EDITORIAL (O ALGO ASÍ).
El bobo bueno, los vivos malos
y el verdugo compulsivo
A última hora de la tarde de la fecha en cuya mañana se difunde la presente edición de Occidente Universitario, Héctor Miguel Parra López se posesionará por tercera vez rector, iniciando un quinto trienio de rectores elegidos.
Y puesto que en el Editorial (o algo así) de la edición recién pasada de Occidente «el suscrito» Director registró su percepción del ejecutivo Héctor Parra, en este Editorial no va a «llover sobre mojado», salvo para insistir en destacar su virtud de bobo bueno y reiterar la aspiración de que los vivos malos, parafraseando al Chapulín, no se vuelvan a aprovechar de su nobleza en este su tercer período rectoral, que es el de su encuentro con la Historia.
De otra parte, como desde el 13 de febrero de este año el doctor Parra es jubilable, el sentido común sugiere que en el 2009 no aspirará a una tercera reelección, por lo cual en dicho año habrá un relevo generacional en nuestra más alta dirección ejecutiva.
Y como para entonces «el suscrito» Director estará muerto o jubilado, exterioriza su deseo porque dicha transición no sea traumática. Porque la contienda electoral de ese entonces no vaya a ser una rapiña entre sectas o guetos o grupos de avivatos persiguiendo subvertir la supremacía de lo público.
Ahora bien: supone «el suscrito» Director que uno de los primeros actos de Gobierno de Héctor Parra será el de convocar el Consejo Electoral para establecer el calendario electoral del segundo semestre de este año, de cuyo desarrollo, entre otros, surgirán los representantes profesorales ante el Comité de Evaluación, o como ahora se lo llame.
Y puesto que, por definición, un representante profesoral debe ser un defensor del profesor, es de esperar que esta vez el profesorado de carrera no se vuelva a equivocar eligiendo «representante» a un verdugo compulsivo. Sobre todo, contra los profesores ingenieros.
l ▬▬▬▬▬ l ▬▬▬▬▬ l ▬▬▬▬▬ l ▬▬▬▬▬ l ▬▬▬▬▬ l
Que lo diga Edgardo, yo no (3)
RICARDO GARCÍA RAMÍREZ,
profesor Titular emérito de la UFPS.
Los cucuteños somos antónimos de los rolos. Por ejemplo: ellos son como taimados y nosotros, desabrochados. Para ellos, más importante que la casa es la acción (o membresía) de un club social. Nosotros preferimos el rancho y escogemos un par de tiendas para tertuliar.
Cuando mis hijos eran niños, hice el esfuerzo y compré la membresía del Tennis para que ellos “pisciniaran”, pero se desganaron como un año antes de irse a Bogotá a estudiar Odontología, ella, y él, Ingeniería Civil. Y tal vez por la racha de “vacas flacas” no he podido vender la acción, por lo que hace años estoy pagando mensualmente, prácticamente sin disfrutar el club, más o menos un salario mínimo legal mensual por cuotas de sostenimiento y de consumo.
Y dije que “prácticamente sin disfrutar el club”, porque voy con mi mujer sólo a la fiesta de despedida de año. Pero todas las semanas me tomo mis guarilaques con mi patota. Últimamente en El Búnker, la tienda de doña Ligia, llamada así, porque no tiene nombre, por los profesores chamos de Ingeniería Electrónica que la descubrieron.
Así que ni modo de convidar a quien en su juventud fue “bolañero”, como mi amigo Edgardo, a charlar en un club social. Y como en El Búnker, la vez pasada, quedamos en que la siguiente charla sería con dos botellas de Red Label, incluido almuerzo, le pregunté al Director de Occidente Universitario si conocía otro sitio donde se pudiera beber y comer. Ello para no repetir sitio, pues en la casa contigua a El Búnker venden almuerzos, preparan picadas y asan chorizos.
—Sobre la autopista del municipio de Los Patios —me dijo el Director—, que es la avenida 10, hay un restaurante en la calle 20-A; es la esquina sur del costado oeste. Cuando lo descubrí se llamaba El Jarrón y ahora se llama El Barril. ¿Y sabe qué, doktor?: asan una chinchurria ¡la putería!
Así que telefoneé a Edgardo para ponernos cita, la cual quedó para tres días después. “Mientras —me dijo Edgardo—, présteme todas las ediciones que tenga de Occidente Universitario. Las leo y se las devuelvo en El Barril”. (“¡Pa’ la madre!, —pensé— ¡Al fin dejó de decirle periodicucho!”)
Como las tengo todas, pero encuadernadas sólo las 36 primeras, le llevé a su casa sólo la petaca, para que de pronto no se traspapelen las otras 27 ediciones sueltas.
Y como tengo el defecto de ser puntual, el día de la cita llegué en punto. Edgardo, que llegó como cuatro minutos tarde, me devolvió la petaca y dijo:
—Sin comentarios.
—¿Por malo o demasiado malo? —le pregunté.
—Porque no es tan malo.
Cada uno llevó una botella de “Sello Rojo” y yo había destapado la mía para servirme un trago. Él se sirvió el suyo y “entró en materia”:
—Oiga, Cardín: hasta un poco antes de jubilarme, en la Universidad de Guasimales hubo estudiantes vitalicios.
—¿Y qué es esa joda? —le pregunté.
—Pues esas pintas que entran a una carrera de 4 ó 5 años y transcurren hasta 15, y todavía ahí.
Hizo una pausa y comentó: “Cómo le da brisa a este sitio. Qué fresco es”. Se empujó otro sorbo y continuó:
—El caso más emblemático fue el de un man que se matriculó en una carrera a distancia de 3 años y llevaba 11 cuando se le cortó el chorro. En realidad, cada dos años y medio se cambiaba a otra, también de tres años desescolarizados.
—¿Tenía un taita con mucha plata, o algo o alguien le financiaba el turismo universitario? —le pregunté.
—No sé. Pero cada dos años lo elegían representante estudiantil ante el Comité de Bienestar. Él tramaba al “populacho” con que defendía el derecho del estudiante pobre a no morir de hambre. Porque ocurre que Guasimales les subsidia, a los estudiantes pobres de la provincia, el almuerzo en la cafetería El Ventilador, que lógicamente administra un particular por licitación. Y como los cupones para el almuerzo subsidiado los otorga el Comité, el man tramaba a los chamos con que en el Comité se creaban los cupos porque él los imponía, y que su número y beneficiarios los escogía él. Como quien dice: que si no seguía en el Comité, adiós almuerzos.
—¿Y se salió con la suya siempre?
—Pues no —me respondió—. Para unas elecciones se auto-pasó de coba y se excedió en agallas: se inscribió como candidato a representante estudiantil ante el Consejo Superior Universitario y… “Ni el lazo ni el marrano”.
—Para que vea —le dije—, que no hay mal que dure cien años ni Universidad de Guasimales que lo resista.
—Porque llegó a la Rectoría un colega que sabía para qué fue que mi Dios le dio unos sesos y un par de güevas. O sea, que sin ser arbitrario, tenía carácter. Porque, con un megáfono, el estudiante vitalicio encaramaba al anterior Rector difamándolo periódica e impunemente.
