A MODO DE «EDITORIAL (O ALGO ASÍ)».
«¿Dónde está el piloto?»
En la página 5-C de la edición del diario La Opinión del viernes 26 de mayo del 2006 apareció una noticia con este titular: Universidad de Pamplona goza de buena salud financiera.
Según la información, la Contraloría Departamental denunció un endeudamiento de dicha institución del orden de doce mil millones de pesos, y que el rector encargado refutó a la Contraloría General de Norte de Santander aduciendo, entre otros, que: En el 98 los activos (de la Universidad) estaban en $14.000 millones y en el 2006 llega (sic) a $132.000 millones.
Si no recuerda mal «el suscrito» Director, el tal 98 es el año del último siglo del milenio pasado en el cual, de una patada o un «plumazo», en la Universidad de Pamplona sepultaron el derecho de sus estamentos académicos a darse su Gobierno. Pues, si no recuerda mal «el suscrito» Director, ese año se nombró al actual rector de esa institución sin que sus estamentos académicos hubiesen sido consultados, y su continuidad durante más de nueve años jamás le ha sido consultada a los mencionados estamentos.
Diecisiete meses después de que La Opinión publicara esa denuncia, no se sabe en qué paró ese rollo. Los lectores quedaron sin saber si fue nocivo o saludable para dicha institución ese endeudamiento, ni en qué se invirtió ese monto nada despreciable, ni cómo en ocho años crecieron en 941% los activos.
El lunes 17 de septiembre de este año, en primera plana el diario La Opinión publicó una noticia con este titular: Contraloría denuncia faltante de $1.780 millones en la Universidad de Pamplona.
A continuación, como resumen y a modo de subtítulo, el diario registró: Destruyeron archivos y expidieron actas de grado a estudiantes que no pagaron costos educativos. Y en la página 6-A, en la cual continúa la noticia, registra las diez irregularidades que la Contraloría Departamental encontró y denunció.
El martes 18 de septiembre, en primera plana el diario La Opinión publicó un Comunicado a la opinión pública firmado por el rector encargado —nuevamente el encargado—, en el cual, entre otros, repudia la actuación de la Contraloría Departamental, la llama mentirosa, le imputa haber violado el debido proceso y la reserva, y la amenaza con iniciar «las acciones legales pertinentes» contra ella.
El miércoles 19 de septiembre, el diario La Opinión publicó la respuesta del contralor departamental a la respuesta de la dirección de Unipamplona, pero seis semanas después de esta última denuncia no se sabe en qué paró ese rollo. Los lectores se quedaron sin saber si lo que denunció la Contraloría es cierto o es falaz.
Y aunque la información de La Opinión del 17 de septiembre de este año no menciona el patrimonio, en el penúltimo párrafo del comunicado susodicho el rector encargado publicitó que, desde el mágico año de 1998 hasta esa fecha, crecieron en 1.500% los activos.
Eso, en el penúltimo. Pues en el segundo acusa a la instancia acusadora de aplicar «justicia-show», y denuncia que los funcionarios de la instancia denunciante «a falta de prestigio personal, acuden a los medios de comunicación a hacer conocer determinadas actuaciones que, piensan, pueden destacarlos».
Ante ese show, que parece pelea de verduleras por «sonsacamiento mutuo de marchantas», hasta el lector más bobo del diario regional y ajeno a Unipamplona, como «el suscrito» Director, se formularía por lo menos tres preguntas:
La primera: si la Contraloría Departamental denunció actuaciones de la dirección de Unipamplona, ¿por qué el rector encargado adjetivó las «actuaciones», al acusar a la Contraloría Departamental de «hacer conocer determinadas actuaciones»?
La segunda: si el narcisismo del rector titular de Unipamplona es tal que le paga al diario regional para que le publicite «hasta la corrida de un catre», y si la Contraloría Departamental tiene también jurisdicción sobre la Universidad Francisco de Paula Santander y de ésta no ha denunciado alguna actuación no adjetivada y menos alguna adjetivada, ¿entonces Unipamplona es una Cueva de Rolando, o todo se reduce a un show o circo convenido… a expensas de la U?
Y la tercera: ¿por qué, en los dos escándalos «destapados» por la Contraloría Departamental en sólo un año y cuatro meses, quien ha puesto la cara ha sido el rector encargado y no el narcisista titular?
Por cierto: si a finales de abril o a comienzo de mayo del 2004 la ministra de Educación nombró al susodicho narcisista como su representante ante nuestro Consejo Superior, ¿será que ese «genio hiperactivo» ha puesto la cara por su representada en todas las sesiones?
l ▬▬▬▬▬ l ▬▬▬▬▬ l ▬▬▬▬▬ l ▬▬▬▬▬ l ▬▬▬▬▬ l
La maldita suposición
GUILLERMO CARRILLO BECERRA,
profesor Asociado emérito de la UFPS.
gecarril60@yahoo.es
La mayoría de la gente se forma un juicio sobre los demás al observar su comportamiento y presentación. Ver a alguien bien trajeado y con buenos modales, nos lleva a pensar que nos encontramos ante un gentleman, no importa que el personaje sea un patán cuando se sale de la ropa porque no admite que lo contradigan. Igualmente, un ser desaliñado genera sentimientos de rechazo, ya que la imagen que está irradiando no es la más deseable. Para corroborar lo anterior, la facultad de Psicología, de una prestigiosa universidad colombiana, realizó el siguiente ejercicio:
Un grupo de jóvenes (chicos y chicas) fueron enviados a presentarse a distintas empresas para atender convocatorias de ofrecimiento de empleo. Los que tenían calificaciones más bajas fueron maquillados relucientemente en su presentación personal. Los de mejores calificaciones, asistieron con una pinta estrafalaria. En diferente grado, las 5 empresas dieron un resultado similar; es decir, el factor principal de juicio, que era el rendimiento académico, pesó menos que la imagen.
