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OCCIDENTE UNIVERSITARIO
N° 65(Ver todos los números)

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Publicación informal, editada en la UNIVERSIDAD FRANCISCO DE PAULA SANTANDER

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Director-Editor: JAIRO CELY NIÑO l 8 pp l JUEVES 24 DE AGOSTO DEL 2006
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EDITORIAL (O ALGO ASÍ).

El verbo que por esa oreja no se oye

En la fecha en que la presente edición de Occidente Universitario se difunde, concluye el primer mes (de 36) del tercer período rectoral de Héctor Parra y de
poco cambio, casi nada, se ha sabido.
Claro: es probable que hayan habido muchos cambios, entendidos como caras nuevas en los cargos directivos, pero el problema es que en esta Institución la información oportuna y oficial secularmente ha brillado por su ausencia, por lo cual se ha instaurado lo que coloquialmente denominan «el correo de las brujas».
Porque por información oficial de primera mano, «el suscrito» Director sólo sabe de uno: el de un nuevo vicerrector de Bienestar. No de más, porque instintivamente siempre ha esquivado a los chismosos.
Pero en el evento de que sólo haya habido el cambio mencionado, ello, en la percepción del «suscrito» Director, implicaría que, cuando en la noche del 24 de julio Héctor Parra llegó como rector recién posesionado a su despacho, sobre su escritorio sólo encontró la renuncia protocolaria del saliente vicerrector de Bienestar.
Si ello fuere así, se estaría evidenciando que a quien accede por nombramiento y no por elección a un cargo directivo hay que impartirle un curso de inducción, tal como se le imparte al estudiante que ingresa a una carrera y al profesional que ingresa a la docencia.
Sólo que si el del estudiante «primíparo» dura unas 20 horas y el del profesor «primíparo» dura tal vez 40 horas, el del mencionado directivo duraría no más de un minuto, en el cual aprendería —si por Alzheimer selectivo lo ha olvidado— que su cargo es de libre nombramiento y remoción, por lo cual se estila renunciar ante cada nueva autoridad nominadora… para ahorrarle a ésta la eventual molestia de declararlo insubsistente.
Pues, si la autoridad nominadora desea que continúe colaborando, lo nombra y lo posesiona nuevamente. Porque no tendría presentación que, con un solo nombramiento, el mencionado directivo dure en su cargo más de lo que dura el período de la autoridad nominadora.
O sea: que no hay que abusar del «bobo bueno».


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Empresas familiares

GUILLERMO CARRILLO BECERRA,
profesor Asociado emérito de la UFPS.
gecarril60@yahoo.es

Una empresa familiar es aquella organización que pertenece, en su origen, a una familia. Por lo general, es el sueño de un individuo que un día decide trabajar, no como empleado sino como patrón de sí mismo.
El común de la gente piensa que este modelo es valedero sólo para microempresas, lo cual no es tan cierto.
Para disminuir costos, se hace uso del aporte laboral de los demás integrantes del clan. Y así, con el esfuerzo sostenido y con la inversión de una buena parte de las utilidades, el negocio empieza a rendir los frutos esperados, y al cabo de los años la parcela se ha convertido en una hacienda, la tienda en un supermercado, el taller en una fábrica.
De esta forma nacieron grandes emporios industriales como Ford, Boeing y Ferrari, a nivel mundial. Carulla, Postobón y El Tiempo, a nivel nacional. Algunos continúan en manos de los descendientes del fundador. Otros, cambiaron de propietarios, pero siguen manteniendo la impronta y el reconocimiento hacia el gestor de la idea.

LA ADMINISTRACIÓN
En un comienzo, el manejo recae en el padre de familia. Él hace, organiza y manda. Todo gira en torno a su soberana voluntad. Los manuales de procedimiento y los reglamentos están en su memoria. Son pocos los registros y, escasamente, se lleva una contabilidad de cuaderno. Sin embargo, a pesar de todas estas falencias, los pocos que logran sobrevivir —se calcula que sólo el 10% de los proyectos son exitosos— van abriéndose camino en el tortuoso mercado.
Para nadie es un secreto que la parte más difícil de cualquier organización es convencer a los potenciales clientes de las bondades de su producto. Y todo por la bendita “fidelidad del consumidor”: la persona que siempre toma Cocacola, el fumador que siempre compra cigarrillos Belmont, el fiel consumidor de productos Alpina. Pero también se da hacia determinados sitios favoritos de cada persona: el supermercado, la panadería, el estadero.
Así que la tarea para el novato empresarial es una lucha permanente y de mucha paciencia, ya que se trata, ni más ni menos, de cambiarle los hábitos de consumo a un ser que está muy conforme con lo que recibe a cambio de su dinero. Sólo es posible ganar esta pelea si al consumidor se le ofrece un producto de mejor calidad por el mismo precio de la competencia, o un producto igual pero más barato.
Pero llega un momento en que toda empresa entra en crisis. Bien sea porque los resultados no son los esperados y se concluye que “hasta aquí nos trajo el río”, o porque las ventas son muy buenas y el público exige más producción, pero los conocimientos y el estilo administrativo de don Filemón no son capaces de hacerle frente a ese reto y, por ello, se ve en la necesidad de delegar en otras personas más capacitadas ciertas funciones, cosa que no es muy de su agrado, ya que siente que su reinado absoluto está llegando a su fin.

EL RELEVO

Aparece aquí el relevo generacional. A propósito, quiero narrarles un caso real de don Gilberto R., dueño de 3 hoteles de media estrella, es decir, lo que antes llamábamos “pensiones”, ubicadas en las cercanías del terminal de transporte. Como lo podrán imaginar ustedes, no eran sitios que sobresalieran por el mobiliario, la atención y la comodidad, pero con esos timbirichis había levantado a su familia.
Presintiendo su pronta partida, don Gilberto decidió que había llegado la hora de entregar el mando a sus hijos —dos hombres y una mujer—, profesionales ellos, educados en prestigiosas universidades, para que lo acompañaran, durante un tiempo, en el manejo de sus flamantes hoteles. “Huy, qué oso, ¿nosotros metidos en esos cuchitriles?”, “el cucho se manda cáscara”, “tanto estudiar administración y finanzas para terminar atendiendo a la chusma”.
Y ya fallecido don Gilberto, sus adorados vástagos, en un santiamén, feriaron las propiedades y se dedicaron a comprar carro nuevo, ropa fina y otras banalidades suntuarias, que producen un placer temporal pero que a largo plazo no dejan sino sinsabores y frustraciones. Es la típica fantochería de aquellos herederos que no valoran el sacrificio de sus padres sino, lo que es peor, se creen superiores por el solo hecho de contar con un diploma profesional.
Los dotores son, ahora, burócratas; es decir, pasaron de la posibilidad de ser empresarios a lagartos de los políticos, para que los asomen a un cargo. Este modelo se conoce como Empresas de una sola generación. Se muere el dueño y el negocio también.