—¿Y cómo el Rector “testiculado” le cortó el chorro?
—Promovió una reforma al Reglamento Estudiantil, por la cual sólo se puede cambiar de carrera una vez. Si no se ha graduado transcurrido el doble de lo que según el pénsum dura la única carrera en la cual se ha matriculado, o un tiempo igual a la suma de lo que en el pénsum duran las carreras sustituida y sustituta, pierde la condición de estudiante y no podrá volver a serlo sino después de 5 años.
Se empujó otro sorbo y me preguntó:
—No me diga, Cardín, que en la Francisco de Paula no hay de esos engaña-bobos y encarama-güevones.
—Cuando en “A” llueve, en “B” no escampa, Edgardo. Así que mejor hablemos de otra joda.
—¿Quiere saber qué más hizo el Rector “testiculado”, como usted lo llama?: despedir a las secretarias marraneras.
—¿Y qué es esa joda? —le pregunté.
—La secretaria que, debiendo trabajar desde las 8 hasta las 12 y desde las 14 hasta las 18 horas, marraneaba llegando no antes de las 8:30 ni de las 14:30, y largándose antes de las 11:30 y de las 17:30. Y en buena parte de ese lapso de menos de 3 de las 4 horas por jornada, marraneaba chismorreando por teléfono o en sitio diferente al de trabajo. Tal vez por eso resultaba con una cagada cuando el jefe de la dependencia directiva en la que estaba la ponía a mecanografiar un documento, o cuando los profesores del cubículo que debía atender le pedían mecanografiar un manuscrito.
—¿Fue que los profesores directivos se quejaron?
—¡Qué va! Si en la evaluación anual de desempeño, las calificaban como si trabajaran completa la jornada de 4 horas; como si en cada jornada, reducida a máximo 3 horas, no chismorrearan; y como si hicieran un trabajo impecable.
Nos servimos otro trago y Edgardo agregó:
—Es que ocurría algo muy curioso. Resulta que una de las películas de Marlilyn Monroe fue Los caballeros las prefieren rubias, y hace poco una tal Isabela Santodomingo escribió el libro Los caballeros las prefieren brutas. Pero en la Universidad de Guasimales, para los cargos directivos que son de nombramiento del Rector, éste los prefería maricas.
—Y en ese sentido figurado, ¿qué es un directivo marica?
—El que le saca el culo a lo que le exige el estatuto. Oiga sólo esta perla: una vez un profesor de Ingeniería tramitaba su ascenso de profesor Auxiliar a profesor Asistente y los del comité al que estatutariamente le correspondía resolverlo, contra toda evidencia normativa le salían al profesor raso con una curva y otra. Tras un jurgo de Derechos de Petición, a los 6 meses le salieron con que no tenían claridad sobre sus funciones. Y lógico, Cardín, que en esa “maricocracía” estaba el dizque representante profesoral, que por cierto era un petulante: sólo ruido y ninguna nuez, como académico.
—Pero bueno, Edgardo —intervine—: por razones obvias, el tema de las secretarias marraneras desvió al de los profesores que por pusilánimes son nombrados directivos. Retomemos whisky y el tema de las “secres”: ¿fue que su organización gremial no se “arrevolveró”?
—¡Dígame si no! Pero: ¿cómo defender lo indefendible? Porque el Rector “testiculado” cumplió lo que juró: cumplir y hacer cumplir la ley, el estatuto y los reglamentos; y defender la Institución de avivatos y avivatas.
Sorbimos whisky y Edgardo continuó:
—Como en sus tiempos de profesor raso él sufrió las marranadas de esas viejas y conoció lo marica que se vuelve un profesor cuando lo hacen directivo, solicitó a la oficina regional del Ministerio del Trabajo un inspector que periódicamente comprobaba in situ y certificaba por escrito el incumplimiento de la simple jornada de trabajo. Se hicieron las llamadas de atención y luego, como no hubo escarmiento, el llamado a descargos, tras lo cual emitió las sendas Resoluciones motivadas de despido.
Lo interrumpí para sugerir mandar a asar chinchurria, a modo de pasapalos, y tras asentir, redondeó:
—Es que si un funcionario marranea, está informando a gritos que su cargo es innecesario o que él está sobrando.
Como la chinchurria hay que comerla caliente, no charlamos mientras la consumimos. Luego, Edgardo comentó: “El Director de Occidente Universitario tenía razón: aquí la chinchurria es ¡la putería!”. Y agregó:
—Hablando de ese man, traigo a cuento el Editorial de la edición 34, titulado: De la credibilidad del testigo o de la calidad del jurado. Porque encuentro coincidencias entre la Francisco de Paula y la de Guasimales en cuanto al gallo ese de la evaluación semestral que le hacen los estudiantes de cada asignatura, al respectivo profesor.
Hizo una pausa y recordó que, como siempre que tomamos y almorzamos o cenamos, la comida la ordenaremos cuando se acabe la bebida. Y prosiguió:
—Coincido, Cardín, con su amigo en que mientras el evaluador del estudiante, que es el profesor, es un juez con rostro y tiene nombre propio, el evaluador del profesor, que es el estudiante, es un francotirador o juez sin rostro. De ahí que casos excepcionales han ocurrido en que un estudiante ha agredido y hasta herido a un docente, dizque en venganza porque ese profesor es el culpable de haber perdido su condición de estudiante al ser “rajado” en esa asignatura.
Me pidió que le pasara la petaca de las 36 primeras ediciones encuadernadas de Occidente Universitario. Buscó el susodicho Editorial y continuó:
—Aquí dice que en una corte penal anglosajona, los doce jurados tienen rostro y nombre propios, y que su veredicto debe ser unánime: el reo es guilty or not guilty. Como quien dice: saca cero o cinco; no hay opción a que saque 1 ó 2 ó 3 ó 4; y menos 2,9, por ejemplo.
Sorbimos más whisky y Edgardo prosiguió:
—En cambio, dice aquí, los estudiantes que evalúan al docente no se identifican, no se les exige un veredicto unánime y al profesor, que no conoce el formato de evaluación que diligencia el estudiante, no le asiste el derecho a impugnar el “desempeño promedio” que la Universidad calcula, dice textualmente aquí: “como quien suma vacas gordas con flacas, con tetonas y «despechadas», y con de 4, 5 y 3 patas, para dividir dicha suma entre el número de «jurados sin rostro»”. Y comparto su lapidario planteamiento al staff. Le leo: “¿no sería procedente que al profesor lo evalúen estudiantes con un mínimo de calidad académica, como la que, por ejemplo, se les exige para que se puedan graduar? Porque si el profesor se esmera por hacer con amor su trabajo y por calificar con imparcialidad a cada estudiante, ¿no podría estar ocurriendo que los estudiantes de bajo rendimiento académico lo estén calificando con odio?”.
Cerró la petaca, me la devolvió y acotó:
—A que al staff, ese planteamiento ni le fue ni le vino.