Esto es tan aberrante en nuestro país, que se conocen casos de instituciones que cuando se trata de empleo femenino, sólo asisten a las entrevistas finales las que pasan el tamiz de la foto que anexan a la solicitud. La SUPOSICIÓN es que las personas feas no son eficientes y, por lo tanto, no califican para un empleo bien remunerado. ¿Cuándo usted ha visto en la televisión a una espectacular rubia haciendo el papel de aseadora? Ni se le ocurra pensarlo: la publicidad nos indica que para esa dama sólo es posible el rol de alta ejecutiva. En cambio, a la enclenque y greñuda Josefina la reservan para lavar los baños, sin importar su talento histriónico.
Ahora bien: no sólo a nivel personal sino, también, entre países se dan este tipo de prejuicios. Para el primer mundo, lo mejor: desarrollo, investigación, civismo, generación de bienestar general. El resto de la población no somos más que unos parias, merecedores de nuestro destino paupérrimo, de acuerdo con los SUPUESTOS establecidos por ellos. Si no hubiera sido por el proceso de colonización que se dio en América, África y Asia —nos recalcan continuamente—, todavía viviríamos en el más completo atraso. Claro está que se olvidan, oportunamente, de todas las barbaridades y lacras que sembraron en el hemisferio sur.
Pero mejor dejemos la hiel a un lado y volvamos a un nivel más parroquial. Hablemos de unos cuantos ejemplos relacionados con el tema, como estos:
El «CVY» (“¿Cómo voy yo?”)
Una expresión que forma parte de la picaresca nacional. En cualquier institución —de carácter municipal, departamental o nacional— no se lleva a cabo una licitación, una adjudicación o un contrato, sin que esté de por medio la mordida o el diezmo. Es una costumbre que se pierde en la historia de nuestra nación. El funcionario encargado de hacer la contratación SUPONE que los proveedores o los beneficiados con el contrato deben ser agradecidos con quien les brindó la oportunidad de obtener un lucro y que, por ello, deben mostrarse generosos; no con la empresa sino con él, por ser tan magnánimo.
Lo que este corrupto obvia, es que su propina es producto de un aumento de costos, que se cargan en la factura de cobro. ¡Qué sentido de pertenencia! Lo malo de esta nefasta manía es que la sociedad, en general, la acepta como un mal incurable. Y lo que es peor, los directivos honrados, que también existen —más que todo en el sector educativo—, son mirados como bichos marcianos y tratados de: “Boludo, ¿no lo pusieron a comer? Este es mucho bolsas”.
FAMA NEGRA
Los colombianos, merced al daño que el narcotráfico nos ha endosado, somos mal recibidos en la mayoría de los países del mundo. Culpa, en parte, de los consumidores ricos del exterior. Aquí, simplemente, lo que se ha hecho es aplicar una de las leyes clásicas del capitalismo: toda demanda genera una oferta. Así de simple es: nadie compra lo que no necesita.
Sin embargo, los rubios y civilizados holandeses, miembros sobresalientes de la Comunidad Europea, fabricantes de miles de toneladas de éxtasis, ese mortal alucinógeno que ha hecho tantos estragos en millones de jóvenes a lo largo y ancho de la Tierra, no son objeto de ningún señalamiento. Por el contrario, se les recibe con los brazos abiertos. Los malos seguimos siendo nosotros y cualquier zarrapastroso, de cualquier rincón, apenas escucha el término colombiano, de una SUPONE que se está haciendo referencia a un “ladrón de 4 esquinas y a un pícaro de 7 suelas”. De ahí, chistes flojos como este:
—¿Cómo se sabe que hay un ecuatoriano en la gallera?
—Porque llega con un pato debajo del brazo.
—¿Y cómo se sabe que hay un peruano en la gallera?
—Porque apuesta por el pato.
—¿Y cómo se sabe que hay un colombiano en la gallera?
—Porque gana el pato.
ENREDOS SOCIALES
En el plano científico, la suposición se denomina “Hipótesis de trabajo”, que parte de una consistencia entre los hechos observados y el criterio riguroso de quien la formula. De antemano se establecen las variables intervinientes en el fenómeno a estudiar, con la finalidad de cuantificar y cualificar los resultados y, así, aceptar o rechazar la hipótesis establecida. Esto significa que los SUPUESTOS que plantean los sabios no son simples fantasías baratas, por aquello de que de por medio existe un método científico para llegar a la verdad.