Otra alternativa que se da es la de que los descendientes continúan manteniendo la entidad, pero administrada a lo burro. No existe la estructura propia de una institución seria y responsable: organigrama, cargos, funciones, reglamentos, asambleas.
Ahí aparecen los clásicos problemas: rivalidades entre hermanos; decisiones tomadas al calor de las emociones y no por el poder de la razón; injerencia de esposas, nueras y cuñados. Las supuestas asambleas de socios son unos verdaderos zaperocos, en donde se habla de todo y se proponen barbaridades que ponen en peligro la supervivencia de la empresa. No es raro escuchar cosas como “a mi hijo hay que darle un puesto como regalo de grado”, “yo estoy colgado en las cuotas de la casa, así que necesito que me entreguen todas las utilidades que me corresponden”. “¿Y la inversión para renovar la maquinaria, qué?”. “Ah, yo no sé: en todo caso, a mí me dan mi plata”.
Este tipo de manejo, que podríamos llamarlo ordeñando la vaca, sin darle pasto, cruelmente conduce a una desaparición triste y lánguida de todo un esfuerzo realizado por el fundador, que siempre pensó en dejarlo a su descendencia para que ellos, más cultos y educados, le den un impulso de renovación y modernización. Pero qué va, a veces resultan puros recostados.
De acuerdo con las estadísticas, se calcula que más de la mitad de las empresas heredadas desaparecen de esta manera. Se les llama Empresas de segunda generación.

Otros más sensatos reciben la herencia colectiva y se ponen de acuerdo para hacerla crecer. Son los que creen que las cosas se hacen con criterios técnicos y profesionales, y no con pavadas y chicanerías. Tienen muy claro en separar lo que son los objetivos personales de los objetivos empresariales. Establecen, en conjunto, una visión realista sobre la misma.
Le dan vida a rigurosos reglamentos sobre manejo y comportamiento de los socios. Contratan asesorías porque se conocen y son conscientes de las fortalezas y debilidades de cada uno. Hacen pactos de respeto y tolerancia, buscando que los conflictos entre los socios no interfieran con la buena marcha de la empresa.
Cuando este tipo de estructura se impone, la familia —como un todo— sabe que la responsabilidad asumida les garantiza, en buena medida, el éxito en sus claros objetivos. Como dice la sabiduría china: “La obligación de cada generación es mejorar lo que recibe: sólo así progresan las personas y los países”.
Llegado el momento del relevo en la gestión empresarial, los dueños se sienten tranquilos y seguros, porque una de las tareas propuestas —como se dice en el fútbol— es que cuentan con unas divisiones inferiores preparadas para ocupar la titularidad. Se les conoce como Empresas de tercera generación.

Es claro que aquí no termina todo, como es el caso de Carvajal & Cia. Don Adolfo Carvajal empezó como ayudante en una tipografía en Cali, a comienzos del siglo XX. Luego de que aprendió los secretos de tan interesante oficio, él pensó que lo más conveniente era independizarse. Como todo soñador, tenía más ilusiones que dinero.
Trabajando arduamente y con la ayuda de su esposa y de sus hijos logró, al cabo de los años, ser el dueño de la tipografía más importante del occidente colombiano. Sus hijos y demás descendientes fueron incorporando más y más valor agregado, hasta convertir a Carvajal & Cia en lo que es hoy: una multinacional en el campo de los impresos. Es un ejemplo de perseverancia, trabajo y unidad familiar. Es una Empresa de sexta generación.
(Cúcuta, agosto de 2006.)


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Que lo diga Edgardo, yo no (3)
(CONTINUACIÓN)


RICARDO GARCÍA RAMÍREZ,
profesor Titular emérito de la UFPS.

