Bello y funcional edificio Casa de Mercado Cubierto, construido por iniciativa del Prefecto de San José de Cúcuta, don Aníbal García Herreros Fue destruido por un voraz incendio el 21 de Mayo de 1949.
Casa cuya existencia data desde el año 1894. »Jomo crónica es historia, el elemento circunstancial que viene a ser de utilidad, de complemento en la narración, esta es más bien una crónica que una historia adoctrinadora. Por ello, vamos a hacer una crónica de la Casa de Mercado más bella que ha existido y por qué no decir que en Colombia, si en realidad de verdad fue bella entre las bellas.
San José de Cúcuta es por dentro todo un compendio de la crónica jocosa y amena y toda una historia a lo largo de su vida.
Nos ocuparemos del edificio más bello y funcional de Cúcuta en Casas de Mercado Público han existido en Colombia. Fue iniciada su construcción en septiembre de 1891.
Se construyó sobre los siguientes lotes: dos lotes comprados a Lucinda S. de Yañez en 1888, por Escritura Pública No. 248 del 28 de noviembre de 1889; dos lotes comprados a Pedro Pelayo y Ana María Caminos en $2.900 por Escritura Pública No. 281 de la misma fecha anterior y por el mismo precio; dos casas compradas a Julio Uricochea en $11.000, por Escritura Pública No. 406 de diciembre 10 de 1889, un solar comprado a Pedro María y Miguel Ramírez, Dolores Reyes de Bautista, Qeotilde Rudecinda y Judith Reyes en $1.500, por Escritura pública No. 480 del 17 de diciembre de 1889; un solar comprado a Francisco Bousquet en $2.000, por Escritura pública No. 359 del mismo año; un lote comprado a Floripe Hernández de Estrada en $4.800, por Escritura pública No. 418 del 21 de diciembre del mismo año. Estos fueron los lotes para la construcción de la Casa de Mercado.
El costo inicial de la construcción fue calculado en $500.000 oro. Fue construido por partes.
Primero el ángulo Nordeste, en donde anteriormente había venta de pasto que duraba de 4 a 6 de la tarde. Como maestro de la obra Pedro Tobías Vega. En la esquina nordeste diagonal a la Plaza Santander, funcionó por algún tiempo el Concejo Municipal como lo muestra la fotografía en alto relieve que dice: “Concejo Municipal 1904”. El propósito y finalidad era dotar la ciudad de un edificio amplio suficiente para la ventá de verduras, granos, frutas, carnes, etc? y así como locales comerciales para almacenes y tiendas rentables al municipio.
Fue el Prefecto de Cúcuta, aquél gran caballero don Aníbal García Herreros en el año 1890, quién tomó todo el interés necesario para la construcción de la magnífica Casa de Mercado Cubierto, dando así cumplimiento al Acuerdo del Concejo Miinicipal de San José de Cúcuta de 1889.
Fue asimismo don Aníbal García Herreros, quien de inmediato inició la negociación y compra de los lotes descritos así como las casas.
Fue también él, en su calidad de Prefecto de San José de Cúcuta, quien contrató en el exterior la compra de la estructura metálica en 1894, siendo nombrado administrador don Marcos Soto.
LA RENTA.
Para el año 1895, el mercado produjo al Municipio una renta de $16.000 anuales; para el año 1896, $20.640,. para el año de 1897, $25.000 pesos; para el año 1896, la Casa Comercial Ferrero y Compañía prestó al Municipio de San José de Cúcuta la suma de $5.042 para construir otra parte del Mercado con estructura metálica, al interés del 1 por ciento anual.
El 4 de septiembre de 1896, el Concejo Municipal, por Acuerdo No. 18, destinó la suma de $18.00ó oro, para construir locales comerciales en el Mercado Cubierto, en sus costados norte y oriental semejantes al que ya tenía en esa misma manzana don Virgilio Barco M.
Y por Acuerdo No. 21 del 27 del mismo año se votaron o apropiaron $25.000 oro, para construir la fachada occidental y el techo que lo uniera a la galería del mismo mercado.