—Ha dicho usted —le confirmé— una Verdad de Perogrullo. Y oiga esta vaina: a raíz del Editorial de la edición 63, que planteó, entre otros, si la oficina de Planeación no debería suprimirse, la esposa de un supernumerario de esa oficina le dijo a un colega jubilado que, si le cogían la caña a ese Editorial, despedirían a su marido. Y el colega le dijo: “Regocíjese, mujer, que su marido quedó atornillado. Porque basta con que Jairo Cely cuestione algo para que el alto mando lo vuelva un Eliot Ness: intocable”.
(CONTINUARÁ)
l ▬▬▬▬▬ l ▬▬▬▬▬ l ▬▬▬▬▬ l ▬▬▬▬▬ l ▬▬▬▬▬ l
Modismos Cucutoches (9):
Cúcuta cosmopolita
CARLOS HUMBERTO AFRICANO,
profesor Asociado emérito de la UFPS.
Como ya lo he expuesto varias veces, de pronto, “sin querer queriendo”, me di “de manos a boca” con que estaba enfrascado en una investigación lexicográfica que ya ha ocupado buena parte de mi tiempo marginal de jubilado sin oficio. En esta “investigación”, si es que así puede llamarse, por estos días de vacaciones permanentes para mí y de mitad de año lectivo en la universidad, me di a la tarea de seleccionar y tamizar tanto dicho recogido en los últimos dos años.
De esa selección me quedó un resto bien grande de dichos que no encajan en ninguna de las categorías cucutoches que me había propuesto. Como de este tema hay tanto libro, recurrí a cuantos pude encontrar para “buscarle la comba al palo” y fijar una nueva categoría.
Así que volví a consultar el libro Modismos en su salsa, de las autoras españolas María José Beltrán y Ester Tortosa Yáñez. Dicho libro contiene innumerables frases de acá, de allá y de acullá que se usan en el habla corriente, desde el estrato cero hasta el estrato seis y más allá, en los estratos once y doce de la fauna colombiana. Desde luego que Cúcuta no es ajena a este modo de hablar y, preciso: casi todas esas frases recurrentes, o frases de cajón, estaban en este libro.
Lo que me causó sorpresa es que dentro de esa larga lista, porque el libro es eso, una larga lista y como dicen las autoras en la introducción: “No es nuestra intención entrar en la discusión teórica sobre la noción y límites de conceptos tales como modismos, frases fijas, locuciones, etc…”, lo que me causó sorpresa, decía, es que la gran mayoría son frases de este lado, o por lo menos las usamos a diario; es decir, que son frases de uso común nuestro.
Las autoras no dan ninguna información sobre la procedencia de tales frases y tal vez no puedan hacerlo porque, habiéndose extendido su uso a toda América de habla hispana, su rastro se ha perdido. Sin embargo, es probable que ya se encuentren en el Refranero ideológico español, libro que me referenciaron de Luis Martínez Kleiser, quien desde 1928 registró 65.083 modismos del habla hispana. Como quien dice, estoy pisándole los talones con los 1.762 que quedarán registrados en los Modismos Cucutoches.
Después de haber recogido mi también larga lista de frases recurrentes, que por el uso y el abuso han pasado a ser modismos, no era el caso desecharlas. Así que les fijé esta nueva categoría que contiene frases de cajón que están “a flor de labios”, “en la punta de la lengua”, que brotan de manera espontánea, que se dicen casi sin darse cuenta cuando se habla y cuando se escribe. Frases que usa todo el mundo, desde presidentes, ministros, hasta el más humilde de los mortales en toda América y que ahora con la globalización se oyen en películas, telebobelas, revistas, periódicos, noticieros, entrevistas, comentarios, conferencias y demás.
¿Quién no se queja de “la difícil situación”, de que todo “está por las nubes”?
Todos quieren “salir de apuros”, ir “con buen viento y buena mar” y celebrar “con bombos y platillos”.
¿Quién no ha empezado una conferencia, un convivio, como ahora se dice, con frases célebres como: “entrando en materia”, “en este orden de ideas”, “dentro del marco conceptual”, “el punto de referencia”?
Pero la selección continuó y la investigación también. Revueltas unas con otras encontré frases que también son de uso corriente en Colombia, pero que no encajan dentro de esta categoría. El libro Refranes y dichos, de don Roberto Cadavid (Argos), me dio la clave. La mayoría de los libros sobre el tema son especializados, pero Argos recoge dichos que separa en locuciones proverbiales, locuciones lexicográficas, exageraciones, exclamaciones y hasta un rincón del sastre, donde hay de todo un poco.
“Lego en estas materias de alto turmequé del idioma”, como me declaro, escribí en el artículo Cúcuta refranera, también concluí que cada autor fija sus propias categorías, que no hay claridad entre unas y otras (ver Modismos Cucutoches 3). De modo que registré en este texto aquellas frases que son clisés, muletillas, como queda dicho, frases recurrentes que están a flor de labios, que se usan en todas partes y que aquí también usamos a diario, algunas de las cuales les hemos acuñado nuestra propia versión, como: “a la topa tolondra”, por “al tuntún”; “cagado de la risa”, por “muerto de la risa”; “ser uña y mugre”, por “ser uña y carne”; “me importa un carajo”, por “me importa un bledo”; “a todo taco”, por “a todo timbal”; “andar a tientas”, por “andar a ciegas”; “aquí hay gato enmochilado”, por “aquí hay gato encerrado”; “estar en la pitadora”, por “estar en la olla”; “meter las cuatro”, por “meter los guayos” y otras cuantas más. Y me queda otro resto que pueden encajar dentro de lo que Argos llama locuciones proverbiales o locuciones lexicográficas, que por ahora tiene la categoría de Cúcuta restiada, a falta de un mejor nombre.
Como siempre, por razones de espacio sólo se registra aquí una selección, sin más ordenación que la alfabética y sin ningún comentario, pues los dichos son muy comunes y entendibles por sí solos. Son más de 400 que verán la luz en un proyecto de libro, si es que algún día éste la ve.