No recuerdo si fue el año pasado o antepasado que murió Jacobo Timmerman, propietario y editor de publicaciones argentinas. Pero se le recuerda más porque fue preso político de la dictadura argentina de 1976 a 1983, y por lo cual Jacobo escribió en prisión el libro Preso sin nombre, celda sin número.
El novelista argentino Tomás Eloy Martínez, hablando en su columna dominical del semanario El Espectador sobre la muerte de Jacobo, contó que éste lo invitó a escribir para una de sus revistas y que, cuando salió publicado el artículo que le escribió, se topó con que había sido retocado. Tanto, que le reclamó alegando que el artículo quedó diciendo prácticamente lo contrario. Y que, palabras más, palabras menos, Jacobo le salió con que: “¿No sabe usted que es un derecho del editor meterle mano a los artículos?”.
Traigo lo anterior a colación porque, sea cierto o no aquel “Derecho de Pernada”, me ocurrió que el artículo Que lo diga Edgardo, yo no (3) se lo entregué completo al director y editor de Occidente Universitario para la edición 64, y éste lo publicó incompleto dizque “por razones de espacio”. Y para “remendar el capote” puso un: Continuará.
Cuando le comenté que parecía que su afán de ahorrar espacio era para incluir mi artículo sobre el saberlo pedir y pedirlo a tiempo para que se le den a uno, me respondió:
—Claro. O es que usted, habiendo sido sacerdote, ¿ya olvidó que una de las obras de misericordia es la de enseñar al que no sabe? Porque el sexo es cuestión de motivación visual y no de Viagra, y se supone que los colegas sub-70 olvidaron cómo hay que pedirlo.
Así que me tocó recomponer como otro artículo lo recortado a Que lo diga Edgardo, yo no (3), para la edición 65.
l
—Dígame una vaina, Cardín —me dijo Edgardo en el restaurante y cervecería El Barril, del municipio de Los Patios—: en la Francisco de Paula, ¿cómo es el cuento de las Habilitaciones?
—Pues para que un estudiante pueda habilitar una asignatura teórica —le respondí—, porque las prácticas no son habilitables, tras presentar el llamado examen final debe dejar la llamada calificación definitiva entre 2 y 2,9.
—¿Y con qué calificación en el examen de habilitación salva la materia?
—Como cualquier asignatura, con 3 sobre 5, pues lo que obtenga en la Habilitación le queda como nota concluyente.
—Pues en la de Guasimales es distinto. Claro que durante años fue como en la Francisco de Paula. Pero en muchos casos eso era feriar la calidad porque un estudiante medio vago, que tras el examen final dejó en 2 la asignatura, con el examen de habilitación de pronto la dejaba en 3,3 y eso no era justo con el estudiante que, habiéndose molido el culo estudiando en el semestre, la dejó en 3.
—Entonces, ¿qué hicieron?
—Se reformó el reglamento estudiantil —me respondió—, de modo que la calificación del examen de habilitación se promedia con la llamada calificación definitiva. Así, el que dejó ésta en 2, para salvar la asignatura debe obtener en la Habilitación al menos 4. ¿No le parece eso más equitativo?
—Lógico que sí. Pero una vaina: ¿no se arrevolveró el Consejo Estudiantil?
—¡Dígame si no! Pero el Rector “testiculado”, como usted ha llamado al que le dije que sí sabía para qué fue que Dios le dio unos sesos y un par de güevas, no cedió. Sobre todo, no ante el periodismo mercenario.
—¿Y qué es esa joda? —le pregunté.
—Pues el periodismo del llamado “tercer mundo” en que nacimos. Sobre todo el de “la provincia”, que casi nunca es objetivo porque suele ensalzar al mandamás que “lo engrasa” con contratos de publicidad oficial. O habla pestes de determinado mandamás, ya en retaliación porque no le dio contratos, o bien porque los enemigos personales o políticos del mandamás “lo engrasan” para que le monte el sirirí.
—¿Y qué pasó con el Rector testiculado?
—Pues que el periodismo local, ad honorem o pagado, y vaya usted a saber por quién, le montó al Rector una andanada del carajo, que lo menos que le dijo fue que era un Herodes masacrando a los “chinitos”. Pero como eso se supo en la capital de la República, el periodismo de allá, que no es tan ramplón como el que se estila en “la provincia”, coadyuvó a contrarrestar la mala prensa regional, al punto de que, de buena o mala gana, la opinión pública local terminó por aceptar que la política rectoral era sana.
Le echamos más whisky y hielo a nuestros vasos, nos tomamos un sorbo y me dio por comentar:
—Oiga, Edgardo: de pronto se me ocurre que se podría reemplazar el examen de habilitación por un curso… digamos “de nivelación”, que el estudiante cursaría en el receso entre semestres. Si no lo cursa, pues tiene que repetir la asignatura; como la repetiría el que tomó el curso “de nivelación” y demostró que, definitivamente, no “le entró” la asignatura en el repaso. Porque el curso “de nivelación” vendría siendo eso: un repaso acelerado, habida cuenta de que el estudiante ya cursó la asignatura a la velocidad normal de un semestre.
»Dicho curso duraría, digamos, dos semanas —continué—, por lo que tendría un costo menor que el del llamado “curso de vacaciones”, el cual dura 5 ó 6 semanas porque la asignatura se desarrolla como si el estudiante hasta ahora la cursara, con la única diferencia de que en el “curso de vacaciones” la asignatura tiene tantas horas de clase por día como las que tiene por semana en el semestre. Y claro: el curso “de nivelación, aunque de 2 y no de 5 ó 6 semanas, tendría la misma intensidad horaria diaria que el tradicional “curso de vacaciones”.»
—¿Pues sabe, Cardín —me dijo Edgardo—, que viene siendo buena idea? Sólo que, si el curso “de nivelación” se adoptara en la Universidad de Guasimales, ésta haría con él lo que hace con el “curso de vacaciones”: que lo dicta un profesor de planta, distinto del que dictó la asignatura en el semestre.
—¡Qué va! Porque en la Francisco de Paula, el “curso de vacaciones” lo dicta el profesor que dictó la asignatura en el semestre.
—Pues en la de Guasimales era así. Pero en determinado momento comenzó el run-run de que algunos profesores ocasionales, y sobre todo de hora-cátedra, estaban calificando “a lo cerdo” en el semestre, dizque para asegurar “clientela” para un “curso de vacaciones”.
—¿Y ese chisme sí era cierto?
—Eso no se pudo comprobar fehacientemente —dijo Edgardo—, como ocurre con el acoso sexual que denuncia una estudiante. Pero como los profesores ocasionales están mal remunerados, y los de hora-cátedra sí que están peor, el Consejo Académico, en vez de “cranear” una política de mejoramiento salarial para esos profesores, decidió que el “curso de vacaciones” lo dicte un profesor de planta que no la haya dictado en el semestre que acabó de terminar.
»Eso indicaría —continuó— que, “por debajo de cuerda”, el Consejo Académico le dio credibilidad a tal run-run, pues, según la infidencia de un colega muy amigo mío y que era miembro del Consejo, éste se fijó en un par de coincidencias: la primera, que por dictar un “curso de vacaciones” el profesor recibe un dinero extra, lo que sugiere que al Consejo le sonó lo de “asegurar clientela”; y la segunda, que un porcentaje de estudiantes, mayor que el tradicional, estaba reprobando asignaturas dictadas por ciertos profesores ocasionales y de hora-cátedra.»
—Pues por aquello de que la esposa del César no sólo debe ser virtuosa sino que debe parecerlo, diríase que la decisión es acertada. Pero dígame una vaina: al implementar esa metodología, ¿qué ocurrió?
—Pues, coincidencia o no, mermó la alta mortalidad académica en los cursos a cargo de esos profesores.
Apuramos otro sorbo, tras lo cual me preguntó:
—¿Y va a proponer lo del curso “de nivelación”?
—¿Sabe que me da flojera, por ser un jubilado? Porque en la Francisco de Paula, a un jubilado hasta lo oyen; pero, en todo caso, no lo escuchan.
—Entonces —redondeó lapidariamente Edgardo—, lo mejor es que no se ponga de toche a proponer lo del curso “de nivelación” para reemplazar el examen de habilitación, y menos se le ocurra proponer lo del cambio de profesor para el “curso de vacaciones”. En otras palabras, ¿para qué hablarle a un oído sordo?
Después de esto hablamos un jurgo de vainas que nada tienen qué ver con la Academia, hasta que escurrimos la segunda botella de “Sello Rojo”, tras lo cual ordenamos el almuerzo. Luego pagamos la cuenta y nos despedimos, no sin antes acordar que nos volveríamos a reunir “un día de estos” para seguir hablando de la Universidad.
Al fin y al cabo, ¿de qué otro tema puede “hablar con propiedad”, como exige Carbuco, un par de jubilados sub-70, después de 30 o más años de servicio a una Institución Pública de Estudios Superiores?


