Según las crónicas históricas de Cúcuta, el barrio “El Caimán” es uno de los más antiguos de estos valles de Juana Rangel de Cuéllar, el pequeño barrio hace parte de los barrios “Puente”, “Barco”, “El Arenal” y Puente “San Rafael” al sur de la ciudad, se inicia en la calle 17 con avenida cuarta, hasta los límites de la hoy Estación de Texaco, es decir, una sola calle estrecha y algunas callejuelas que conducen al Monumento de Cristo Rey y las casitas de la parte Occidental del cerro en la llamada “Vuelta Molino”, precisamente donde vivía don Lorenzo Galvis y doña Adela su esposa, la casa que visitaba Simón Guillermo Solano Benitez prendado de los encantos juveniles de la señorita María Galvis, chando ejercía la ingrata dedicación de educador y con quien casó. ¿Verdad qué sí ilustre historiador y querido maestro?
No posee edificios de ninguna significación, casi todas sus casas de vieja construcción seguramente por la modestia de sus moradores y los escasos recursos económicos, pero a cambio luce la laboriosidad, la sencillez, la hermandad pudiéramos decir, porque en su gran mayoría son familias entre sí, Cacique, González, Calderón, Díaz, Serrano, Contreras, Ardila, Hernández, Mendoza y Barrios, esta última única familia goda, godísima del barrio, todas las demás liberales “cachiporras” desde el mas pequeño hasta el más viejo. En ese barrio nací, viví, y me desarrollé.
Es un barrio a donde el progreso no ha llegado y olvidado del sector oficial municipal, aún cuando no tiene sino una sola calle no se preocupa por arreglarla y darle una manita de eso que llaman pavimento, es una calle de huecos, viuda de asfalto.
Allí en aquel barrio acogedor y esplendoroso de recuerdos de mi infancia, cuna también de un caimán según la leyenda aromado por la exhuberante vegetación de cacaotales en el siglo XVII y bellas mujeres vestidas de muselina y faldas anchas de crinolina, con pañuelo “rabo de gallo” en la cabeza o amarrado al cuello, es vuelvo digo, el barrio de mi niñez, de mi juventud, de mis amores y allí aprendí también las primeras letras y a mamar gallo cucuteño.
EL CAIMAN. Del antiquísimo barrio nos cuenta la historia dos versiones a su alusión al nombre: “Allí existió una hacienda cultivada de cacao, yuca, plátano, caña, pastos y árboles frutales de propiedad del Presbítero Felipe Ramírez Sotomayor a fines del siglo XVII, hacienda llamada “El Caimán”.
Otra versión: por ahí corría una toma de abundante agua o brazo del río Pamplonita, que surtía de agua a la Hacienda y Vecinos pobladores.
No se sabe cómo y por qué dizque apareció en la toma un caimán que constituyó la curiosidad de todos los vecinos, y por alusión o tradición le dieron el nombre “El Caimán”.
Juan Barrios, un vecino del barrio que fabricaba una chicha llamada de “ojo”, qué chicha, emborrachaba sin tomarla, sólo con el olor que se percibía al destapar la moya.
¡Ay! de la mosca que se atreviera a pasar por encima de la moya, caía fulminada al espumante fermentado.
El señor Barrios, para hacer popular el nombre del barrio,.hizo pintar en la pared un Caimán grande con las mandíbulas abiertas en actitud medrosa.
El Puente “Cúcuta” o Puente San Rafael, también se llamó Puente del “Caimán” en 1816. Nos dice el historiador don Pedro María Fuentes: “En el desgraciado combate para las armas de la República que se efectuó en el Puente del Caimán”, donde ahora se levanta el Puente Benito Hernández Bustos, el 22 de febrero de 1816, fue muerto el comandante cucuteño don José María Colmenares, quien había militado a órdenes del general José María Mantilla, con la comisión bastante atrevida de buscar los medios de apoderarse de una caravana de acémilla que de Puerto de los Cachos transportaba vestuarios, armas, municiones y otros artículos enviados desde Maracaibo para los ejércitos españoles de San José y Pamplona.
“También según noticias, otro cucuteño de nombre Dimas Vega, fue de los asistentes a este combate”. (Luis Febres Cordero. “Del Antiguo Cúcuta”).
Otros de los patriotas muertos en esta acción de armas, fueron el Capitán bogotano Mariano Antorveza; el Capitán Luciano Otero natural de San Gil; el sargento mayor Antonio Otero; el Capitán Laureano Osma natural de Oiba, y el Capitán Rimón Urca, hijo de Charalá. Esta es la historia del barrio “El Caimán” mi barrio con una tradición de tres siglos.
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