El 10 dejoctubre de 1896, se contrató con don Salvador y Aurelio Moreno, la construcción de 51 metros de locales comerciales por la suma de $20.000 oro. Mediante el Acuerdo No. 6 del 3 de marzo de 1897, el Concejo apropió la suma de $30.000 oro para construir 54.17 metros de la fachada occidental así como la fachada norte a partir de la esquina sureste del Mercado, y 17.28 metros de galería al sur.
Los locales comerciales desde el No. 1 hasta el No. 8 del costado norte se terminaron de construir en noviembre de 1897, y fueron arrendados así: No. 1. a $80.00 y los restantes a $50.oo oro mensuales cada uno. En el año 1899 las galerías interiores se arrendaron por contrato a don José María Morales Berti, por la suma de $20.520 oro anuales. A don Victor Izarra y Hernán Pérez los locales comerciales No. 2 a $840 oro anuales. El No. 3 a don Juan C. Suárez a $660 oro anuales.
Esta ha sido una síntesis de la bella Casa de Mercado Cubierto de estructura de hierro y zinc traido de Inglaterra, de naves amplias donde convergían campesinos con frutos y comestibles de todas las regiones y climas del Departamento, en cantidades abundantes donde sus naves daban cabida a todos y a todo lo imaginable que allí se expendía.
Durante muchos años, la Casa de Mercado, fue epicentro de citas y tertuliaderos de los cucuteños, allí se confundían los ricos y los pobres, la Elite cucuteña y en fin todos los estamentos sociales de la inolvidable Cúcuta de antaño, de nuestros abuelos, de la niñez y toda esa gama de recuerdos que nos impulsan a hacerlos presentes.
PERSONAJES.
Como la crónica es la historia, hablaremos de los personajes de esa Casa de Mercado Cubierto que aún está presente en la memoria de los cucuteños y de todos de los que la conocimos. De los personajes que expendían algunos artículos, personas cuya longevidad alcanzó el penáculo de un cincuentenario dedicados al oficio, cuántas veces hacifendo el chiste agudo y la sátira intencionada como picada de abeja real ponzoñosa, venenosa y caliente, pero en fin todo el ambiente popular y la bulliciosa y clásica escena de los personajes que hacían el ambiente festivo y alegre en el propicio sitio del singular suceso.
Ana Francisca Figueroa, la popular “PACHITA” como cariñosamente se le llamaba. Qué chicha de arroz, qué pasteles tan bien preparados y condimentados que al tomarse un vaso de chicha y comerse un papel, tenía forzosamente que repetir. Allí en su puesto de expendio a las nueva de la mañana, era un hervidero de gentes de todos los estamentos sociales se daban cita a tomarse su chichita y comerse sus pastelitos. Y qué precio de esas medias nueves o mañanas; un vaso de chicha y un pastel por 0.05 centavos.
Eusebio, a quien le decían el “bobo” traía y traía en un yugo cargado al hombro olladas y olladas de chicha y canastados de pasteles de allá en la avenida 5a. con calles 14 y 15 donde vivía. Había que entrar a su casa donde también se daban cita las empleadas de la Gobernación a tomarse las medias nueves, mujeres amasando la harina, extendiéndola en mesones, otras echándoles el guiso, cortando y echando a un enorme perol lleno de manteca vegetal a fritar.
LA MANSULI. La catira “Mansulí” como así se le llamaba, su especialidad de la simpática señora, era el dulce de plático. No menos de diez clases de dulces preparaba diariamente y lo exhibía servido en una mesa forrada en lata para que el público eligiera el que más le gustara, al precio de 0.02 centavos el platico, valor que iba depositando en un pote de lata. Después de gustar uno o dos pláticos de dulcería garganta recibía la caricia de un vaso de agua sin hielo salida del tubo y naturalmente sin filtrar.