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De los créditos académicos

CARLOS HUMBERTO AFRICANO,
profesor Asociado emérito de la UFPS.

Pocas veces una actividad levantó tanto revuelo en la universidad como esta vez las jornadas de capacitación a los docentes sobre créditos académicos. Y no era para menos, pues toca muy de lleno la esencia del quehacer universitario como es el proceso de enseñanza–aprendizaje.
Con muy buena iniciativa esta administración que comienza decidió entrar de lleno a darle aplicación al decreto 2566 de 10 de septiembre de 2003, del ministerio de Educación, y a los Acuerdos 040 del 10 de abril de 2003 y 006 del 5 de marzo de 2003, del Consejo Superior Universitario, sobre políticas curriculares. Interesante y necesaria la iniciativa que nos va a poner a tono con las demás universidades de país, donde el proceso ya fue iniciado.
Sin entrar en detalle sobre las bondades o reparos que puedan hacerse, este proceso deberá llevarse a cabo, pues de él depende la acreditación de los programas académicos de la Universidad que, según se dijo en aquellas jornadas, deberá estar terminado en 2012 y, para 2009, la Universidad deberá tener al menos cinco programas acreditados, con el estímulo de que a la fecha tiene el 100% de ellos con registro calificado. La meta es ambiciosa y el proceso ya se inició en firme.
A decir verdad, esto ya lo conocemos de tiempo atrás. Mucha corriente se ha botado sobre los modelos educativos constructivistas y conductistas, y Piaget ya conoce todos los rincones de nuestra universidad.
El concepto de crédito académico no es nada nuevo, pues hace 25 años se llamó ULA (Unidad de Labor Académica), donde se estimó también que el estudiante debe dedicar dos horas de trabajo independiente por cada hora presencial, pero la métrica era de un crédito por cada hora presencial. Ahora se ha definido el crédito como 48 horas de trabajo del estudiante, entre horas presenciales y trabajo independiente, con o sin acompañamiento, con el mismo resultado. Veamos:

Horas Horas Horas Sem. x Horas CRÉDITOS
Seman. Indep. Totales Semes. Semes.
4 8 12 16 12x16=192 192/48 = 4
3 6 9 16 9x16=144 144/48 = 3

Lo que nos inquieta no es la medición, sino lo que se viene detrás de todo esto.

PARA LOS ESTUDIANTES
Frases lapidarias se soltaron en aquellas jornadas de capacitación:
“El estudiante debe crear su propio conocimiento”. “La clase magistral se acabó”. “El profesor es una guía”. “El proceso se centrará en el aprendizaje, no en la enseñanza”. “El estudiante deberá dedicar efectivamente dos horas al trabajo independiente”. “El estudiante debe aprender haciendo”. “Esto implica un cambio de mentalidad en el estudiante”.
Y todos sabemos cuál es la mentalidad de nuestros estudiantes en lo que se refiere a estudiar. Alguien acotó: “Es que les gusta que les den todo molidito”. Sobre esto cualquier especulación es válida. Yo sólo me voy a permitir analizar las cuentas que allá nos hicieron.
Se proponen semestres de 16 créditos, lo que equivale a 48 horas de trabajo semanales. De modo que el estudiante, como “jornalero” del auto-aprendizaje, deberá “trabajar” 8 horas diarias y sin remuneración, seis días a la semana, sin descanso, durante 16 semanas.
Esto sobre el papel, porque van a tener que hacer grandes esfuerzos los directivos para cuadrar un semestre de 16 créditos, al menos en Ingeniería. Yo sólo logré esto:

Materias Horas Créditos Créditos por
Seman. las Materias
2 4 4 8
2 3 3 6
1 2 2 2

TOTAL CRÉDITOS 16

Lo que implica semestres de cinco materias, eliminando muchas, y con aquellas que eran de 5 horas semanales, pasaron a 4; y ahora, algunas serán de 3. Definitivamente, esto implica un esfuerzo muy alto para el estudiante, que deberá auto-regular su estudio; y luego para el profesional, que será graduado a volandas en 8 semestres con menos materias y con menos estudio.

PARA LOS PROFESORES
No es tanto cuántos créditos son, sino a cuántas horas quedarán reducidas las materias que, con el obligado recorte, apenas sí vamos a tener tiempo para nombrar los temas y exponer algunas someras ideas, el resto será “acompañamiento independiente”.
De otra parte, aunque se venía practicando con este modelo, ahora se vuelve imperioso que cada profesor esté en “la frontera del conocimiento”, como quiera que en las jornadas de capacitación se hizo mucho énfasis en que se hace necesario por:
l El acelerado cambio y desarrollo científico;
l Las exigencias y demandas de la sociedad;
l El desempeño laboral cambiante (del egresado);
l El desarrollo, aplicación e innovación de nuevas tecnologías.
Pero además se tocaron los temas de la acreditación nacional, la confrontación con pares (profesores) nacionales, la acreditación internacional y la paridad con académicos de otros países. De modo que los profesores deberán empezar su actualización científica ya y, de alguna manera, la universidad deberá apoyarla; no sólo la los profesores de planta, sino la de los ocasionales y la de los de cátedra.
Difícil tarea para esta universidad de provincia, en la que, además, el peso de la carga académica reposa en los profesores ocasionales, y mayormente en los catedráticos, toda vez que, según la estadística presentada, la distribución, redondeando cifras, es:
Profesores de planta: 100 14,3%
Profesores ocasionales: 200 28,6%
Profesores de cátedra: 400 57,1%

PARA LAS DIRECTIVAS
Su trabajo, que ya comenzó con mucha exigencia, deberá ser continuado con un necesario cambio en toda la reglamentación, empezando por los planes curriculares.
De otro lado, deberán conseguirse grandes recursos económicos para enfrentar este reto. Recursos para infraestructura, dotación e implementación, sistemas informativos virtuales y físicos.
Pero en lo que está el verdadero reto es en la docencia, que no podrá seguir en manos de docentes “por raticos”, mientras los de tiempo completo ocupan cargos directivos. De modo que el cambio debe darse ya, para que en poco tiempo la distribución de profesores sea al revés de la actual, cambiando la modalidad de ocasionales y catedráticos por profesores de planta, para que el mayor peso de la academia esté en éstos, sin ocasionales y con muy pocos catedráticos, que deberán ser verdaderos científicos, pues, a 2012, todos los profesores (de planta y catedráticos) deberán tener doctorado, pues está en la mira la acreditación.
El remate de todo esto es que las carreras serán recortadas a cuatro años y ya hay universidades que están adaptando sus planes curriculares a esta nueva modalidad con uno o dos años de especialización o maestría, es decir, el paquete completo, porque en la vida actual, el pregrado no es suficiente. De modo que la UFPS deberá ir pensando en niveles de educación por encima del pregrado con varias alternativas en todas las carreras, porque es para allá para donde conduce el modelo propuesto.
(Cúcuta, agosto 22 de 2006.)