¿Pero, qué ocurre en la vida diaria? Pues que la gente es especulativa, chismosa, atrevida, lenguaraz. La maldita SUPOSICIÓN campea por doquier: en el trabajo, en el vecindario, en los medios de comunicación. A cualquiera se le hace fácil poner a rodar una calumnia, con tal de joderse en alguien. Ver a un joven mostrar símbolos de progreso, es ser candidato a un comentario de “ese como que montó una lavandería”. O la chica pizpireta, de origen humilde, a la que le luce todo lo que se ponga, y que es envidiada por las feas más pudientes, no se escapa a un calificativo de “esa es una loba prepago, que se las pica de muy señoritonga”. Lo grave del que se vive imaginando cosas que no son ciertas es que, cuando se comprueba que lo que dijo no era verdad y que, por su culpa, se le causó un grave daño a otra persona, el muy canalla se queda callado y pasa de agache.
Ni siquiera los hogares se escapan de esta carroña. Este es un ejemplo de la vida real: una atractiva chica, de una belleza tropical, como sólo se dan en estas feraces y cálidas tierras, cansada de ganar un salario mínimo y aburrida con el manoseo al que la sometía su obeso patrón en los recovecos de su negocio en Sanandresito, resolvió, un día cualquiera, darle una patada por las pelotas al abusador y largarse para el exterior. Pasados varios años, regresó a su casa convertida en toda una dama, luciendo un vestuario de alta costura y ornada con fina joyería, amén de los costosos regalos que les trajo a todos los suyos. Para su sorpresa, se encontró con un adusto papá, que la miraba con furia:
—Usted ya no es hija mía. Lo que nos ha hecho no tiene perdón de Dios. Jamás me imaginé que una hija fuera a caer en la peor porquería y, por eso, toda la familia está destrozada. Llévese todos sus regalos adquiridos con ese maldito dinero gringo. Desde que me contaron que usted trabaja con la DEA, mi salud se vino a pique. ¡Fuera de mi casa!
—Papi, déjeme explicarle: todas estas cosas las he adquirido con mi trabajo, en largas y extenuantes jornadas de labor, a veces hasta el amanecer. Es cierto que yo trabajo con la DEA… pero con la DEAbajo: soy prostituta.
—Mijita linda, perdóneme por tan tremenda ofensa que le he hecho. Es que, a veces, los papás nos SUPONEMOS lo peor. Bienvenida a casa ¡Pongan la música y sirvan ron!
Y así, entre abrazos y lágrimas, esta casta familia superó con entendimiento tan grave situación.
(Cúcuta, octubre de 2007) n
POST-SCRIPTUM. Así como el verbo PONER ha sido desplazado por el verbo COLOCAR, ¿será que “SUCOLOCAR” reemplazará a SUPONER?
l ▬▬▬▬▬ l ▬▬▬▬▬ l ▬▬▬▬▬ l ▬▬▬▬▬ l ▬▬▬▬▬ l
Buscando el cierre de la frontera
CARLOS HUMBERTO AFRICANO,
profesor Asociado emérito de la UFPS.
kafrica_55@hotmail.com
En relación con los peajes instalados en la frontera con Venezuela, los traumas que se generaron lindaron en la emergencia de la misma y nadie notó nada, ni dijo nada, como ha ocurrido las demás veces en que nos han asaltado y atropellado con similar estratagema. Y en el panorama nacional, apenas sí les valió un par de comentarios en los noticieros televisivos y nada en los demás medios de comunicación, porque nunca les ha importado, ni la frontera, ni la integración, ni nada que tenga qué ver con Venezuela, como no sea para denigrar de ella y ahora de su actual gobierno.
En Cúcuta, la situación que deja es dramática. Tal vez más dramática que en la reciente crisis del agua, que aún padecemos a causa de la negligencia de ECOPETROL, por la falta de mantenimiento en la línea del oleoducto, lo que ocasionó el derrame de petróleo al río Pamplonita, deteriorando en materia grave el sistema ecológico del entorno, configurándose un delito de lesa humanidad, que no prescribe, por el deterioro del medio ambiente, que perdurará por 20 años más. Y en ese caso, como en el de ahora, nadie ha dicho “esta boca es mía” para salir en defensa de esta pobre ciudad ultrajada, mancillada y doliente.
Mucho me temo que los habitantes y los vecinos de la ciudad de Cúcuta, quienes somos los directamente afectados, no alcancemos a dimensionar la gravedad de los dos hechos que nos tienen al borde de la emergencia social. Porque esta vez, como en todas las anteriores, habiendo sido asaltados en nuestra buena fe, con igual premeditación y alevosía, tampoco nadie dijo “este rollo es mío”, ni por la contaminación, ni por los peajes. Nuevamente, los senadores y representantes por Norte de Santander, los salientes diputados y concejales, los actuales candidatos a estos cargos, las entidades gremiales y la ciudadanía, habiendo tenido el suficiente tiempo de reacción, metieron el rabo entre las piernas y callaron como ostras, como siempre lo han hecho.