DICHOS DE TODAS PARTES:
A capa y espada
A diestra y siniestra
A duras penas
A la hora del té
A la legua se ve
A la tercera es la vencida
A la vuelta de la esquina
A las claras se ve
A mandíbula batiente
A mis espaldas
A regañadientes
Al pie de la letra
Al pie del cañón
Al tuntún
(o a la topa tolondra)
Andar con pies de plomo
Aquí hay gato encerrado
(o enmochilado)
Arar en el desierto
Así de sencillo
Cacariar el huevito
Cada oveja con su pareja
Caer como piedra en pozo
Caer en la cuenta
Caer en saco roto
Cayó en mis manos
Como anillo al dedo
Como mosco en leche
Como pez en el agua
Como si tal cosa
Con beneficio de inventario
Con bombos y platillos
Con buen viento y buena mar
Con el agua al cuello
Con el rabo entre las piernas
Con ira e intenso dolor
Con la moral por el suelo
Con pelos y señales
Con tres palmos de narices
Dar en el clavo
Dar palos de ciego
Dar rienda suelta
Darle largas al asunto
De bote en bote
De cabo a rabo
De la noche a la mañana
De par en par
De paticas pa’ la calle
De pe a pa
De postín
De su puño y letra
De un plumazo
Echar una cana al aire
El marco conceptual
El plato fuerte
El punto de referencia
En este contexto
En este orden de ideas
En la cuerda floja
En un abrir y cerrar de ojos
En un instante
En un momento
En un santiamén
En vista de…
Entrar con pie derecho
Entrar en materia
Está por las nubes
Estar a la altura
Estar entre la espada y la pared
Estar pintado en la pared
Estar sonando
Faltando datos de otros municipios
Faltando los votos de El Cincho
Flota en el ambiente
Fue todo un éxito
Hacerse cargo
Hacerse el mártir
Hilar finito
Irse por las ramas
La caja de Pandora
La conciencia limpia
La difícil situación
La exhaustiva investigación
La pera en dulce
La tabla de salvación
Le dio la ventolera
Llevar la batuta
Llover sobre lo mojado
Los puntos sobres las íes
Mandar a la porra
Manos a la obra
Matar el tiempo
Me da mucha pena
Me importa un pito
(o un bledo o un
rábano o un carajo)
Me viene de perlas
Meter la pata
Muerto de la risa
Nada del otro mundo
Ni de vainas
Ni la más remota idea
Ni más ni menos
Ni pies ni cabeza
No cabe ni una aguja
No da pie con bola
No dijo esta boca es mía
No me cabe en la cabeza
No tener pelos en la lengua
No tener velas en el entierro
Olerse el tocino
Pedirle peras al olmo
Pisarle los talones
Poner de vuelta y media
Ponerlo en duda
Ponerse a la cabeza
Ponérsele los pelos de punta
Por si las moscas
Qué se siente
Quedarse fresco
Saber de sobra
Salir de apuros
Salirse por la tangente
Salta a la vista
Saqué arrestos
Se armó la de San Quintín
Se atiene a las consecuencias
Se le fue la lengua
Se le fue la paloma
Se le subieron los humos
Se me cae la cara de vergüenza
Se respira un ambiente…
Ser uña y mugre
Se vende como pan caliente
Sin decir ni mú
Sin decir ni pío
Sin más preámbulos
Sin mover un pelo
Sin oficio ni beneficio
Sin pena ni gloria
Sin que viniera a cuento
Sobre rieles
Tanto de largo como de ancho
Tiene sus bemoles
Tirarle palos a la luna
Tomar el pelo
Tras bambalinas
Una sonrisa de oreja a oreja
Víctima de su propio invento
Viento en popa
Vivito y coleando.
(Cúcuta, julio 11 de 2006.)
l ▬▬▬▬▬ l ▬▬▬▬▬ l ▬▬▬▬▬ l ▬▬▬▬▬ l ▬▬▬▬▬ l
Le queda muy chévere
GUILLERMO CARRILLO BECERRA,
profesor Asociado emérito de la UFPS.
gecarril60@yahoo.es
Hace unos cuantos días me dirigí a uno de los estudios fotográficos de la ciudad con el propósito de encargar un trabajo profesional. Se trataba de una antigua y ajada foto, muy de mis afectos, pues es un recuerdo de mis hijas cuando, disfrazadas con distintos motivos, asistían a la fiesta del jalogüín que la Universidad organiza para los hijos de los funcionarios.
El negocio, localizado en una de las avenidas principales, goza de mucho prestigio. Grandes vitrales y ful aire acondicionado, junto con las agraciadas sonrisas pepsodent de las atractivas chicas, reciben al potencial cliente. Pero, ¡oh, sorpresa! Qué ignorancia la de esas muchachas. No tienen la mínima idea de lo que es ese maravilloso arte de la fotografía.
A las preguntas técnicas que yo les hacía —ampliación, calidad del papel, intensidad del color, cambio de fondo, borrado de manchas— me respondían con evasivas y peladas de muela. Para finiquitar la charla, una de ellas, muy mona y muy maja, me dijo: “No se preocupe, señor: el trabajo le queda muy CHÉVERE”.
¡Por Dios!, esa bendita palabra que me saca de casillas. Hasta cuándo la seguimos soportando. “La camisa le sale chévere con esa corbata”, “la fiesta estuvo muy chévere”, “la pasamos chévere”, “qué cena tan chévere”. Y, en buena parte del comercio, es la palabreja apropiada para significar que un artículo es de buena calidad; es decir, para ocultar la pobreza argumentativa en las ventas.
Esto me dio tema para consultar el libro La ciencia y el arte de vender, escrito en 1937 por el doctor Paul Ivey, profesor de la Universidad de California. Obra que se ha convertido, tras múltiples reimpresiones, en la biblia en que se exponen tanto los fundamentos del arte de vender y los principios sicológicos en que se basan, como las distintas técnicas de ventas.
Empresas como Chrysler, Standar Oil, Parker Pen, Cocacola, Bank of America, entre otras, son fieles seguidoras de las enseñanzas del doctor Ivey.
Teniendo en cuenta que, a esta Cúcuta cálida y amable, se le aproxima un auge comercial con la llegada de las grandes superficies mercantiles, no estaría de más que los pequeños comerciantes se prepararan para dar la pelea por el mercado. Casos como los siguientes, ilustran con más detalle el consejo, narrados con gran estilo por el doctor Ivey:
LA VENTA DE UN TRAJE
Encontrándome en Chicago, me vi en la necesidad de comprar un traje nuevo, ya que la maleta de viaje se me había extraviado. Lo necesitaba con urgencia y por eso entré a preguntar a un almacén vecino al hotel en donde me hospedaba. Después del intercambio de frases correspondientes, el vendedor me hizo probar un traje, y estas fueron sus palabras:
—Estoy seguro de que este nuevo corte de espalda le dará a usted más libertad de movimientos que la que haya tenido con cualquiera otra chaqueta. Hágame el favor de agacharse como si fuera a recoger algo del piso. Observe la facilidad que le da a su espalda. Fíjese usted, también, en que sus hombros se ven más anchos. Esta es la innovación más práctica y cómoda que ha hecho en los últimos diez años la industria de ropa para hombres.
»Esta es una de las telas más atractivas y resistentes que se fabrican. Es muy fina, no conservan las arrugas de otras, y envuelve el cuerpo en pliegues suaves y no en ángulos duros, como los tejidos de más rigidez.
»Observe que el color no es tan sólo adecuado para climas fríos, sino también para los templados y calientes. Su rico tono gris irá bien con los colores azul y café. El tono es lo bastante oscuro para no ensuciarse fácilmente, y lo bastante claro para usarlo en días soleados. Este traje lo hace lucir a usted, caballero, más fuerte y varonil.
»Nuestro proveedor es una firma de las más prestigiosas en el país. Su experiencia se remonta a 60 años de actividad, única y exclusivamente en el campo de los trajes masculinos, siempre con la misma meticulosidad que le dieron los fundadores; basta con señalarle que cada vestido tiene 72 detalles a mano. Con su permiso, llamaré al sastre para que le haga los ajustes necesarios. Le garantizo que le quedará como hecho a la medida. (...)»