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“¡Viva Colombia! Viaja por ella...”

FLORENTINO CÁRDENAS PÉREZ, médico
pediatra, Universidad Nacional de Colombia.

Acogiendo la insinuante invitación gubernamental que he utilizado como título, y motivados por el hecho de que La Playa de Belén, Norte de Santander, oficialmente recibiría in situ la honrosa designación del ministerio de Cultura como Bien Cultural de Interés Nacional, el 10 de septiembre del año pasado un grupo de familiares y amigos decidimos hacer un viaje de retorno a dicho municipio. Lo hicimos luego de ausencias prolongadas para unos, y esporádicas para otros, pero unas y otras justificadas por las actividades particulares de cada uno de nosotros. También nos entusiasmó a hacer el tour la nueva infraestructura vial y la seguridad en carreteras ofrecida por la fuerza pública.
En mi caso, había el antecedente de que en 1966 hice mi medicatura rural entre Ábrego, La Playa y varias villas del entorno ocañero. En este viaje recordé el de 40 años antes, que contó con el acompañamiento del gobernador, doctor Miguel Durán Durán, del obispo de Cúcuta, monseñor Pablo Correa León, y del secretario de Salud, doctor Adolfo Martínez Badillo. Ellos me posesionaron esa vez como director del Hospital Inmaculada Concepción, de Ábrego. A La Playa retornaba después de tantos años, y junto con mis compañeros de viaje nos encontramos con la sorpresa de que la comunidad nos hizo objeto de múltiples actos de agradecimiento y amistad.
A la exaltación de La Playa de Belén, el 10 de septiembre de 2005 también viajaron el gobernador, Miguel Morelli Navia, el secretario departamental de Vías, Jaime Claro Arévalo, alcaldes de municipios nortesantandereanos y ex alcaldes de La Playa, delegados ministeriales, periodistas, promotores turísticos, etc., quienes lógicamente fueron entusiastamente recibidos y atendidos por la comunidad con diversos actos de sana diversión programados por el municipio para celebrar la distinción que le hiciera el ministerio de Cultura.
Aunque no soy un virtuoso de la narrativa de paisajes, me animo a escribir sobre mi viaje del 10 de septiembre del año pasado para decir que, cuando hace 40 años hice mi medicatura rural, para ir de Cúcuta a La Playa se necesitaban 10 horas de viaje por una polvorienta carretera. Esta vez, 4 horas fueron suficientes para que los oídos y la retina disfrutaran con sonoros arroyos, quebradas y ríos que en contravía brillaban y se destapaban para no perderse el paso de la multicolor caravana que en raudo viaje se confundía con colinas, cascadas, riscos y caminos, coloridos cebollales, fructíferos valles y silenciosos estoraques, que contrastan con sabanales, cafetales, cañaduzales, desiertos, llanuras y cañones de ríos, anunciados por otros departamentos como maravillas turísticas por conocer.
Ya allí en La Playa, la encontramos habitada todavía por gente que en su mayoría es de origen alemán, pero que en todo caso tiene la idiosincrasia hispana que con el paso de los años adquirieron sus ancestros.
Como escribió Guido Pérez Arévalo en su libro La Playa de Belén, la población de esta generosa tierra se ha caracterizado siempre por su buena índole, donde el civismo brota como planta silvestre. Sus esbeltas y bellísimas mujeres, y sus hombres creativos y dinámicos, mejoraron sustancialmente sus viviendas con puertas, aleros y ventanales elaborados en madera. Sus calles están iluminadas con hermosos faroles de estilo colonial, y las paredes se engalanan con materas de barro que exponen la variedad y los colores del jardín nativo.
Los universalmente conocidos Estoraques son moles de tierra casi pétrea que semejan ruinas y castillos milenarios, que sirven y han servido de inspiración a múltiples poetas; entre ellos, Eduardo Cote Lamus. Recordemos, para ponerle fin a estas líneas de “escritor improvisado”, apartes del poema de Eduardo Cote Lamus:

Aquí ya sucedió el juicio final
lo demás son huellas, son restos
testigos de lenguas cortadas
por las espadas de los ángeles.

Mas aquello es otra cosa:
para nada cuenta el tiempo.
El hombre nunca estuvo, pero están sus sueños.
¿A dónde va la luz? ¿A dónde el viento?

La ciudad seguramente estaba amurallada.
Pero ¿quién hizo sus murallas?
Aquí el muñón de los castillos
mas la torre ¿de qué se defendía?

¿Qué fue lo que pasó?
¿Por qué esta ciudad es una tumba?

Dos columnas anuncian su reino.
Por la izquierda va subiendo el bosque
de ruinas. Al otro lado el vuelo de los pájaros
y por encima el sol casi crepúsculo
¿hubo aquí alguien?

Toda la montaña es estoraques:
los templos pretéritos —acaso sin Dios— donde la vida
no existió, las grandes pagodas, la rutilante cúpula,
el vuelo audaz del alquitrabe,
la complicada seriedad de la archivolta
y nada menos que el sueño, es decir, lo único
que de los hombres existe. Arriba el látigo
de los arcos cruzados, el surtidor de piedra, el arte
que innominado artesano cumplió, y abajo
el apoyo eficaz del arbotante,
los muros con largos ventanales
y el pie de la columna resistiendo
el peso de siglos.