De remate, llegó un chisme bomba por el O@mail, comúnmente llamado “correo de las brujas”, antiquísimo pero muy eficiente medio de comunicación en Cúcuta. Y no es que sea chismoso, sino comunicativo, aunque no me agrada tratar temas vox populi. Pero en vista de que semejante alboroto ya tiene ribetes de conflicto internacional y nadie ha dicho ni pío, creí conveniente “socializarlo”, como se dice ahora.
El O@mail dice que la empresa concesionaria —a la que le adjudicaron el contrato de los peajes— y de la que sólo sabemos su nombre, una tal “San Simón”, tiene un socio que es tal vez un pichón de cuervo, buitre o gavilán, de esos que se dan silvestres en Colombia.
A estas alturas del paseo que nos dieron, puede ser que el chisme ya se haya regado como pólvora; pero no por chisme, sino por simple especulación. Es que sólo se requieren dos dedos de frente para darse cuenta de que sólo un gran pichón de cuervo, buitre o gavilán —que no es habitante de Cúcuta ni vecino nuestro— puede lograr la nada honrosa hazaña de mantener cerrada la frontera por casi cuatro meses, con altísimas pérdidas económicas tanto para la ciudad como para el país, parálisis en las exportaciones e importaciones, violación de acuerdos de frontera entre los dos gobiernos, enfrentamiento verbal entre los gobiernos de los dos países, amenaza de cierre definitivo de la frontera y, lo que era un problema municipal, este pichón hace que el gobierno nacional lo tome para sí y con inaudita terquedad que raya en la contumacia, pasando por encima de todas estas desventuras, defienda a como dé lugar a la tal “San Simón”, enviando a sus emisarios, el canciller y el ministro de Transporte, y, a pie junto, juren que los peajes “van porque van”. Y fueron, porque el objetivo es enterrar definitivamente el fiambre que asesinaron hace 59 años.
¿Quién es este pichón —de cuervo o buitre o gavilán— tan poderoso que, además de lograr comprometer al gobierno nacional, logra acallar a los medios de comunicación? El pueblo cucuteño, de resultar cierto el “mensaje enviado por el O@mail”, debe desenmascararlo, porque después de cuatro meses del cierre de la frontera, el país no sabe aún lo que ocurrió en Cúcuta y con la frontera con Venezuela.
Los oscuros designios y el nuevo asalto alevoso a la ciudad, de que estoy hablando, es la seria amenaza del cierre indefinido de la frontera, derecho consuetudinario que podríamos perder por causa de la intransigencia del gobierno nacional, en quien los gobiernos departamental y municipal descargaron todo el rollo, ante su incapacidad para manejarlo, dejándolo, una vez más, como en las anteriores: en manos de funcionarios de altísimo rango, para que dieran cumplimiento a aquel objetivo y, pese a las idas y venidas de aquellos funcionarios, “les han mamado gallo”, como dijeron los venezolanos, únicos que les salieron al paso al cierre de la frontera y de la integración.
El mismo presidente de Venezuela, Hugo Rafael Chávez Frías, le recomendó a su homólogo colombiano retirar los peajes y dijo, palabras más, palabras menos, que: “fueron ustedes quienes crearon el problema y deben solucionarlo y que no nos vayan a echar culpas a nosotros”.
¿Culpas de qué?, me pregunté. Yo lo interpreté como: “por lo que pueda ocurrir”.
Y lo que puede ocurrir, según mi interpretación, es que la frontera la cierren como ocurrió hace 59 años en Puerto Santander y en el puerto de Cúcuta. Ahora sería su oportunidad, servida en bandeja de plata, de cumplir su oscuro designio del cierre definitivo de la frontera, dado el antagonismo de los dos gobiernos.
“QUIEN NO CONOCE LA HISTORIA,
ESTÁ CONDENADO A REPETIRLA”
En 1948 Cúcuta era una ciudad floreciente. Su economía estaba sentada en las cargas de café, azúcar y cacao, que se cultivaba en esta región y salían para el mundo por un ferrocarril que se empataba con el Gran Ferrocarril del Táchira, por Puerto Santander, por el que también entraban los más ricos, exóticos y exquisitos productos europeos que se los gozaban solamente los habitantes de esta región. Fue una época de grandeza y esplendor y, como nunca, de cooperación e integración de dos pueblos hermanos, libres de membretes nacionales, hermanados con lazos regionales de estirpe y sangre, formando, como llama el doctor Jaime Pérez López, “una parábola vital de integración”, hecha con una línea férrea que trazaba un circuito internacional entre San Cristóbal, Rubio, San Antonio, Cúcuta, Puerto Santander, Encontrados y Maracaibo, vital para la región, primero y único en América Latina, configurándose en la frontera más activa de toda América (en ese tiempo, no ahora). Todo esto se lo tiraron aquellas aves de rapiña: el cuervo de la sabana, el gavilán de la montaña y el buitre del valle, que “Se arrogaron los triunfos de la generación del terremoto, que fue liberal y federalista, para llevar a estas empresas (los dos ferrocarriles) al centralismo gubernamental y a las nuevas concepciones de estado de derecho”, dice, con mucha elegancia, el doctor Jaime Pérez en su libro: Colombia-Venezuela siglos XIX-XX.