“LA MORROCOTA”. Era una negra pimentosa y alegre, llamada así popularmente, siempre lo pasaba cantando, su especialidad: la venta de PANELA, cinco panelas por un real y de ñapa con “borusas” que quedaban del aborote o empaque de la panela. Se vanagloriaba de ser ella la que más panela vendía. Decía cantando la “morrocota”: “quien quiera comer panela grande y sabrosa, cómprela a la “morrocota” qué cosa tan sabrosa”. En realidad de verdad era la que más panela vendía.
Le decían la “morrocota” porque usaba una gruesa cadena de oro macizo y pendiente una “morrocota” americana que lucía en el cuello acompañada de zarcillos con dolaritos americanos. De vez en cuando, fastidiada de la diaria rutina del trabajo y seguraipente saturada por el trajín, se iba a las tiendas a tomarse sus cervecitas cuando terminaba su faena del trabajo.
“LA ARROZ-SECO”. Seguramente no habrá en Cúcuta quien halla olvidado a una simpática Consuelo apodada “La Arroz-seco” y su especialidad, vender granos mojados como se le llamaba así, y en totumas con agua, maíz, arvejas, garbanzo, fríjoles, habas, y aparte en otra totuma masa de maíz que la hacía en bolitas para echarle a la sopa que los cucuteños llamamos “pira”, el grano mojado y las bolitas de masa las vendía de dos centavos en adelante, envuelta en cucuruchos de hojas de biado el paquetico.
CARMELITA. La aguapanelera; podríamos preguntar: quién de los cucuteños de aquella época no tomó el aguapanela preparada por esta señora?, qué sabor, qué delicia y a dos centavos el vasado, en esos vasos grandes llamados “guaraperos”. Quién no recuerda del coto aristocrático de Carmelita colgado en la parte superior del cuello a manera de dos siamesas chirimoyas adornado con una cadena de oro y varias libras esterlinas pendiendo?.
RAMON PEREZ. “El buchón” Ramón que vendía el mejor pan, el Pan “Contreras”, Ramón y sus cuentos verdes, chistes y retahilas tan groseras que de todas maneras gustaran o no gustaran, la gente por mas sería que fuera se reía, las muchachas eran felices oyéndole la lengua a Ramón, les decía a las muchachas: “Mijita, si no me lo compra, no me lo toque tanto. .. porque me lo magulla, y ya estoy muy víejito para que me lo sobe tanto, tenga la seguridad que yo no se lo meto del tieso”. Las gentes se reían y le celebraban la gracia al “buchón” Ramón Pérez.
CLAUDIA. La frutera, otro personaje de la inolvidable Casa de Mercado, de aquellos personajes típicos y jocosos, grosera como ella sola, en fin, de todo hay en la viña del Señor. En sus tertulias con los hombres, les decía: que ella conocía la virgnidad de la mujer cuando le iban a comprar guineos, ese guineo grande llamado “quinientos”. Si la muchacha lo tomaba por la punta, decía qué era virgen. Si lo tomaba por la mitad y lo contemplaba, no era virgen, que ella no fallaba en su apreciación y qué apostaba con cualquiera.
EL LLAVERO COLMENARES. En el puesto de cerrajería se conseguía lo imaginable en llaves y candados usados, ahí arreglaba chapas, hacía llaves, y compraba todo lo que vendieran en esa materia. Trabajaba a domicilio cuando exigían sus servicios, para abrir un baúl o un escaparate que era imposible llevarle al puesto de trabajo al mercado.
Se echaba al hombro un mazo de llaves como de una arroba de peso, fue tanto lo que trajinó con ese peso al hombro, que el hombro derecho, que se jibó para ese lado donde cargaba.
EL VIEJO MANUEL. Otro personaje que vendía oracio- nes, talismanes y esencias y el llamado ojo de buey. En Cúcuta toda la vida ha sido superticiosa y con creencias contra la religión y las buenas costumbres, y dentro de esas creencias fácil de explotar y de engañar.