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Videoclips en blanco y negro

CARLOS HUMBERTO AFRICANO (22/VIII/06)

El pan de cada día en esta Banana Republic son los hechos y acciones en los que a cual más, sin razón valedera, sólo porque sí, retorciéndole el pescuezo a la ley, o “amparándose” en ella, interpretándola a su acomodo, o simplemente faltando a la ética, desde los que ocupan los altos cargos del poder, los llamados mandos medios, los jefes de alguna oscura oficina o hasta el simple cura de un pueblo, atropellan y menoscaban la integridad o la dignidad del sufrido Juan Pueblo y ¡hola!, nadie dice nada, pareciera que a nadie le importara.
Ríos de tinta serían necesarios para registrar tanta ignominia, pero sólo veamos algunos de los ocurridos últimamente.

PROYECTO PETROLERO EN LA ZONA U’WA
Como todos saben, la visión de los U’wa en relación con la tierra es que es su madre, sin ella no hay vida y el petróleo es su sangre que da vida a la humanidad, a los animales y a las plantas.
Pero luego de 14 años de lucha por defender su territorio, su cultura y sus ideales, el Consejo de Estado los condenó y emitió concepto favorable para reiniciar exploraciones, en un brinquis-saltis de acomode de la OXY entre las altas cortes, luego de que la Defensoría del Pueblo, representando al pueblo U’wa, instaurara tutela y la Corte Constitucional fallara a favor de los U’was y ordenara detener las exploraciones.
No valió la demanda de los U’wa ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, ni que haya pasado por el Congreso de USA, ni por la OEA, ni que en mayo de este año 57 ONG de USA y Europa solicitaran suspender definitivamente cualquier proyecto petrolero en territorio U’wa.

DESECHOS PELIGROSOS
El 10 de mayo de 2006, sin considerandos, sin motivación, la saliente ministra del Medio Ambiente, doctora Sandra Suárez, expidió la resolución 0809 que derogó la resolución 189 del 15 de julio de 1994 que prohibía introducir residuos peligrosos al país. Para justificarse dijo: “Estaba tácitamente fuera de orden jurídico y era necesario avanzar hacia la armonización normativa”. (¿?)
El 29 de junio, último día como ministra, con la resolución 1236 aprobó la licencia ambiental para importar baterías usadas (que contienen desechos tóxicos) a una empresa de la familia del ministro de Minas, Luis Ernesto Mejía, contraviniendo el Convenio de Basilea sobre tráfico de desechos tóxicos, declarado exequible por la Corte Constitucional en noviembre de 2005.
El nuevo ministro del Ambiente expidió la resolución 1402 que revive la 189, pero el daño ya está hecho, porque con la resolución 1236, “aquellos” ya pueden importar desechos tóxicos. Ah, y además, el nuevo ministro dejó la puerta de atrás abierta: “Se podrá acreditar licencia ambiental con autorización expresa del ministerio del Medio Ambiente”. ¡Qué tal la uva!
(Datos tomados de El Espectador, edición del 23 al 29 de julio de 2006.)

BANDA PRESIDENCIAL
Gracioso el episodio de la enrevesada… banda en la toma de posesión del presidente Álvaro Uribe Vélez, transmitido al mundo y comentado por todos.
Pero quizá lo más gracioso fue la explicación dada por la presidenta del Congreso, Dilia Francisca Toro, registrada en la revista Cambio (Nº 685, 14 al 20 de agosto de 2006, página 12): “Uno se pone los pantis al revés para la buena suerte”. (¿?) ¿Qué habrá querido decir, con la comparación, la presidenta del Congreso? Cualquier interpretación es válida.

INTOLERANCIA EN LA ACADEMIA
Sin saberse de dónde vino, explotó en el primer centro de estudios del país, la Universidad Nacional de Colombia, una granada de fragmentación, según información televisiva, en protesta por las reformas académicas que recién emprende.
Grave, gravísimo el hecho de los niveles de intolerancia que afronta el país y que se nos está metiendo al rancho.

EN LA FEDERACIÓN DE FÚTBOL
Si por allá llueve, por aquí no escampa. Según información televisiva, al profesor Reinaldo Rueda, nombrado director técnico de la selección colombiana de fútbol, le impusieron condiciones (confirmadas el 17-08-2006 por él, luego del partido amistoso con Chile), para la convocatoria de jugadores, en cuanto les impiden a éstos asociarse para pedir reivindicaciones laborales, contraviniendo la directiva de la FIFA sobre condiciones mínimas y dignas en la contratación.

EN LA REGISTRADURÍA DEL ESTADO CIVIL

Obtener la cédula de ciudadanía o un duplicado se volvió un imposible físico y metafísico. Y eso que a 31 de diciembre de 2006 todos los colombianos deberán tener la cédula en el nuevo formato.
Cuando no es la falta de papelería, es el cierre temporal de las oficinas, o los horarios de expedición con colas interminables desde las 3 a.m., o citas telefónicas a un teléfono sin comunicación.
Según información televisiva, la Registraduría afronta 4.000 tutelas y 8.000 derechos de petición.
Y ante la queja de un ciudadano, el director nacional de identificación, Jaime Hernando Suárez, dijo alegremente: “Es la indolencia de la gente que le impide a este ciudadano obtener su cédula. Es que todos vienen a pedir duplicados”. (¿?)

EN LOS BANCOS
Motu proprio y sin consultar a los clientes, resolvieron ampliar a 24 meses todos los plazos para compras con tarjeta de crédito. Un gerente de una de esas entidades dijo: “El que no quiera, pues que lleve una carta al banco explicando sus motivos”. Como quien dice, se va fusilando mientras llega la orden.
La otra es el acoso telefónico ofreciendo cuanto cachivache hay en el comercio. Ahora resulta que ampliaron su razón social a la negociación en especie, invadiendo la privacidad de los clientes y, sobre todo, el espacio de las empresas legalmente constituidas dedicadas a esta actividad. A este paso pronto tendremos a los bancos, por actividad, y a los comerciantes, por inactividad, vendiendo yuca, papa y fríjoles, y en las fondas antioqueñas habrá que cambiar el graffiti: “Como en los vancos (sic) no venden frisoles, aquí no fiamos”, por: “Como en los vancos sí venden frisoles, aquí no vendemos nada”.

EN UN HOSPITAL
Esta sí que es mundial. ¿Quién dijo que los jubilados no pueden hacer huelga? Pues en este país ocurrió. En el hospital de Barranca los jubilados se levantaron en huelga y hasta se amarraron a sus puertas por la “bobería” de que “sólo desde 2004 no reciben sus mesadas”. No es por asustarlos, pero se sienten pasos de animal grande en el Seguro Social y el refrán reza: “Cuando veas las barbas de tu vecino arder, pon las tuyas en remojo”.