Pero, “las desgracias son cobardes, porque no se atreven a presentarse solas”. Y para Cúcuta, nada más cierto que esto desde el terremoto de 1875, que no fue su peor desgracia, sino la que le vino después.
Cúcuta, con el apoyo de venezolanos, italianos y alemanes, fue reconstruida a imagen y semejanza de las mejores ciudades europeas, como la ciudad más moderna y hermosa de toda Latinoamérica, para ese tiempo. Pero esta fue su peor desgracia, porque generó la ávida envidia carroñera de los habitantes del interior y todos a una, le cayeron y le siguen cayendo, cual aves de rapiña para despedazarla.
En un tiempo atrás, el único café que se cultivaba en Colombia era el de Norte de Santander y las plantaciones de cacao y caña eran extraordinarias. De modo que el gobierno nacional, azuzado por los “avichuchos” que se arrogaron los cultivos para sus cotos, creó la oficina de control de cambios para la frontera y el estatuto de régimen fronterizo en 1942, que le puso talanquera al libre paso en la frontera, en el puerto de Cúcuta. Estas medidas empezaron a entorpecer la relación binacional, el libre tránsito de las personas entre los dos países, la buena marcha del comercio y exportación de los productos, que paulatinamente fue decreciendo por esta causa y en 1948 le dieron el golpe mortal con la compra y nacionalización del Ferrocarril de Cúcuta para paralizarlo y venderlo como chatarra, e influenciando al gobierno venezolano para que hiciese lo mismo con el del Táchira y entonces Venezuela cerró el paso por Puerto Santander, que sólo fue reabierto hará unos 8 años, quedando cerrados para las exportaciones los dos puertos, Cúcuta y Puerto Santander. Todo esto desestimuló y paralizó los cultivos y el desarrollo de la región y por eso estamos como estamos.
Sólo en 1964, con la construcción del puente internacional Simón Bolívar, se reabrió, de manera muy restringida, el puerto de Cúcuta, quedando como puerto de segunda categoría. ¿Qué digo? Será de tercera o de cuarta categoría. Porque son más les restricciones que las libertades.
Siente uno estupor, asombro, dolor profundo y honda pena, que le producen desolación, angustia, desamparo que lo llevan al rencor y a la ira, leer el capítulo VIII —titulado: El Ferrocarril de Cúcuta— del mencionado libro del doctor Jaime Pérez López, donde cuenta de manera pormenorizada, el crecimiento, desarrollo y esplendor de esta región y de los ferrocarriles de Cúcuta y Táchira, hechos a base de tesón y esfuerzo propios; y después, su decadencia, ocaso y devastación, ocasionados con ardides, falacias, mañas y artimañas, modelados con un sistemático ordenamiento “legal” para reducir al oprobio a los propios lugareños y al destierro y degradación y remate de los bienes de los extranjeros lejanos. Aquí sólo les voy a contar el triste final del cuento:
Ley 26 de 1948. Aprobada el 19 y sancionada el 29 de octubre por el presidente de la república, Mariano Ospina Pérez.
“Con una redacción torticera”, dice el doctor Jaime Pérez López, la ley 26 de 1948, “por la cual se adiciona la ley 50 de 1945 sobre compra del ferrocarril de Cúcuta…”, establece:
“Artículo 1º: El gobierno nacional, al comprar el ferrocarril de Cúcuta, en cumplimiento de la ley 50 de 1945, procederá a destinarlo, conforme ordena la citada ley, a construir una carretera, por la banca de dicho ferrocarril. En este caso, los bienes y elementos que se adquieran por dicha compra, serán vendidos, y su producto destinado a rembolsar la suma correspondiente a la adquisición de la empresa, al pago de cesantías, jubilaciones y demás prestaciones sociales, y a la construcción de la carretera que antes se habló. Esta ley regirá desde su sanción”. (La verdad es que es bien torticera la redacción).
Pero es que la tal ley 50 de 1945, por la cual el gobierno nacional compraba el ferrocarril de Cúcuta, no ordenaba cerrarlo, venderlo y acabarlo, sino todo lo contrario.
Ley 50 de 1945, en sus partes pertinentes. “Artículo 1º: El Congreso de Colombia ordena al gobierno nacional adquirir para la nación la propiedad del ferrocarril que comunica en la actualidad la ciudad de Cúcuta con la frontera de Venezuela. Para este efecto declárese de utilidad pública esta obra y su adquisición por el Estado.
”Parágrafo 1º: Adquirido por la nación el ferrocarril a que se refiere el presente artículo, el gobierno procederá a modernizarlo y a dotarlo convenientemente”.