ANÁLISIS: Esta argumentación de venta ofrece un cuadro bien hecho de cómo implantar los méritos de un artículo en la mente del cliente. Va narrando, punto por punto, las cualidades de la mercancía, como son: comodidad, aspecto, color, textura.
No hay generalidades ni palabras difusas porque la presentación ha sido preparada con cuidado. Hay una secuencia lógica y un desenvolvimiento sistemático, ahorrando el tiempo del vendedor y del cliente.
Es una explicación metódica porque presenta los valores del traje, analiza cada uno, saca conclusiones y las aplica al cliente. Así se logra que el cliente sienta que ha recibido una información detallada y amable por parte del vendedor, y eso lo incline a cerrar la compra. Hay que tener en cuenta que no todos los atributos de una mercancía resaltan a la vista. De ahí la importancia de la buena capacitación de los vendedores.
Iba por un traje, y encargué dos.
LA VENTA DE UN MARTILLO
(...) Un día, hace algunos años, necesitaba yo un martillo. Entré en una ferretería y el vendedor me trató más o menos así: puso un matillo en mis manos y mientras yo lo examinaba y sopesaba, me dijo: “Este es un martillo magnífico. Un verdadero martillo. Vendemos muchos iguales a éste”.
Yo lo moví de arriba a abajo, con el movimiento de clavar, mientras pensaba si comprarlo o buscar otro. El vendedor me miró. Yo lo miré. Por fin, se irguió un poco, como si tuviera algo más que decir, y dijo: “No puede usted equivocarse al comprar este martillo: es magnífico”.
Nada quedó registrado en mi mente, ningún valor. Obviamente, me fui para otra ferretería tratando de conseguir algo distinto. La misma cosa. De modo que decidí hacer un ensayo sobre argumentación de ventas de martillos en distintas ciudades del país, a medida que iba viajando a dictar conferencias. Visité más de 100 ferreterías, y no hubo un vendedor que me dijera mucho más acerca de un martillo que lo que me dijo aquel primer vendedor.
Por fin encontré una empresa ferretera que vendía mucho; entre otras cosas, los famosos martillos de esta historia. Le pedí a uno de sus vendedores que me convenciera para comprarle uno de ellos. Esta fue su exposición:
a. Este martillo está hecho de acero fundido en crisol.
b. Como puede ver, es totalmente niquelado.
c. La cabeza y las orejas están al temple.
d. El vértice de la hendidura entre las orejas es muy angosto.
e. El mango está elaborado de nogal, de segundo corte, seleccionado.
f. El mango no se afloja porque está afianzado con calces de hierro.
Cada una de estas cualidades fue ampliada con un claro agregado, sin entrar en redundancias que disminuyeran el interés del cliente. Me quito el sombrero ante una empresa exitosa que cuenta con esta clase de empleados. Después de todo, a los ojos del común de la gente, todos los martillos lucen iguales. Sólo un buen vendedor nos hace notar las propiedades y las diferencias entre ellos. Y esto es válido para todo tipo de mercancías y actividades.
(Cúcuta, julio de 2006.)
l ▬▬▬▬▬ l ▬▬▬▬▬ l ▬▬▬▬▬ l ▬▬▬▬▬ l ▬▬▬▬▬ l
Videoclips en blanco y negro
CARLOS HUMBERTO AFRICANO (13/VII/06)
Los Videocplis no habían vuelto a aparecer por aquello de las ácidas críticas que le hicieron. Pero como se me revuelca el estómago con tantas vainas que veo y oigo, al menos esta es mi válvula de escape. De modo que ¡qué carajos!, ahí van.
EL DESPELOTE DE TELECOM
Telecom armó tal despelote con aquello de los planes de minutos que pusieron indiscriminadamente y sin consulta, que las colas para los reclamos eran de dos y tres cuadras y a pleno sol. Casi cinco horas de cola eran necesarias para llegar a las cabinas a cambiar de plan. Digo yo: ¿por qué, como lo hicieron, no lo deshicieron? ¿Por qué carajos nadie dijo un carajo, sino que todos fuimos a asolearnos cinco horas por cuenta de Telecom?
AGUAS KPITAL
Es la nueva empresa rola que administra el acueducto de Cúcuta. Digo yo: ¿no hubo ninguna empresa cucuteña que se le midiera a esa administración? ¿Es que somos pobres de solemnidad? Como siempre, cuando no son los paisas son los rolos los que nos invaden.
HABLANDO DE “SEGURIDAD”
Por los noticieros de la televisión armaron gran alboroto con el riesgo de los niños al elevar cometas. En este país, donde lo único que se les ocurre es la represión, hago este comentario: pues que prohíban las cometas. Al fin y al cabo, ya lo hicieron con la pólvora navideña, con el musgo de los pesebres, con el ramo de semana santa, con el toque de campanas. La verdad es que todo esto sólo tiene el objetivo de atentar contra nuestras raíces culturales.
También armaron gran alboroto por unos transformadores con contenido tóxico almacenados por la empresa de energía eléctrica de Cundinamarca, en Facatativa. El baboso gerente salió a decir que habían sido muy cuidadosos y que no representaban peligro. El baboso ministro de Medio Ambiente dijo algo sobre las exhaustivas investigaciones. Digo yo: este es solo un caso descubierto accidentalmente, ¿y los demás?
Y hablando de “SEGURIDAD”, ¡qué seguridad la de los bancos! Me encontraba en uno de ellos y de pronto iban a abrir la caja fuerte. Ni cortos ni perezosos activaron la alarma de la puerta de entrada, a la que trancaron con cadena y candado, echaron llave a una cerradura de doble cerrojo. Mis alarmas también se prendieron mientras me preguntaba: ¿qué ocurriría si en esos largos minutos se generaba un incendio o un temblor de tierra o terremoto? Al llegar a la caja se lo comenté a la cajera. ¿Y saben qué? Se sonrió por mi “charada”. Me quedé sin palabras. A las 11:30, cuando termina el plazo matinal para entrar al banco, el celador repitió la operación, esta vez sin la alarma. Sólo cuando había 5 ó 6 clientes para salir, abría la puerta. Le dije lo que le había dicho a la cajera y le agregué que técnicamente estaba incurriendo en secuestro, al retener personas contra su voluntad. ¿Y saben qué? También se rió de mi “chiste”. Después puso cara de imbécil cuando le exigí que abriera.
Y MÁS SOBRE “SEGURIDAD”
Estaba en el centro de la ciudad y observé esto: frente a un almacén se estaciona un carro cisterna de gas (combustible, explosivo). Los operarios sacan y conectan mangueras, abren una compuerta en el piso, conectan la toma y abren válvulas. Todo en presencia del público que deambulaba como si tal, sin percibir el peligro a que lo habían expuesto. ¡Ole!, y nadie dice nada.