El, vendía la oración de la ánima sola, del Angel de la Guarda, la de correr al enemigo y un mal vecino. Asimismo, vendía el talismán de la buena suerte, las contras para el mal de ojo, el aserrín de hierro imanado para atraer el dinero, el ojo de buey para que nunca le faltara plata en el bolsillo, la uña de la gran bestia, el nido de macua, el orín de la mona, las esencias: sígueme jpven, te quiero más, nunca te olvidaré, las del levante, el coral encantado y secretiado para evitarles el mal de ojo a los niños, y así por el estilo muchos artículos superticiosos que tenían grande demanda donde Manuel que conocía muy bien la sicología de las gentes.
EL NEGRO AMBROSIO RIVERA. Vendedor de papa les echaba barro y agua para dizque mantenerlas frescas, (bonito cuento) la turca Emilia su dienta, llegaba y le decía con ese lenguaje enredado de los turcos “haber majito Ambrosio como tiene las papas sucias y embarradas hoy, le cumpra uno tres libreas, y le sale media libra de barro; no sea tan ludran Ambrosio”.
Sería difícil e interminable describir todos los personajes de la Casa de Mercado y exhaltar su vida, su actividad comercial, sus costumbres, sus cuentos, sus anécdotas y chascarrilos.
Solo así llanamente nombrados otros como El Chuchero, el cabezón Corzo, El sordo Martínez en su “Tesoro Escondido” vendiendo alpargatas a 0.25 el par, Adán Wilches con sus clásicos zapatos de goma blancos y vistiendo de blanco, Vicente Alvarez con sus raspados sabroso de hielo, La Hormiguita de Oro vendiendo cuentos de Callejas, Carlos Silva mascando chicote y vendiendo aceite de tártago, El Negro Chirinos y su sabroso calentado, “La Gata” vendiendo maíz tostado.
Todos estos personajes hacen la crónica distraída y amena de un pasado que no volverá.
A estos personajes, agregamos otros que visitaban el mercado con especialidad los días sábados día del gran mercado, “Fosforito” el “Poeta” alegre y chascharatero, era un “gallo” para los piropos poéticos, improvisador de versos dirigidos a las muchachas.
“LA CUCHARITA” su nombre era Natividad Niño. La pobreza de esta mujer del pueblo, se reflejaba sobre su física humanidad, la indumentaria que vestía, siempre andrajosa, raída y descalza, con un olor que impresionaba en el olfato de su mal oloriento cuerpo, seguramente por el ofido a que se dedicaba, lavar las mesas de picar carne de los peseros cuando terminaban sus labores.
¡Ay! de quien le dijera “Cucharita”, la reprimenda verbal iba acompañada de los mas terribles zurriagazos de malas palabras del mas grueso calibre.
De ella, hay una anécdota, anécdota como en todos los personajes típicos de los pueblos. “Una aristocrática señora llega al mercado y necesita comprar unas cucharas de palo, y después de comprarle la carne a un tal Elias el “burro”, la señora le pregunta: señor, dónde vendrán cucharitas de palo.
Elias con toda la maldad le dice: indicándole a Natividad la “cucharita” que estaba a cierta distancia, aquella señora le indica donde las consigue.
Llega la señora y le dice: usted me hace el favor de decirme donde consigo las cucharitas de.. . no dejó terminar a la señora por lo que le preguntaba, y se vuelve como una “víbora ” y le dice lo habido y por haber en malas palabras con voz ahogada por la cólera.
Esta ha sido la crónica sobre la Casa de Mercado Cubierto y sus personajes mas resaltantes que han hecho la historia. Y así la bella y funcional, con naves espaciosas y ordenadas y clasificadas para el expendio de los productos, el 21 de mayo de 1949, recibió el artero latigazo y se vistió de fuego y se coronó de cenizas y la estructura de hierro y zinc rodó Dor el suelo por el devastador incendio que iluminaba el horizonte en un furioso derroche de llamas que se levantaban al cielo por todas partes, ante la impotencia de contener las llamas, y la tristeza de los cucuteños que vieron acabarse para siempre la Casa de Mercado.
cucutanuestra@gmail.com