PRECURSORES Y PERSONAJES DE NUESTRA INDEPENDENCIA / manuel_del_socorro
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BIOGRAFÍA
Periodista e intelectual cubano (Bayamo, abril 3 de 1758 - Santafé de Bogotá,
junio 3 de 1819). Considerado el iniciador del periodismo en Colombia, Manuel
del Socorro Rodríguez de la Victoria quedó huérfano a muy corta edad, y le
tocó hacerse cargo de sus dos hermanas y de su madre; ejerció, entonces, el
magisterio, la carpintería y la talla de madera, oficios todos aprendidos de su
padre. A estas labores sumó el estudio, por su cuenta, del dibujo, la pintura,
el arte de la caligrafía y las humanidades, por las que sintió una verdadera
pasión; leía y escribía cinco horas diarias, quitándole tiempo al descanso.
Su dedicación fue recompensada en octubre de 1778, cuando obtuvo el título de
aptitud y, un tiempo después, en 1784, pudo trasladarse a Santiago de Cuba. Allí,
después de ser examinado en humanidades, en 1789, consiguió una pensión anual
de 180 pesos otorgada por la Corte. En Santiago de Cuba, Rodríguez conoció y
trabó estrecha amistad con el gobernador de la isla, brigadier José de
Ezpeleta, nombrado en 1789 virrey de la Nueva Granada. Invitado por el nuevo
mandatario a acompañarlo a la Nueva Granada, Rodríguez aceptó. Llegó a
Santafé de Bogotá el 18 de octubre de 1790, e inmediatamente, el 25 de ese
mes, fue nombrado bibliotecario público de la Real Biblioteca de Santafé de
Bogotá, con una asignación anual de 400 pesos; Rodríguez ocupó este cargo
hasta su muerte. Vivía pobremente, en un cuarto que adecuó como vivienda en la
misma Biblioteca, y desde su posesión se dedicó a recontar, inventariar y
reorganizar los fondos bibliográficos, y a profundizar y escribir sobre los
temas que le interesaban. A1 poco tiempo de estar viviendo en la capital del
Virreinato, Rodríguez fundó, junto con algunos caballeros y damas de la clase
alta, la tertulia Eutropélica, en la que además de dar a conocer sus escritos,
se estudiaban diversos temas relacionados con las humanidades. De allí nació
la idea de fundar el Papel Periódico de Santafé de Bogotá, con el cual se
inició formalmente el periodismo en Colombia. El semanario vio la luz pública
el viernes 9 de febrero de 1791 y, sin interrupción, aparecieron 265 números
de ocho páginas, en formato de octavo, hasta el 6 de enero de 1797. Su dirección
y edición siempre corrió a cargo de Rodríguez. Inicialmente fue hecho en la
imprenta de Bruno Espinosa de los Monteros, posteriormente, en la Imprenta Patriótica
de Antonio Nariño, y en 1794, debido al destierro del Precursor, volvió a la
Imprenta de Espinosa. Pese a las dificultades técnicas, económicas y de
distribución, el periódico fundado por Rodríguez fue un importante canal de
expresión de los granadinos y, en especial, de los santafereños. Allí
escribieron algunos de los más connotados próceres: Antonio Nariño, Francisco
Antonio Zea, Francisco José de Caldas, entre otros. La temática abordada por
el semanario fue diversa: la vida cotidiana y social de las colonias, el rescate
de ciertos valores literarios coloniales como el poeta Hernando Domínguez
Camargo, la actividad militar y civil de la metrópoli y sus posesiones, los
desarrollos de la ciencia y el saber. Allí, por ejemplo, publicó José
Celestino Mutis, aunque incompleto, "El Arcano de la Quina", su más
connotada obra científica, y Pedro Fermín de Vargas, su estudio sobre el
guaco.
Tiempo después, a solicitud del virrey Antonio Amar y Borbón, Rodríguez creó
un nuevo periódico: El Redactor Americana, de distribución quincenal, cuyo
primer número apareció el 6 de diciembre de 1806, y que se publicó sin
interrupción hasta el 4 de noviembre de 1809. El Redactor contó con un
suplemento: El Alternativo al Redactor Americano, que se publicó mensualmente
desde el 27 de enero de 1807 hasta el 27 de noviembre de 1809. En estos dos periódicos
Rodríguez pudo realizar, parcialmente, un viejo sueño: la creación de una
Biblioteca Americana, con el fin de reunir en ella a los escritores criollos,
como una demostración de que las letras y las artes prosperaban en el país, y
de que sí había un conjunto representativo de estas disciplinas, cosa que los
más escépticos negaban. Tanto en el Redactor como en el Alternativo, Rodríguez
publicó artículos que, además de dar a conocer a toda una generación de
criollos cultos, interesados en tomar las riendas de las colonias y capaces de
discernir sobre diferentes aspectos, mostraran la existencia de un profundo
americanismo, generado no sólo por los conceptos contra el conde de Buffon y el
abate Cornelio de Pauw, sino por los avances científicos conseguidos en América.