La cultura de Cúcuta es la del individualismo y se refleja hasta en los andenes. Cada cual los hace a su gusto y regusto. Caminar por esos andenes es toda una odisea de peligros y trampas. Por el sector llamado “residencial” entre la universidad y la avenida cero casi todas las casas tiene garaje en el mal llamado “antejardín”, cuyo acceso es casi siempre una alta rampa con un alto grado de inclinación. Andén y rampa lo construyen con tableta de ladrillo brillante, que además, para que “se vea más bonito”, lo lavan con jabón y lo barnizan con keroseno. Caminar por esa pista mortal es un atentado. Digo yo: ¿y si me rompo una pata, al menos puedo quejarme?, ¿y ante quién?
MARIQUERÍA A TODO GALOPE, PUES
Por la radio oí la promoción de una comedia: Un guache no nace, se hace. Lo mismo digo yo: un marica no nace, lo hacen. Ah, pero por la televisión armaron un alboroto porque dizque un niño se auto valoró y auto descubrió que no tenía cerebro de niño sino de niña, que no pensaba como niño sino como niña. Entonces, debido a que este “geniecito” le está ganando a la ciencia y a la conciencia, “la sociedad” resolvió pasarlo de un colegio de niños a uno de niñas. ¡Pues, claro!, ¡grandísimos pendejos!, ahora sí que se va a mariquiar.
EL MACHISMO DE LAS MUJERES
Colindante con lo anterior, mientras a los chinos los quieren mariquiar, las mujeres cada día más quieren convertirse en hombres. Me tienen mamado con el rechazo, que ya va convirtiéndose en odio, que algunas están mostrando hacia los hombres. Por supuesto, hacia los hombres de pelo en pecho. Me tienen mamado con tanta declaración del machismo de los hombres, por parte de alguna de ellas que pareciera que tienen tres (ya saben qué). Me tienen mamado del desplazamiento forzado a que nos están sometiendo a cuenta del cacareo del tal machismo. Me tienen mamado que quieran hacer de la vida un reto, un desafío, una guerra de géneros mientras quieren imitarnos en vestuario, en beber licor y decir más vulgaridades que nosotros. Me tienen mamado que conduzcan carros rústicos y sean más atravesadas que nosotros. Me tienen mamado que nos quiten el trabajo y quieran ser camioneras, gandoleras, o tractomuleras, gimnastas Charles Atlas, boxeadoras, luchadoras, futbolistas y hasta una ministra de guerra tuvimos. Dicen que tenía tres. Pero lo que más me tiene mamado es que también se hayan tomado por asalto el campo de la admiración corporal que era enteramente nuestro. Ahora hablan del “derriere”, de los muslos, de los sensuales labios, de lo sexy de aquel macho, en lugar de estar haciendo desfiles, pasarelas y reinados para que admiremos sus cualidades.
APLAUSOS Y ELOGIOS
Aunque esta sección no fue creada como comité de aplausos, ni de elogios, sino para el delicioso placer de dar palo, rajar y despotricar, hay excepciones. Doy un merecido reconocimiento a FAPROEM-UFPS por la iniciativa de regalar a sus socios una memoria USB. Esto nos pone en la frontera de la tecnología en materia de computadoras. Pero no se puede quedar aquí. Esta nueva administración que inicia Héctor Parra debe apoyar la iniciativa, cambiando o repontenciando los obsoletos equipos, tanto de administración como de academia, por unos que tengan esta nueva tecnología. Si no, ¿de qué sirven la tecnología y las tales memorias?
Dos amigos que recibieron la USB me dijeron que no las usaban porque no sabían cómo hacerlo. Me pidieron que “les dictara un curso”. Como el asunto es “tan complicado”, lo voy a hacer desde aquí:
Retire la protección oprimiéndola con los dedos índice y pulgar, y halando. Ahora sólo tiene que insertar la memoria, (como se hace con el disco de 3 ½) en la ranura correspondiente en la parte baja del frente del equipo. Éste automáticamente la lee y aparece en pantalla la ventana “Mi PC”, como “disco extraíble (F)”. Si lo desea, puede minimizar esta ventana. Utilice la unidad como si fuera un disco de 3 ½, pero recuerde que se identifica como “disco extraíble (F)”. Para retirarla, vaya a un pequeño icono que aparece en el extremo inferior derecho de la pantalla, que al señalarlo con el puntero del Mouse, indica: “quitar hardware con seguridad”. Pulse el Mouse y ahora ya puede extraer la unidad. Eso es todo.
Algunos equipos, o no tienen el puerto de memoria, o éste no está activado. Si al insertar la memoria, la máquina no responde, no se preocupe. Tome el cable de conexión que viene con la memoria e insértela por el extremo correspondiente. Ahora busque, por detrás del equipo, los puertos USB e inserte el otro extremo en uno de ellos. No se preocupe, los identificará por el tamaño y forma. Con seguridad, en cualquiera de estos puertos le va a funcionar la unidad. Si su equipo no tiene ni puerto de memoria, ni puertos USB, no hay nada que hacer. Es hora de comprar uno nuevo.
Como la capacidad de la memoria es tan grande (512-Mb), lo mejor es que use carpetas para guardar la información.
Esto de las memorias externas no es nada nuevo. Por allá en los años 80 ya existían, obviamente de diferente tamaño y capacidad. Aún conservo una que usé por esos años. La pondré en exhibición en… algún museo sobre la edad de piedra de la Informática. No es nada del otro mundo: apenas un cubo de plástico negro con la conexión. Lo curioso es el contraste: mientras es algunas 100 veces más grande que las USB, es 32.000 veces más pequeña en capacidad, pues apenas es de 16-Kb y además es memoria RAM externa.
l ▬▬▬▬▬ l ▬▬▬▬▬ l ▬▬▬▬▬ l ▬▬▬▬▬ l ▬▬▬▬▬ l
El arte de saberlo pedir
RICARDO GARCÍA RAMÍREZ,
profesor Titular emérito de la UFPS.
Leí el libro Ninon. Testamento erótico. Breviario para seducir, de nuestro coterráneo Luis Raúl López Maldonado.
Ninon de Lenclos (1620-1705) fue una famosa trabajadora sexual francesa quien, cuando se “jubiló” de puta, montó una “Academia” para enseñar cómo seducir mujeres y cómo hacerles rico. Y en su libro, el doctor López M. (que no “Michelsen”) presenta un jurgo de esas técnicas, muy oportunas para los que creen que ya perdieron su capacidad de conquista por estar en la sub-60 o en la sub-70.
La lectura me hizo acordar de mi compañero Carbuco cuando “coge viaje”. Unas veces se pone en pie y dice: “Se necesita saberlo pedir, pedirlo a tiempo y que se lo quieran dar”. Y a veces, cuando se sienta después de eso, agrega que ese es el lema de los abogados litigantes. Otras veces pronuncia una frase lapidaria: “Hablemos de todo, menos de mujeres, porque todas son unos moscorrofios. Menos mi mamá”. Y la última que volvió a decir: “Jamás he encontrado una mujer que se haya tragado de mí”, le dijo el Negro:
—Debe tener paciencia. Mi nona decía que: “Pa’ todo tiesto hay su arepa”.
—“Aunque sea de maíz podrido”, decía la mía —complementó el veneco Gallego.