EN UNA IGLESIA
En Barranquilla, un cura “decretó” no permitir la entrada a su iglesia a las damas con los hombros descubiertos, con la barriga al aire o con las piernas destapadas.
Fui testigo de un caso similar en Maracaibo, Venezuela, pero allá el cura solucionó el problema de la parte superior prestándoles a las damas unas capitas para que se pongan sobre sus hombros. Nada para la parte de abajo, por lo que yo les recomiendo a los dos curas que, en lugar de capas, les presten un chingue.

A NIVEL LOCAL
13 veces dizque vino a Cúcuta el presidente Álvaro Uribe en su primer mandato y en este ya lleva la primera, me comentó un profesor de la UFPS, que le lleva la cuenta en la uña. Lo que no supo decirme y tal vez ustedes lo recuerden muy bien, es lo que le ha traído a la ciudad o al departamento en estas 14 visitas. Yo sólo recuerdo que en un consejo comunal efectuado en Pamplona, dijo: “Pidan lo que quieran, mis hijitos, pero eso sí, plata no hay”. Y esta vez lo que trajo fue el anuncio de la venta de Centrales Eléctricas.
“Vamos a repetir la historia de Termotasajero, vendida en US$18 millones, cuando costaba US$140 y Centrales daba US$80, opción que no fue considerada”, leí en La Opinión (martes 15 de agosto de 2006).
El ex gobernador y recién reelegido congresista, Jorge García-Herreros, calificó como positivo el anuncio. Ante el anuncio de que todos los dineros producto de la venta serán para Norte de Santander, el congresista boyacense Ciro Ramírez apenas dijo que: “Es aventurado y una ligereza”. Qué ligereza ni qué ocho cuartos. Una monumental mentira, porque el senador Juan Fernando Cristo nos recordó que en la ley 226 de 1995, que regula los procesos de privatización, sólo el 10% del recaudo es para la zona donde se encuentren los activos que se venden. Pero no dijo más.
¿Habrá algo más que puedan quitarle a la ciudad o al departamento? Porque cuando no fue que feriaron, regalaron o vendieron a menosprecio, fue que eliminaron o si no que trasladaron para Bucaramanga cuanta entidad había. ¿Y los gobernadores, los congresistas, las llamadas fuerzas vivas de la sociedad, como la Cámara de Comercio, FENALCO, la Sociedad Colombiana de Ingenieros (capítulo N de S), la Asociación Colombiana de Ingenieros Electricistas, Mecánicos y afines (ACIEM) qué dicen y qué han hecho en todos los casos?

DE PROFESORES UNIVERSITARIOS
Comentando lo anterior con mis amigotes, todos ellos profesores de la UFPS, ante el “noticionón” de que el presidente de la República habría encargado al alcalde de Cúcuta de la venta de Centrales Eléctricas, tres de ellos dijeron que “justificaban a Ramiro” y que “con tal de que se hagan obras, no importa de dónde salga la plata”. No, señores, no. En este caso y en los otros, el dinero para obras no puede recaudarse así, ni extorsionando al pueblo con impuesto predial sobre tugurios de cartón, ni con impuesto de industria y comercio a las ventas de agua de panela y pasteles, ni con peajes sobre vías metropolitanas. No, señores, el asunto no es de plata, la cuestión es la dignidad. Pero si esto piensa un profesor universitario, ¿qué podemos decir del resto? Por eso estamos como estamos.

UNA UNIVERSIDAD “TODOTERRENO
Parece un chiste, pero es verdad.
Un profesor nuevón de la UFPS fue a recibir su horario de clases para el segundo semestre de 2006. Notó que para dos asignaturas figuraba como lugar para dictarlas el salón TE-00. Indagó con el director del respectivo Departamento dónde quedaba. Ríanse de la respuesta:
—Eso es: todoterreno.
— ¿Qué es eso? —preguntó el profesor.
—Donde pueda, porque salones no hay —le remata el director.
—Entonces no es una asignatura con salón “todoterreno”, sino con profesor “Juan sin Tierra” —dijo el director de Occidente Universitario, cuando le oyó el apunte al nuevón.
—Y eso que empezó en firme el proceso de acreditación —fue mi acotación.


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Un caso insólito de infidelidad

RICARDO GARCÍA RAMÍREZ,
profesor Titular emérito de la UFPS.