Pero además, el artículo 4º de la citada ley 50 de 1945 reza: “Autorizase al gobierno nacional para que haga las gestiones diplomáticas a fin de que, adquirida por el gobierno de los Estados Unidos de Venezuela la propiedad del ferrocarril del Táchira, celebre con dicho gobierno el convenio de tarifas sobre el ferrocarril internacional que de Cúcuta comunica en la actualidad con el puerto de Encontrados”. A mi modo de ver, lo que se estaba haciendo, con el intervencionismo desde el Congreso de la República de Colombia en otro país, era cumplir los designios de avasallar a una región pujante, como a la postre se dio. (*)
El doctor Jaime Pérez, en su libro referenciado, lo siente también así, cuando con fina sutileza, empleando un lenguaje florido, expresa: “Se pretendía que los ferrocarriles de Cúcuta y el Táchira, que habían sido construidos y desarrollados por la iniciativa privada, se nacionalizaran y quedaran sujetos a los vaivenes de la política de cada uno de los gobiernos de turno. Se arrogaban los triunfos de la generación del terremoto, que fue liberal y federalista, para llevar a estas empresas al centralismo gubernamental y a las nuevas concepciones del estado de derecho”.
Esta es sólo una pequeñísima muestra de todas las andanadas que le han hecho a Cúcuta, tanto el cuervo de la sabana como el gavilán de la montaña y el buitre del valle, para cobrarse lo que no le debemos a título de nada y para, con una xenofobia de la que tampoco somos culpables, persigan a nuestro vecinos —y hermanos de sangre, en muchos casos—, y busquen por todos los medios acabar con la unión e integración que es la que nos ha mantenido vivos.
No quiero ser yo quien le ponga término a esta triste historia. Aunque resulte largo este cuento, le cedo la palabra al doctor Jaime Pérez López, quien con un hermosísimo panegírico, (muy recortado por mí, por razones de espacio) termina el capítulo VIII de su libro Colombia-Venezuela siglos XIX-XX:
“Con la ley 26 de 1948, se le dio la estocada y descabello final a la integración colombo-venezolana. Se nacionalizaron y liquidaron dos empresas, que habían sido motivo de orgullo y soporte a la integración de dos pueblos. Se convertían los ferrocarriles en carreteras. Los andinos de Colombia y Venezuela quedaron, como en la época de la Patria Boba: gritando «¡Viva el rey, abajo el mal gobierno!». Más parecían borregos que hombres de frontera. Cuando los abuelos cabalgaban en mulas de paso fino, ensilladas con aperos chocontanos, zamarros y alforjas en el anca de la bestia, sombrero borsalino, revólver al cinto y en su cinturón, morrocotas de oro, que deslizaban suavemente sobre el mostrador al acercarse a cumplir sus compromisos comerciales en San Cristóbal o Cúcuta, nunca pensaron que su descendencia para mediados del siglo XX tuviera tal capacidad para claudicar ante el gobierno central. Ahora: su tercera generación, con una visión viscosa, mira las montañas que los circundan y se estremecen al calor de una economía binacional cerrada y de ventas al centavo”.
”Sólo queda de aquella parábola vital, como una especie de protesta, el faro del Catatumbo que en todas estas noches oscuras expide ráfagas de luz vertiginosa”.
Y remata con esta terrible pregunta: “¿Será que, como en Cien Años de Soledad, la ciudad de los espejos será arrasada por el viento y desterrada de la memoria de los hombres, y que después de que Aureliano Babilonia acabara de descifrar todos los pergaminos, todo lo escrito en ellos es irrepetible desde siempre y para siempre, porque las estirpes condenadas a Cien Años de Soledad no tienen una segunda oportunidad sobre la tierra?”.
POST-SCRIPTUM. Ustedes, los de la cuarta generación, son quienes deben responder la terrible pregunta que deja el doctor Pérez López, sacudiendo y transformando la situación actual de nuestra región para que nos dejen vivir en este mundo que nuestros abuelos ya habían globalizado y que, para desgracia nuestra, nos lo quitaron y ahora no nos quieren dar participación. ¿O será que van a esperar que la naturaleza lo haga como en 1875?
––––––––––
(*) Los datos históricos fueron tomados del libro Colombia-Venezuela siglos XIX-XX, del doctor Jaime Pérez López.
(Cúcuta, octubre 16 de 2007)
l ▬▬▬▬▬ l ▬▬▬▬▬ l ▬▬▬▬▬ l ▬▬▬▬▬ l ▬▬▬▬▬ l
Cómo “echarle los perros” a una amante
RICARDO GARCÍA RAMÍREZ,
profesor Titular emérito de la UFPS.
cardingarcia@hotmail.com
Edgardo dice que: hombre que se respete, ha tenido por lo menos una amante o “tiniebla” (antiguamente llamada “guaricha” o “moza”). Esa es la historia negra que casi todo casado tiene como aventura o lastre en su matrimonio.
No es difícil pertenecer a esa cofradía que a veces da orgullo y a veces pena, dependiendo de la guaricha que se conquiste. Sólo es cuestión de proponérselo y enseguida aparecerá alguna que esté interesada en las migajas que deja la esposa. Migajas que son muy ricas, pues se dan y se reciben con entera libertad y producen sensaciones placenteras.
A pocas mujeres les gusta involucrarse con hombres casados. Pero existen las que sólo prefieren a estos tipos. Según éstas, ser moza de un casado significa no tener que lavar ni cocinar, ni parir y criar hijos, y sí gozar las ventajas de recibir buenos regalos y tener una vida sexual óptima.
El “recetario” que sigue está dirigido a la mayoría de hombres, quienes deben partir del principio de que las mujeres evitan a los casados.