—“Paciencia” y salivita —agregó el Machicambiao.
—Debería imitar a Cirito —le dijo el Africano—, quien, a pesar de sus “ojos morcilludos”, posa de tumba-locas.
—Es que usted no tiene lo que a mí me sobra: irresistible encanto —le dijo Puntillón, el más joven (apenas tiene 53 años) pero justo el cari-anti-galán del grupo.
Así que resumiré el libro para Occidente Universitario, independiente de cuándo carajos lo publique su Director.
Ninon afirma que el hombre debe dominar tres áreas básicas del conocimiento erótico: la galantería, para agradarlas; el glamour, para hacerse desear; y un alto desempeño sexual, para cerrar la conquista “con broche de oro”. Claro que la seducción no sólo sirve para fines amorosos o sexuales, sino también en los negocios, el trabajo, etc.
Seducir no es lo mismo que engañar, y nadie nace aprendido en lo uno ni en lo otro. Si uno no aprende a seducir mujeres, tendrá que limitarse a que lo elijan y eso es desagradable. Muchos creen que el único recurso para seducirlas es el dinero, aunque es cierto que ayuda mucho. Pero si a alguien lo escoge una mujer sólo por su dinero, es un desafortunado.
Según Ninon de Lenclos, hay que seguir un plan exigente pero efectivo. Ante todo, uno tiene que valorarse. Si uno no se ama a sí mismo, ¿cómo espera ser amado? La mujer jamás se fija en un hombre tímido y dudoso, por muy educado y atractivo que sea. A ellas les fascina el hombre con carácter, porque lo perciben como un gran luchador.
La seducción exige ciertas aptitudes y actitudes que den “valor agregado”. Y como en todo, se necesita sentido de la oportunidad: saber cuál es el momento apropiado para cada cosa. Así, si a la segunda o tercera salida, no la ha besado, ella no lo creerá un hombre respetuoso sino tonto. Un refrán dice que no hay mujer virtuosa sino hombre torpe. Y Ninon, que si a los tres meses de amores, por indeciso no han copulado, corte porque ya no fue a ninguna parte.
Otro aspecto son las buenas maneras, pues a nadie mentalmente sano le gusta una pareja ordinaria. En la mesa y en el juego se conoce al caballero, dicen, y ellas, por sencillas que sean, aspiran a un príncipe. Hay que tener sentido del buen gusto, aunque la elegancia no esté en las prendas sino en quien las usa.
Según Ninon, en el beso el hombre debe expresar el mayor virtuosismo. Ellas esperan en esto más que nosotros. Sueñan por y suspiran con un beso apasionado. Pero el beso debe equilibrar la ternura y la pasión erótica. Y por ser la primera estación en el camino hacia la cama, la mujer asocia la manera como el hombre besa con cómo se comportará en la cama. Pero no confunda beso con “pico”, que es una manifestación de afecto medio chimba.
Ninon recomienda que el hombre tenga alguna gracia, como saber nadar, bailar, cantar o contar chistes. El baile es importante para seducir, pues tiene una finalidad erótica. Y así como incita la pasión del macho, también la amansa. Es un mensaje sutil. Las mujeres caribes dicen: “El hombre, como baile, tira”. Bailes como la cumbia, el porro y el vallenato son una invitación a la cama.
Para Ninon, el hombre se enamora a través de los ojos y la mujer a través del oído, que en ella es un órgano tan sensible como el clítoris, por lo que un buen timbre de voz la excita tanto como una caricia allí. Luego tenga buenos pertrechos dialécticos para echar el cuento, privilegiando el cómo y no el qué se dice. Pero no le hable de cosas profundas, a menos que los dos sean intelectuales. Y no hable mucho de usted. Si lo hace, hágalo con buena dosis de humor. Y nunca hable de sus conquistas: a la mujer, como al hombre, le gusta los chismes pero no los chismosos.
Como con frecuencia ellas suponen que las aventajamos en cultura, mantenga vivo el interés por su charla. Difícilmente ella ama a quien no admira. Hablando, el hombre seduce; y escuchándole, es seducido. Pero cuidado: ella queda muy halagada si también es escuchada. Y la puede desencantar la forma de reír un hombre.
La madame dice que si la galantería es fundamental, el halago debe ser sincero; o al menos parecerlo. Luego muéstrese cautivado por ser ella la mujer más fascinante sobre la Tierra. Eso inflamará su ego y la hará adicta a los halagos. Pero no alabe cosas. Por ejemplo: no diga “¡Qué bello vestido tienes!”, sino “¡Cómo luce ese vestido en ti!”.
El momento más adecuado para la galantería es la intimidad, por lo que no hay que ahorrar halagos cuando esté desnuda, pues ella puede temer que su anatomía “no dé la talla”. Y para seducirla y retenerla, sólo dos cosas son necesarias: buen humor y buen sexo. Ellas creen que quien es bueno para hacer reír es bueno para lo demás. Luego el buen humor es el mejor afrodisíaco para ella. La pobreza del espíritu es peor que la material, por lo que un ser humano sin sentido del humor es desagradable. “Un hombre que no ríe es capaz de matar a su madre”, dijo San Isidro de Sevilla.
La maestra enseña que la rutina es la asesina del amor, por lo que se debe ser creativo con la mujer; sorprenderla agradablemente. Desde el campo de batalla, Napoleón le enviaba estas notas a Josefina: “Pronto estaré en París, mi amor. Llegaré victorioso pero deseosos de ti. Por favor, no te bañes tu delicioso bosquecillo”.
No hay que temer el rechazo. A veces ella está más asustada que uno. La única “timidez” válida en la seducción es la de posar indefenso ante el poderío sexual de ella, si tiene más experiencia que uno. Y si parece demasiado seria, imagine que “Cara seria, culo alegre”. Y al contrario: una cara de bobo bien administrada, da buenos resultados.
Para la profesora, en el sexo hay que ir despacio; nada de ansiedad. El buen amante sabe que el sexo no es una carrera de velocidad sino de resistencia. El malo cree lo contrario, por lo que el desgaste físico lo lleva a una eyaculación precoz.
Y agrega la “catedrática” que el seductor, como el tahúr, no muestra de una el juego sino “por fascículos”. Si está tragado, se hace el difícil; la reta a conquistarlo. La coquetería está en esquivar lo que se ofrece y ofrecer lo que se esquiva. Si se muestra disposición a la sumisión, ella primero lo someterá; y luego, aburrida, lo echará o le será infiel.
La puta emérita, que en su “Academia” hablaba “Con propiedad” —como exige Carbuco—, recomienda ser solícito, atento e indispensable y pasar a la desatención, pues ella, por su curiosidad sobre la causa de ese cambio, hará lo que se le pida con tal de que uno vuelva a ser el de antes. La “ley de la presencia y la ausencia” dice que ésta es un maltrato culto; que hay que estar juntos pero sin empalagar. No hay que ser “intenso”, para usar un término de la juventud de hoy.