Esta es la historia de un tipo que se hace el loco ante a la infidelidad de su esposa: la de Juanito Fuente Lapreña (nombre ficticio para proteger a la víctima) y su esposa Rosmary Yorley Avilés (nombre ficticio para proteger a la victimaria), increíble en una sociedad tan machista como la nuestra.
Según Juanito: “Las mujeres colombianas enfrentan la ambigüedad de querer un macho dominante y abrirse camino como personas de poder, que juzgan en público las incapacidades y debilidades de su hombre”. Por esto afirma que su mujer le puso cachos para demostrarle su poderío. Es graduado en Mecatrónica, y conoció a su mujer siendo ella estudiante en la Universidad donde él ejercía la docencia.
Ella tenía 19 años y él 25 cuando se casaron, pero él ya había perdido la virginidad con Luzmila, la novia que tenía, a quien dejó por considerarla gorda, sin tetas y con un culo y unas piernas llenas de celulitis. Aunque él no se había cuestionado su sexualidad, se daba cuenta de su poca capacidad de seducción, y se sintió atractivo cuando tuvo una crisis de noviazgo con Luzmila, y Rosmary respondió a sus galanteos.
Un día le preguntó a Luzmila sobre sus orgasmos y ella le contestó que nunca los había tenido. Esto lo mortificó mucho, por ser mal polvo. Durante esa crisis con Luzmila conoció a Rosmary, quien el primer día le dio su virginidad y, aunque no se casó enamorada, creía lo que decían las mamás: que “El amor vendrá después” y que “En todo caso, es mejor estar mal casada o separada que ser solterona”.
Rosmary trabajaba en el almacén de materiales de su papá, y al poco tiempo de casada se graduó en Administración de Empresas. Le gusta la política, en especial si se trata de la participación femenina en el Gobierno. Afirma que la corrupción es cosa de hombres, connatural con su mentalidad machista. Dice que “La corrupción en la mujer es mal vista” y que si se le coquetea a un hombre y no responde, es gay.
“Si no fueras el padre de mis hijos, diría que eres marica”, le dijo a su marido un par de veces, cuando no atendió su necesidad sexual. “Porque si existe el Viagra, no hay razón para negársele a la mujer”.
Poco después de aquella segunda vez, Rosmary, quien tiene 3 hijos universitarios, inició amoríos con un hombre mayor que ella. Dice que tiene una profesión de macho porque es mecánico, y que tiene una “4 por 4” y una lengua que, además de hábil para el sexo oral, repite que se va a separar de su mujer para estar con ella. Ella sabe que jamás lo hará pero, como mujer, le encanta las mentiras piadosas de los hombres.
Juanito es adicto a la pornografía. Tiene revistas y películas porno, con las cuales se deleita en ausencia de ella. Es un pajizo empedernido, aterrado de que su mujer lo sepa.
Sabe que su mujer le es infiel y de manera pasmosa sostiene que, a diferencia de las mujeres, que quieren comprobar que hay otra, los hombres se hacen los güevones frente a la idea de los cachos. Dice que sospechó de la infidelidad de su mujer porque empezó a llegar tarde y a susurrar por el celular, y que un día la comprobó en la calle cuando, al toparse los dos con el machucante, la mirada los delató.
Al llegar a casa la increpó, pero ella negó la infidelidad como fiera herida. Alegó que la estaba ofendiendo a ella, a sus hijos y a la sagrada institución del matrimonio. Al cabo de varias semanas de acoso, Rosmary aceptó su infidelidad, pero dijo que con el mozo se había acostado una sola vez. Según Juanito, esas frases de que “Sólo fue una vez”, “Fue un desliz”, “Fue algo que no me explico”, son para confundir y convencer.
Juanito creyó morir al oír la insólita confesión. Se imaginó a sus amigos gritándole: “Marica, se están cogiendo a su mujer”. Pero cuando conocieron el problema se solidarizaron con él, diciéndole: “La mujer cree que a su macho se le nota cuando tiene otra, pero que a ella no se le nota que tiene otro, y que los hombres no nos damos cuenta, cuando lo que sucede es que nos hacemos los güevones para no enfrentarlo”.
Esa noche Juanito se emborrachó y aceptó para sí que las mujeres tengan amoríos. “Antes las mujeres, según los chistes, tenían amores con el carnicero, el zapatero, el lechero, etc., hombres socialmente inferiores. Pero hoy en día la mujer es profesional y trabaja fuera, por lo que puede poner los cachos con quien quiera y cuando quiera”, se resignó Juanito. “Si uno puede ser infiel, ¿por qué no ellas?”.
Juanito disiente del libro de Isabela Santodomingo, Los hombres las prefieren brutas: “En realidad, son ellas las que nos prefieren brutos. Quieren un marrano con billete, que les dé pipí, que les dé tochazos, que las invite a salir, que les dé regalos costosos y las lleve de viaje por todas partes”.
Claro que en esta historia Rosmary no sólo es victimaria, pues se enteró de que su marido también era infiel, por lo que ese día le dijo: “Yo supuse que usted tenía otra y por eso me acosté con otro. Así que no hagamos un drama de esto”.
Pensó que por esa confesión el matrimonio se acabaría y que Juanito se iría de la casa, pues ella no tenía por qué irse. Pero no se fue. Ni siquiera se habló de separación, ni de darse tiempo para que todo volviera a como antes. Y sólo lloró Juanito, por lo que pensó que era un marica: “¿Qué hombre reacciona así? Lo mínimo es que me hubiera dado una muenda, rompiera las cosas y saliera dando un portazo. Pero no. Lloró como un maricón. Fue cuando decidí dejarlo”.
Y se fue para el hotel-mama, pero reculó cuando ésta le dijo: “Los hombres saben cuándo las mujeres son infieles, pero se callan para no ser vistos como alguien débil que se deja poner los cachos”. Y agregó, recordando su insatisfacción sexual: “Eso mismo hacemos nosotras cuando callamos estar casadas con un mal amante”. Luego remató: “Ese silencio femenino le da forma a la identidad masculina, pues siempre hay que hacerle creer al hombre que es superior”.
Al volver a casa, él le preguntó mil cosas sobre sus relaciones sexuales con el amante: si era buen polvo, si estaba bien dotado, si gozaba con él, si cambiaba de posición y cuál le gustaba más. Ella cuenta que tras contarle todas las infidencias, él le pegó unas cogidas como nunca antes alguien lo había hecho: con una fuerza, una rabia y una arrechera que lo asemejaban a una bestia. Y que así fue durante un mes.
“Todos los días me cogía 2 ó 3 veces con gran pasión”, dice ella y agrega que su marido se excitaba pensando en el amante de ella. Pronto entendió que aquello que lo excitaba era lo que él fantaseaba que su amante le hacía en la cama. Y él sigue con ella, sabiendo que cachondea con su mozo.
Cuando ella ve que está medio apático para el sexo, le cuenta qué hace con su mozo, pues sabe que eso lo excita, por lo que la coge como un salvaje, diciéndole palabras vulgares y hasta que nunca antes ha estado con una vieja.
Pues bien. Esta historia les parecerá morbosa, insólita e increíble, pero es cierta.

POST-SCRIPTUM. A propósito de este artículo, el director de Occidente Universitario me contó que hace como 10 años, cuando él daba la asignatura Métodos Numéricos a los estudiantes de 4º semestre de Ingeniería Mecánica, tenía las 4 horas semanales de clase en el FU-101, que es el salón que está prácticamente al frente de la entrada a la Facultad de Ingeniería.
Y me contó, además, que en la parte superior de una de las 4 paredes del salón había un grafito que decía, palabras más, palabras menos:
Dios mío:
que yo no me enamore.
Y si me enamoro,
que no me case.
Y si me caso,
que mi mujer me sea fiel.
Y si me es infiel,
que yo no me entere.
Y si me entero,
que me importe un culo.


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Qué gusto tan pecueco el de nuestro egresado Uriel García: cambió el escudo del Cúcuta Deportivo, que era único en su estilo, por una bacinilla con tres agarraderas.
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N O T A S :

Cualquier nota que no tenga explícitamente autor, debe ser
atribuida exclusivamente al director de Occidente Universitario.

Por limitaciones pecuniarias, las ediciones «en papel» de
Occidente Universitario, que se difunden completamente
gratis, es de 40 ejemplares, en promedio.

La edición Nº 66 de Occidente Universitario queda
prevista para el jueves 28 de septiembre del 2006.
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