VEINTE CONSEJOS PARA CONQUISTAR AMANTE
1. Use el anillo de matrimonio. La mayoría de las mujeres prefiere no relacionarse con hombres casados; pero, si esto ocurre, esperan que por lo menos sean sinceros. Además porque es muy feo revelar, después de largo rato de conversación, que uno está casado. Y no intente sacarse el anillo de boda 5 minutos antes de la cita: las marcas que le quedarán en el dedo serán visibles y ella se dará cuenta.
2. No hable mal de su mujer. A ellas no les gusta que les hablen mal ni de su peor enemiga (al menos, al principio).
3. No se haga la víctima (usted no es el héroe de la película ni su esposa, la bandida). Elogie a su mujer y sus atractivos. Diga que tendría todo para ser feliz, pero que falta amor y eso para usted es frustrante. Pero no exagere en los elogios y sólo diga algo si ella le pregunta. Comente con insistencia que le encantaría amar a su esposa, pero que lamentablemente no existe química entre usted y ella.
4. Deje que ella piense que es su confidente. Pero intente que ella lo sea de usted. Es importante que usted escuche más de lo que hable. Hoy en día, la gente no tiene tiempo para escuchar, y a las mujeres les gusta ser oídas.
5. No hable de plata. Si tiene que tocar el tema, comente que no está en su mejor momento. De esta forma alejará a las que sólo les interesan el confort y los regalos.
6. Pregúntele cuál es su tipo de lectura favorita, qué programa de televisión mira, qué películas le gustan. Si a usted le gusta la comedia de televisión Mr. Been pero ella es fanática de Fellini, vaya y alquile todos los videos de este director italiano. Si usted se duerme en medio de una de las películas o no entiende nada, acuérdese de algunas partes y diga que le encantó. Si ella está en esa onda de ángeles, duendes y reencarnación, diga que usted siempre creyó en eso, y que no tiene ninguna duda de que ella tiene toda la razón cuando afirma que en una vida pasada fue una gata.
7. No la critique en la primera cita. Si ella dice que está gorda, dígale que no; aunque parezca una ballena preñada.
8. Concuerde en casi todo, no la contradiga. A ellas no les gusta ser contrariadas (claro: eso, en las primeras citas; después, sea usted mismo y defienda sus puntos de vista).
9. Cuéntele sus sueños e ideales con pasión; sea convincente y ardiente, aunque no tenga la menor idea de lo que diga. Si luce entusiasmado, parecerá sincero en lo que dijo.
10. Narre algún caso triste; o una pérdida, suya o de algún amigo: a ellas les encantan los hombres sensibles. No precisa llegar a las lágrimas: ellas no quieren un maricón a su lado. Después de la primera cita, le va encantar si sus ojos se humedecen al referirse a aquella perrita que murió atropellada hace algunos años… si omite que la perrita no era suya y que usted conducía el carro que la atropelló.
11. No intente besarla, abrazarla, o darle la mano; deje que ella tome la iniciativa. Hágase el tímido, el ausente, el que no se da cuenta cuando una mujer está interesada. Si en una de esas citas ella lo besa, haga usted lo mismo y diga: “Tengo miedo porque, si me excitas con tus besos, podría hacerte daño”. El que se preocupe por ella, la hará delirar.
12. Si su potencial amante está casada o comprometida, todo resultará más fácil. Basta dejarla hablar, abrirse y contar todo sobre su compañero. Pero usted deberá ser mejor que él, para agradarla: si él fuma, usted nunca fumó; si él es un grosero, usted es la delicadeza en persona; si con él no cuenta ella los domingos porque se va para la cancha, usted pregunta si el fútbol es aquel deporte que se juega con un bate. No olvide: es más fácil conquistar a esta mujer que a una no comprometida; basta jugar con las comparaciones, en las que usted será mejor que el otro.
13. Dígale a su potencial amante que soñó con ella (en el principio de la relación o en la etapa de la seducción). A las mujeres les encanta ese detalle.
14. Envíele una tarjeta agradeciéndole su amistad y diciéndole ser feliz por haber conocido a alguien tan especial.
15. Si lo llama por teléfono, dígale que, justamente, estaba pensando en ella.
16. Nunca le cuente que ya tuvo amante. No hable de sus aventuras: a ella no le va a gustar saber esos detalles… al principio, porque luego querrá que le cuente todo.
17. Elogie, elogie y elogie. Elogie la ropa, aunque le parezca una payasa; el maquillaje, aunque parezca una Drag Queen; el perfume, aunque huela a desinfectante.
18. Si no consigue nada, o no ve perspectiva, en la próxima cita invente una pelea con su mujer. Usted saldrá de dudas porque ella verá despejada la posibilidad de conquistarlo, o pondrá tierra de por medio si supone y la asusta que la pelea fue porque su mujer supo de ella. Pero no olvide: a pesar de la pelea, no hable mal de su esposa pues, la persona con la que está ahora, podría llegar a sustituirla.