En el hombre discreto ella percibe independencia y seguridad, por lo que se le hace apetecible. Al que se cree un tumba-locas alardeando de sus conquistas, lo perciben como un hombre mentiroso y con frustraciones, por lo que suele ser despreciado. Ninon recomienda al hombre mantener la cabeza fría, caliente lo que sabemos y la mano larga.
También recomienda el alcohol como combustible para la conquista. No para emborrachar a la vieja y abusar de ella, lo cual es miserable y criminal, sino como relajante, “ablandador de carnes”. Tras unas cuantas copas, hasta “Mandíbula”, el de Sábados Felices, a ella le parecerá un Brad Pitt. El trago en exceso es más propio de la relación prostituta-cliente, y un borracho no le apetece a mujer alguna, así como al hombre no le gusta una mojigata ni lidiar con una borracha. En dosis razonable, es “el suero de la verdad” por cuanto extrovierte, propiciando charlar y follar relajadamente.
Ninon nos recuerda que en una pareja está permitido todo lo que les agrade a ambos. Así que si dizque “por respeto” usted no le hace lo que le gusta a ella, la perderá con otro más lanzado. Si bien en público la mujer prefiere al hombre culto, en la cama le fascina que le digan cosas vulgares. Decirle en público “puta” a una mujer es un ultraje, pero en la cama es el hermoso cumplido que espera oír. El hombre debe saber que toda mujer lleva una puta adentro y necesita el hombre especial que en la intimidad se la saque a flote.
A las mujeres no les gustan los hombres tímidos sino los temerarios. Y según Remy de Gourmont, de todas las aberraciones sexuales las peores son: la castidad, el pudor y el asco. Así que la mujer debe superar el prejuicio de que, si se muestra atrevida, su hombre la tomará por puta recorrida. Eso lo cree el tonto, por ser menos atrevido que ella; pero al que no es tonto le encanta que lo sorprendan. Ninon les decía a sus discípulos que a las mujeres les gustan que las mechoneen cuando las cogen, porque cierta rudeza empuja al clímax, por lo que hay que dosificar la rudeza y la ternura.
A ninguna mujer le gusta que su hombre le haga toda clase de prohibiciones, como no bailar con otro en una fiesta. “El celoso tal vez ama más, pero el que no lo es ama mejor”, decía Moliere. Los celos hacen infeliz a quien los siente y a quien los despierta. Al hombre no acomplejado no le importa el pasado (el “kilometraje”) de la mujer que desea. Pero la mujer, decía don Jacinto Benavente, por lo regular ama a quien no lo merece; como si prefiriera dar limosnas en vez de premios.
Con el dinero, hay mujeres que consiguen el hombre-trofeo y hombres que consiguen la mujer-trofeo. Ninon cuenta que una mujer le dijo: “Yo sé que no soy bella y que no tengo una vagina de oro, pero tengo piedras preciosas”. La mujer-trofeo lo finge todo, en especial los orgasmos, que es la mina que explota inteligentemente, porque su hombre se considera excelente amante cuando oye sus fingidos gemidos de placer. Esas mujeres son como el Triángulo de las Bermudas: desaparecen automóviles, joyas, ganado, fincas, dinero, etc.
Ninon afirma que los hombres y las mujeres no saben mayor cosa del sexo antes de los 30 años, que aprenden entre los 30 y los 40, y que lo disfrutan a partir de los 40. Pero es un lugar común que la libido de la mujer se da por sus 40 años, cuando comienza a rondarla el fantasma de la menopausia, por lo que se lanza a jugarse sus restos; como si sintiera que es ahora o nunca que debe darle rienda suelta a sus fantasías sexuales. El hombre siente que a cualquier edad puede levantar vieja. Para la mujer, el almanaque es implacable.
Cuando la mujer joven hace el amor con un hombre mayor, experimenta una agradable sensación de ternura y protección. El joven que lo hace con una mujer mayor siente que está haciendo un favor. En todo caso, a ella y a él les llegará el día en que se “jubilen” de la actividad sexual.
Y para finiquitar sus sabias enseñanzas sobre el arte de seducir, Ninon hace dos advertencias: que la mujer huye del hombre tacaño, conchudo; y que para complacerse mutuamente, hay que descubrir los gustos y fantasías sexuales de la pareja y soltarles la rienda, como el noble jinete se la soltó al caballo blanco en el corrido de José Alfredo.
De modo que no eche en saco roto estas enseñanzas sobre el saberlo pedir y pedirlo a tiempo, para que se lo den a uno. Porque solemos ser pura lengua, como los politiqueros. Pero, a la hora del té: de aquellito, nada.
l ▬▬▬▬▬ l ▬▬▬▬▬ l ▬▬▬▬▬ l ▬▬▬▬▬ l ▬▬▬▬▬ l
▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬
El Tribunal Constitucional español tumbó hace poco una decisión de la Sala Penal [de la Audiencia Nacional, equivalente ésta a nuestra Corte Suprema de Justicia] que se había abstenido de investigar denuncias de Rigoberta Menchú [la indígena guatemalteca, Premio Nobel de Paz] sobre torturas en Guatemala. Esto ocurre con toda naturalidad, sin [que a alguien se le ocurra que se produjo un] choque de trenes. n
HUMBERTO DE LA CALLE, citado por la revista
Cambio Nº 679 (3 al 9 de julio del 2006, pp. 25-26).
▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬
▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬
Tras las votaciones de junio del 2000, que a Héctor Parra lo hicieron rector por primera vez, 29 «hinchas» del candidato que no logró su segunda reelección (más dicho candidato) le enviaron una carta al «suscrito» Director, entonces presidente de la Asociación de Profesores, en la cual, tras insultarlo, declararon que se desafiliaban de dicha Asociación. Tan pronto «el suscrito» Director difundió aquella carta, unos cuantos de sus firmantes se reafiliaron a la Asociación de Profesores, informándole verbalmente al «suscrito» que el texto por éste difundido no era el que tenía la carta que apoyaron con sus firmas.
Y tras las votaciones de junio de este año, que a Héctor Parra lo hicieron rector por tercera vez, 2 profesoras y 9 profesores se desafiliaron de la Asociación de Profesores. ¿Por qué? La junta directiva no lo sabe, pues se enteró en julio sólo porque la relación de aportes de la cuota de sostenimiento de junio totalizaba menos que la de mayo de este año. De los 11 «retirados a hurtadillas», 2 integraron la plancha de 4 miembros que en las votaciones del 31 de marzo de este año aspiraron a ser la junta directiva de la Asociación de Profesores.
▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬
l ▬▬▬▬▬ l ▬▬▬▬▬ l ▬▬▬▬▬ l ▬▬▬▬▬ l ▬▬▬▬▬ l
▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬
N O T A S :
Cualquier nota que no tenga explícitamente autor, debe ser
atribuida exclusivamente al director de Occidente Universitario.
Por limitaciones pecuniarias, las ediciones «en papel» de
Occidente Universitario, que se difunden completamente
gratis, es de 40 ejemplares, en promedio.
La edición Nº 65 de Occidente Universitario queda
prevista para el jueves 24 de agosto del 2006.
▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬
cucutanuestra@gmail.com