PRECURSORES Y PERSONAJES DE NUESTRA INDEPENDENCIA / manuelita_saenz
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BIOGRAF�A
Nace en Quito en 1797
Muere en Paita (Per�) el 23.11.1856
Amante de Sim�n Bol�var, fue reconocida por �l mismo (25.9.1828) como
"Libertadora del Libertador". Fueron sus padres Sim�n S�enz Vergara,
espa�ol, y Mar�a Joaquina Aizpuru, ecuatoriana. Su infancia transcurri� en
Quito, donde r�pidamente se hicieron sentir los ideales de los movimientos
independentistas, organiz�ndose grupos revolucionarios. En tal sentido, Manuela
y su madre se identificaron con la gesta emancipadora; no as� su padre quien
permaneci� fiel a la Corona espa�ola, por lo que fue hecho preso al estallar
dicho movimiento, aunque posteriormente recuper� su libertad al ser sofocado en
1810. Debido a su apoyo al proceso de independencia americano, Manuelita fue
internada en el convento de Santa Catalina donde aprendi� a leer, escribir y
rezar. Seg�n una leyenda que circul� por mucho tiempo, siendo muy joven fue
raptada del convento por un oficial de nombre Fausto D'Elhuyar; lo cual no
obstante ha sido desmentido por la historiograf�a.
En 1817 contrajo matrimonio con Jaime Thorne, comerciante ingl�s, rico y mucho
mayor que ella; traslad�ndose con �l a vivir a Lima (Per�) entre 1819 y 1820.
A pesar de ser �ste un pa�s donde el sentimiento independentista no se hab�a
manifestado, en poco tiempo el prestigio de Sim�n Bol�var y su triunfo en la
liberaci�n de la Nueva Granada (1819) le gana entusiasmados adeptos a su causa,
entre ellos Manuela S�enz, quien se convierte en miembro activo de la
conspiraci�n contra el virrey del Per�, Jos� de la Serna e Hinojosa (1820); y
que al declararse la independencia del Per� (1821) se confiesa admiradora de
Jos� de San Mart�n. Los servicios de Manuela a la causa de emancipaci�n
fueron reconocidos al otorg�rsele, en 1822, la condecoraci�n llamada
"Caballeresa del Sol", consistente en una banda blanca y encarnada con
una peque�a borla de oro y una medalla cuya inscripci�n dec�a "Al
patriotismo de las m�s sensibles".
Luego de separarse de su marido, en 1822 viaja a Quito acompa�ada de su padre
para visitar a su madre; conociendo en este lugar a Bol�var, cuando �ste hizo
su entrada triunfal a dicha ciudad el 16 de junio de 1822. En Quito surge un
estrecho v�nculo afectivo entre Bol�var y Manuela, derivado de sus
conversaciones y coincidencias acerca de la campa�a libertadora. Ella no s�lo
concibe idealmente la independencia latinoamericana, sino que toma parte activa
en la guerra: monta a caballo, maneja las armas, es capaz de sofocar un mot�n
en la plaza de Quito. En 1823 Bol�var parte al Per� donde se le une semanas m�s
tarde Manuelita, quien lo acompa�a durante la campa�a libertadora de dicha
naci�n, permaneciendo en su cuartel general algunas veces, o en Lima y en
Trujillo en otras ocasiones. De los momentos en que estuvieron alejados, se han
conservado algunas de las cartas de amor que el Libertador le escribi� expres�ndole
cuanto la extra�aba, tal como la siguiente ep�stola del 20 de abril de 1825 en
la que le dice: "Mi bella y buena Manuela: Cada momento estoy pensando en
ti y en el destino que te ha tocado. Yo veo que nada en el mundo puede unirnos
bajo los auspicios de la inocencia y el honor. Lo veo bien, y gimo de tan
horrible situaci�n por ti; por que te debes reconciliar con quien no amabas; y
yo porque debo separarme de quien idolatro��� S�, te idolatro hoy m�s que
nunca jam�s. Al arrancarme de tu amor y de tu posesi�n se me ha multiplicado
el sentimiento de todos los encantos de tu alma y de tu coraz�n divino, de ese
coraz�n sin modelo".
Durante los primeros meses de 1825, hasta abril, y luego cuando Bol�var regresa
del Alto Per� (Bolivia) a partir de febrero de 1826, reside con �l en el
palacio de la Magdalena, cerca de Lima. Cuando Bol�var sale del Per� en
septiembre de 1826, Manuela permanece en Lima, donde persiste en la defensa del
ideario bolivariano despu�s de la reacci�n contra el Libertador en enero de
1827, por lo que es apresada por los adversarios de Bol�var y enviada al
destierro (1827), dirigi�ndose a Quito y luego a Bogot�, donde se establece en
1828. Al enterarse Bol�var de la situaci�n de Manuelita, la llama a su lado y
viven en la residencia que hoy es llamada Quinta de Bol�var. Para este tiempo
se hacen manifiestas las intrigas contra la autoridad de Bol�var, que llevan a
Pedro Carujo entre otros, el 25 de septiembre de 1828, a intentar asesinarlo,
conspiraci�n fallida gracias a la rapidez con que Manuela hizo huir a Bol�var
por una ventana del Palacio de Gobierno; es a partir de este acontecimiento que
se le llama Libertadora del Libertador, calificativo que le dio el propio Bol�var.
En 1830, encontr�ndose en Guadas (Colombia) se entera de la muerte de Bol�var,
por lo que se traslada de inmediato a Bogot� donde manifiesta p�blicamente de
palabra y por la imprenta su adhesi�n a los ideales del Libertador. Perseguida
por el gobierno que sucedi� en abril de 1831 al general Rafael Urdaneta en
Bogot�, finalmente es expulsada por consider�rsele conspiradora.
Encontr�ndose en Kingston (Jamaica), donde pasa un a�o, escribe al general
Juan Jos� Flores, entonces presidente del Ecuador, quien le env�a un
salvoconducto y as� intenta regresar a su pa�s; pero en Guaranda (Ecuador) en
octubre de 1835, es informada que no puede entrar a Quito, pues sus credenciales
no son v�lidas al perder Flores el poder. Asimismo, sus bienes fueron
confiscados en Colombia. Ante estas circunstancias se instala en Paita, al norte
del Per�, donde por necesidad econ�mica abre un comercio relacionado con la
producci�n de tabacos. En 1847 su marido es asesinado en Pativilca. Durante
esta �ltima etapa de su vida, fue visitada en el puerto de Paita por personajes
tales como Herman Melville (autor de Moby Dick), Sim�n Rodr�guez y Giuseppe
Garibaldi (patriota italiano). En 1856, contrae difteria, enfermedad que acaba
con su vida; su cad�ver fue incinerado a fin de evitar contagio en la poblaci�n,
lo mismo que sus pertenencias, entre ellas gran parte de la correspondencia de
Bol�var para ella, que guardaba celosamente. En agosto de 1988, fue localizado
el lugar donde se encontraban los restos de Manuela S�enz en el cementerio de
aquella poblaci�n. La identificaci�n fue posible gracias a que se encontr� la
r�plica de la cruz que siempre portaba la cual la identificaba como la compa�era
del Libertador.