19. Si su amante tiene hijos (sea soltera o casada o divorciada), pregúntele el nombre de ellos, la edad y si tiene alguna foto de ellos. A las mujeres les encanta ese interés de los hombres por sus hijos. Propóngale que en la próxima cita lleve al “diablillo” (perdón, “al hijo”). Y antes de irse dígale: “esto es para el diablillo” (perdón, “tu hijo”) y déle un juguete. No tiene que ser caro; en ese momento, “lo que cuenta es el detalle”. Ella se va a derretir.
20. Haga reír a su amante. Sea alegre. Las mozas disfrutan el buen humor. Después de muchas risas, es más fácil que digan “sí” a una propuesta indecente. Claro que todo le será más fácil si usted tiene un Mercedes Benz 2008, un reloj Rolex, buen billete y tarjetas de crédito nacionales e internacionales, porque: “chequera mata a galán”. Y si tiene apartamento en Cartagena, mejor. Lo más interesante es que, teniendo todo esto, no es necesario que usted sea un “caribonito” (porque, insisto: “chequera mata a galán”), ni inteligente ni, mucho menos, un óptimo machucante.
l
Pues bien, lector (así, en masculino): a practicar se dijo. Porque esto que leyó no fue una clase de “Educación Sexual”, en las que no les ponen tareas a las y a los adolescentes.n
––––––––––
FUENTE: El libro Manual para hombres infieles, de Marcelo Puglia (uruguayo). Editorial Vergara.
l ▬▬▬▬▬ l ▬▬▬▬▬ l ▬▬▬▬▬ l ▬▬▬▬▬ l ▬▬▬▬▬ l
▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬
Transcrito del libro Don Julio Mario / Biografía no autorizada, de Gerardo Reyes Copello (Ediciones B Colombia S.A., 2003, pp. 244-245):
(Julio Mario) Santo Domingo votó por (César) Gaviria (Trujillo) con su chequera (para presidente de la República). El primer gesto de agradecimiento del Presidente fue el nombramiento de la esposa del empresario en el cuerpo consular de Washington.
El gobierno de Gaviria creó un cargo en la embajada de Estados Unidos en esa capital bajo el nombre de “agregado cultural ad honorem” para colocar a la señora de Santo Domingo, Beatrice Dávila. El nombramiento tenía un propósito claro: liberar a Santo Domingo del pago de impuestos (por sus cuantiosas propiedades) en Estados Unidos, dado que los diplomáticos y sus cónyuges están exentos de esa obligación. El 30 de octubre de 1990 (por decreto 2614 de esa fecha) Beatrice fue nombrada por Gaviria como agregada cultural ad honorem en la embajada en Washington, cargo que no existía y fue creado para tal fin. Pero hubo un error de cálculo que delató las verdaderas intenciones del nombramiento: al gobierno colombiano se le pasó por alto que la ley estadounidense solamente cobija (con la mencionada exención tributaria) a funcionarios diplomáticos que devengan salarios del Estado, y el cargo de la señora Santo Domingo no era remunerado. De manera que fue necesario trasladar a la señora Dávila a una posición con honorarios. En noviembre fue nombrada segundo secretario, encargada de funciones culturales de la misma embajada. Pero había otro inconveniente: no tenía sentido que la funcionaria tuviera un cargo en Washington, cuando su residencia estaba en Nueva York. Así que fue necesario hacer otro decreto. El 22 de febrero de 1991 (por decreto 541 de esa fecha) Beatrice de Santo Domingo fue nombrada tercer secretario, grado ocupacional 1, en la embajada de Colombia ante las Naciones Unidas (Nueva York) con una asignación de 1.816 dólares, sin incluir la prima por costo de vida. Respondería por las funciones culturales de la embajada. (…)
En junio de 1996 solicité al Ministerio de Relaciones Exteriores una certificación de los ingresos de la funcionaria. En ese momento Beatrice devengaba 3.160 dólares de sueldo básico más 1.170 por costo de vida, para un total de 4.330 dólares. A la esposa del hombre más rico de Colombia, ¡los colombianos le pagaban una prima por costo de vida! La asistencia al lugar de trabajo no parecía un requisito esencial para recibir el sueldo, como ocurre con miles de trabajadores del Estado, pues llamé varias veces a la misión en Naciones Unidas en Nueva York y nunca la encontré. Como respuesta a mi solicitud sobre las funciones que desempañaba Beatrice Dávila de Santo Domingo, la Cancillería me envió un memorando de cinco páginas en el que hizo un recuento de 18 exhibiciones del Colombian Center, que fueron organizadas por ella desde diciembre de 1991 hasta la fecha de mi solicitud. El 20 de julio de 1998, Beatrice Dávila renunció a su cargo y con ello terminó el paraíso fiscal de la pareja durante casi ocho años en Estados Unidos.n
▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬
▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬
N O T A S :
Cualquier nota que no tenga explícitamente autor, debe ser
atribuida exclusivamente al director de Occidente Universitario.
Por limitaciones pecuniarias, las ediciones «en papel» de
Occidente Universitario, que se difunden completamente
gratis, es de 40 ejemplares, en promedio.
La edición Nº 85 de Occidente Universitario saldrá
probablemente el viernes 30 de noviembre del 2007.
▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬
cucutanuestra@gmail.com