Rodríguez también se preocupó por dar a conocer las diferentes regiones del
virreinato y parcialidades americanas, en aspectos tales como la cultura, la
economía y la administración. Así, informó acerca del desenvolvimiento de
las rebeliones negras en el Caribe: Jamaica, Haití y las Antillas; dio cuenta
de la fracasada expedición libertadora de Francisco Miranda a territorios
venezolanos; y publicó un discurso de Pedro Fermín de Vargas (en ese momento,
ya en el destierro), titulado "Sobre el estado actual del Río
Magdalena". Por otra parte, el Papel Periódico, como El Redactor y el
Alternativo, informaron de sucesos culturales de importancia universal: el
desarrollo de las revoluciones francesa y norteamericana, las primeras
discusiones registradas en Inglaterra para abolir la trata negrera, y las
acciones de Napoleón en Europa y particularmente en España. Algunos de estos
temas eran verdaderos "tabúes"; sin embargo, Rodríguez tuvo la
astucia suficiente para burlar la estricta censura y para que tales asuntos no
aparecieran como peligrosos a los intereses de la Corona. Muchas veces llegó a
presentarlos en detalle y, en la medida de las circunstancias, de la forma más
completa, contribuyendo así a formar la opinión pública neogranadina en un
clima proamericanista y prerrevolucionario.
Como muchos de sus contemporáneos, Manuel del Socorro Rodríguez era un
convencido de la necesidad del desarrollo de la agricultura y el comercio de las
colonias. En sus ensayos, luego de una juiciosa reflexión sobre el clima y las
diferencias de América y el trópico frente a Europa, afirmaba que el Nuevo
Continente era un mundo lleno de posibilidades, pero había que sacarlo de ese
aire de fábula, ficción y misterio en que lo había envuelto el
Descubrimiento. Rodríguez analizó, con lujo de detalles, la incorrecta política
de E.spaña frente a sus colonias, pues en su afán de extraer metales
preciosos, no había promovido la explotación de sus infinitos recursos
naturales. Pero donde Rodríguez fue más incisivo, fue en criticar la forma
como la metrópoli había adelantado la conquista y colonización. En su
concepto, tales procesos habían prácticamente arrasado con las importantes
culturas indígenas que allí había; a ello habían contribuido la religión y
las ansias de fortuna de los conquistadores. No obstante, así como supo ver lo
negativo de la invasión europea, Rodríguez también analizó por qué ésta
había sido posible: por las luchas entre los diferentes grupos indígenas y la
superioridad en armamento y estrategias. Así mismo, criticó la esclavitud y la
trata negrera. A1 igual que la mayoría de los criollos cultos y algunos
europeos de la época, Rodríguez abogó por un "redescubrimiento" de
América, que implicaba la revaloración y reinterpretación de los indígenas
americanos y su cultura, como de la historia general del Nuevo Continente. Para
ello había que iniciar un proceso de salvamento de 1os vestigios culturales aún
existentes, el cual no sólo consistía en rescatar lo estrictamente material,
sino también lo espiritual; había que constituir un museo de lo americano,
establecer cátedras de Historia de América, y conformar una gran enciclopedia
americana, cuya base debía ser, al igual que la Enciclopedia de los filósofos
ilustrados franceses, un Diccionario Metódico. Todo ello, liderado por la
intelectualidad americana.
Manuel del Socorro Rodríguez no fue sólo el primer periodista que tuvo el país,
sino un verdadero intelectual que promovió el conocimiento de lo propio
mediante el estudio de la antropología, la arqueología, la lingüística y la
historia. Luego del grito de Independencia, el 20 de julio de 1810, la situación
económica de Rodríguez se complicó, pues el nuevo gobierno dejó de pagarle
el sueldo de bibliotecario. Tuvo que vivir de la caridad pública, muy
especialmente de la ayuda de la familia de Manuel de Bernardo Alvarez y de Jorge
Tadeo Lozano. Inicialmente ejerció funciones de redactor de la Constitución
Feliz, órgano oficial de la Junta Suprema, y cuyo único número daba cuenta de
las novedades ocurridas en Santafé de Bogotá entre el 20 de julio y el 17 de
agosto de 1810. Más tarde, Rodríguez fue miembro del Colegio Electoral de
Cundinamarca y colaboró activamente en el gobierno de Antonio Nariño. En 1816,
con la reconquista española, Rodríguez se vio en serio peligro, pues podía
ser fusilado por su participación en los gobiernos rebeldes. Entonces, puso en
el recinto de la biblioteca un cuadro de Fernando VII, estratagema que lo salvó
de morir. A partir de ese momento y hasta su muerte, Rodríguez se dedicó a
cuidar la Biblioteca y a leer. Además de la ayuda económica que recibía de
las familias Alvarez y Lozano de Peralta, vendía sus dibujos para sobrevivir.
Sin embargo, murió en la pobreza y los habitantes de la capital tuvieron que
hacer colecta para su entierro [Ver tomo 1, Historia, pp. 215, 224-225; tomo 4,
Literatura, p. 59; y tomo 5, Cultura, pp. 18-19, 130, 177-179, 194 y 231].
JOSÉ EDUARDO RUEDA ENCISO
Bibliografía
HERNÁNDEZ DE ALBA, GUILLERMO y JUAN CARRASQUILLA BOTERO. Historia de la
Biblioteca Nacional de Colombia. Bogotá, Instituto Caro y Cuervo, 1977. HERNÁNDEZ
DE ALBA, GUILLERMO. "Breve memoria de don Manuel del Socorro Rodríguez,
bibliotecario de Santafé de Bogotá". Gaceta, N-° 19 (Bogotá, febrero
1978). Papel Periódico de la Ciudad de Santafé de Bogotá, 1791-1797. Ed.
facsimiliar en 7 Vols. Bogotá, Banco de la República, 1978. VARIOS. Los
periodistas de los albores de la República. Bogotá, Editorial Minerva, 1936.