biblioteca Luís Pérez Ferrero durante más de 15 años. Perteneció al Colegio de Periodistas Norte de Santander y Academia de Historia del departamento.
Recibió innumerables reconocimientos, entre ellos, Honor al mérito de la Alcaldía de Durania, Legión de María (Pamplona) Sociedad de Mejoras Públicas (Cúcuta) Instituto de Cultura y Bellas Artes Norte de Santander y premio como Mujer Destacada de la Unión de Ciudadanas de Colombia (1981).
Ocupó primer lugar con el poema Torcoroma en los Juegos Florales de Cúcuta (1956) en el concurso abierto de poesía de la revista Cromos (Bogotá) y premio nacional en Zipaquirá (Cundinamarca) con el poema Mater Admirabilis, finalista en el concurso internacional Carabela de Plata en Barcelona (España) La revista Antología Hispanoamericana publicó sus obras La Rama Estéril y Un Día la Carta dijo. El ministerio de educación publicó su libro Cántaros de Greda.
Falleció el 30 de enero de 1991 en Cúcuta (Colombia).
"No moriré del todo. Cuando pase al otro lado del espejo,
como un cable tendido en el abismo
se quedarán mis versos.
Con ellos volveré y cuando alguien
abra los frágiles cuadernos
que llené de palabras
estaré viva en ellos".
POEMA HÁGAME UNA CARTA
Una sola puerta da paso al olvido
y a la remembranza;
puerta de oficina que el teclear monótono
sobre el cauce seco de la calle vacía.
Un roído estante con sabor a escuela
( el abecedario los destinos marca)
es para el que pasa de ilusión promesa
porque cada sobre guarda una esperanza.
Un viejo en la puerta
temeroso aguarda
a que se apacigue y no salte en el pecho
éso que ignoramos si es músculo o alma.
Es un campesino de los nuéstros, de esos
cíclopes de grava,
titanes de un siglo de dioses caidos,
atlas que sostienen en hombros la patria.
Tímido y valiente como son los hombres
de pico y azada,
por quienes los bosques florecen laureles
y la tierra misma se plasma en medalla.
"Señorita" -roto su dique de angustia-
la pregunta ansiosa de su boca escapa
como torbellino:
"Pa Olegario Montes haberá una carta...?
Revuelan -pichones implumes- las manos
que el temblor acusan de loca confianza
y ya la baranda conoce la fuerza
con que esas dos manos estrujando hablan.
Hace mucho tiempo que viene al correo
con la misma pena pintada en la cara:
maduró de uvas un cerco en sus ojos,
le quemó en el pelo la ilusión su llama;
y al ver que pregunta sabiéndolo inútil,
y al ver esa mueca que crispa su cara,
y al saber que por hombre no llora
a la señorita se le parte el alma.
Ya sabe su historia,
la ha escuchado a trozos semana a semana;
cada vez que él viene, va dejando un poco
de su propia vida vacía y amarga.
conoce el secreto de su hogar deshecho:
cuatro hijos que fueron dejando la casa,
la parcela alegre que les dio sus pechos
de nodriza negra cariñosa y mansa.
El mismo camino los llevó a los cuatro
la parvada alegre desplegó las alas,
mas fueron ingratos
y ninguno quiso volver a casa;
ni mandar un mensaje a los viejos
para que supieran de su estrella clara
-un mensaje que hubiera tornado
su tarde en mañana-.
Y la soleada casa en que nacieron
se volvió una tumba ruinosa y opaca,
que a la pobre vieja la embrujó la pena
y es frente a la muerte vacilante llama.
El rostro del viejo se surcó de brechas,
se blanqueó la cabeza y la barba
para darles lo que él nunca tuvo,
para izar el pendón de su raza;
porque no siguieron pegados al surco,
porque fueran señores mañana...
Y lo fueron: ganaron la cima.
Dos se hicieron médicos y lo son de fama;
de abogado hay uno que pica por lo alto
y otro es ingeniero. ¡Son hombres de talla!
Pero pobrecitos
son dignos de lástima....!
Se olvidaron del campo, su cuna,
con esfuerzo digno de una buena causa;
de los árboles que ellos sembraron
y dieron semillas para nuevas plantas;
del agua que vieron alzarse en vapores
y caer en forma de lluvia o escarcha;
de los cafetales en flor, donde iban
a buscar pomarrosas y guamas
y de los potreros en donde corrían
cerreros muletos en pelo y al anca,
de los guardias fieles
sus perros de caza;
de los gallos de riña que eran
orgullo del taita
. Se olvidaron del viejo labriego
de la pobre anciana desesperanzada.
Pobrecitos hombres...
son dignos de lástima....!
"Señorita , busté que es tan léida
hágame una carta
que paresca que es echa de éllos
y creiga la vieja que ésos se la mandan.
Yo solo, me aguanto,
pero es que la pobre ya desta no pasa,
y yo quiero llevarle consuelo
mas que sea engañándola.
Ya otras veces he echo lo mesmo
para que el abandono no me la matara,
pero ora se muere y ésta ya es la última...
ya naide la puede sacar de la cama.
Que le diga qellos tan muy ocupaos
y que los perdone por tanta tardanza;
que ya pronto vienen,
que se ponga buena pa éllos llevarla;
y endespués...."
En océanos de llanto
los ojos naufragan,
y es estrecha la cárcel del pecho
para éso que salta,
que se anuda al cuello
y que nadie sabe si es músculo o alma.
Escrito por:
OFELIA VILLAMIZAR BUITRAGO
Interpretado por:
EL INDIO RÓMULO
cucutanuestra@gmail.com