Votaciones, aborto y terremoto
JAIRO CELY NIÑO, profesor de
la Facultad de Ingeniería de la UFPS.
A las cinco de la tarde del pasado viernes, 12 de mayo, concluyó el plazo de inscripción de candidatos a rector y a decano de Ingeniería, para las votaciones de los próximos 2 y 3 de junio del 2006.
Como candidatos a rector se inscribieron tres ex rectores, y como candidatos a decano de Ingeniería se inscribieron un joven profesor y un profesor veterano, quienes no son ex decanos.
Si «el suscrito» Director creyera, como cualquier rezandero, en la infalibilidad del llamado «sumo pontífice», también creería en la infalibilidad del refrán según el cual: Más vale malo conocido, que bueno por conocer.
Porque si tal «Aritmética de Tienda» fuera infalible, implicaría que con quien quiera de los tres candidatos que resulte rector habrá la garantía de que no ejercerá dando bandazos porque tiene experiencia, mientras que, con quien quiera de los dos candidatos que resulte decano, la Facultad de Ingeniería irá de desastre en desastre hasta el Apocalipsis final, porque ninguno de los dos tiene experiencia.
Pero: ¿acaso el ser humano nace aprendido?
De pronto el candidato-presidente Álvaro Uribe diría que él sí, y que por eso él es el mesías al cual hay que reelegir. Pero un insignificante profesor de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Francisco de Paula Santander, como lo es «el suscrito» director de Occidente Universitario, sostiene que no porque él sí nació imbécil, y que de algo de esa imbecilidad lo han liberado el estudio y los zurriagazos que le ha dado la vida.
Ahora bien: hay dos coincidencia y también un contraste en los cinco candidatos que tuvieron los arrestos para hacerse contar. O para someterse al implacable veredicto de las urnas triclave.
Los cinco, además de ser profesores de la Universidad Francisco de Paula Santander, coinciden en que de pregrado son egresados de la Universidad Estatal. Pero, mientras de los tres candidatos a rector, dos son egresados de la Universidad Industrial de Santander y uno lo es de la Universidad Nacional de Colombia, los dos candidatos a decano de Ingeniería son egresados de la Universidad Francisco de Paula Santander.
Y exceptuando psicópatas, claro: ¿quién, si no los hijos, puede querer más a una madre? Por ello, como egresado —y además, profesor— de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Francisco de Paula Santander, «el suscrito» Director considera que su Facultad tendrá un buen decano, independiente de si lo es Carlos-hache o Ricardo.
Dicho eso, claro, confiando en que al rector y al decano lo escogeremos nosotros, pues a uno y a otro se lo escoge votando.
Porque: ¡quién lo creyera! El sistema electoral de la Universidad Francisco de Paula Santander fue hecho hace más de diez años para que no decidan quienes votan, sino quienes con la abstención se quieran putiar el proceso, lo cual nos pone ante la disyuntiva de que: o los escogemos nosotros, votando… o nos los impone el Consejo Superior Universitario.
Y la opción de escoger sólo es prerrogativa del único ser que nace desvalido e imbécil: el humano. Al perro, por ejemplo, de nada le serviría querer ser «bilingüe» porque maullar, por ejemplo, no es para él una opción. Pero una persona sí tiene la opción de elegir, en último extremo, entre lo peor y lo malo.
En su fallo del recién pasado 10 de mayo del 2006, la Corte Constitucional despenalizó el aborto en tres situaciones muy, pero muy específicas: en caso de malformaciones del feto; en caso de que la vida de la madre corra peligro; y en caso de violación o de inseminación artificial no consentida. O sea que, aunque a medias, a la mujer se le ha reconocido el derecho a elegir.
Hasta último momento, «el suscrito» Director aspiró a que los ocho (de nueve) magistrados del máximo tribunal de control constitucional tuvieran los arrestos para despenalizarlo totalmente. Esto es, que «el suscrito» aspiraba a una zancada.
Y aunque no fue más que «un pasito» afuera de la covacha medieval en que el statu quo nos ha mantenido, hay qué ver las reacciones de dinosaurios como el cardenal Pedro Rubiano y el rector de la «Gran» Colombia, José Galat, quien es el espadachín en Colombia del ultra derechista Opus Dei.
Pareciera, entonces —o al menos así se lo parece al «suscrito» director de Occidente Universitario—, que la fobia contra el aborto es un asunto de discriminación, más de género, que del gusto sexual.
Porque por muy marica que fuera un monseñor, y por muy larga que fuera la verga del cacorro que tuviera de mozo, no hay posibilidad de que resulte preñado. Pero, si ello fuera factible, a que existiría el undécimo mandamiento consagrando el derecho al aborto total.
El 19 de noviembre de 1863, el presidente Abraham Lincoln comenzó su famoso Discurso de Gettysburg con estas palabras: Hace 87 años nuestros padres fundaron en este continente una nueva nación, concebida en la libertad y consagrada a la convicción de que todos los seres humanos somos creados iguales.
Pues bien: hoy hace 131 años, un devastador terremoto se ensañó contra la única ciudad del mundo que ha sido fundada por una mujer. Sólo ripio y dolor dejó el terremoto, por lo cual nuestros antepasados enterraron sus muertos y se dedicaron a refundar esta hermosa ciudad en la cual, 87 años después, sus descendientes fundaron la Universidad Francisco de Paula Santander.
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Proxeneta o chulo profesional
RICARDO GARCÍA RAMÍREZ,
profesor Titular emérito de la UFPS.
Una de las zonas de tolerancia de la ciudad de Guasimales a finales de la década de 1960 era La Isla, que estaba llena de burdeles de cierta prestancia. Los más importantes eran El Chochecal, La Casona, La Paisa y Miramar, pero el más fino y elegante era La Piscina, en donde muchos guasimaleños perdieron su virginidad por cincuenta mil pesos de hoy (2006). Mayoral, le decían al chulo mayor de esa zona, a la que conocía como a las palmas de sus manos, y en la cual era muy respetado.
Esos lugares estaban llenos de clientes, putas y meseros maricas. Cada hora, de nueve de la noche a tres de la madrugada, La Piscina ofrecía el show de una puta que bailaba mientras se empelotaba lentamente, tras lo cual hacía un recorrido ofreciendo en cada mesa una nalga para que se la besaran. El tour lo terminaba sentándose en la mesa de Mayoral y colocándole una pierna en cada hombro. Mayoral le pasaba la lengua por el pubis y ella fingía un orgasmo, jadeando.
La moneda venezolana era la más dura de América Latina, por lo que el venezolano era muy apetecido en La Isla como cliente. Generalmente fanfarroneaba saludando al mesero marica en inglés y llamando así a una puta, la cual acudía diciéndole, coqueta: “Maineimis Carol. Ayam de Pereira. Eres uélcom a este said. Estoy a tu servis”.
Quien inició a Mayoral en el oficio de chulo fue su padre, quien dizque tenía tanto prestigio que don Mario, el dueño del prostíbulo The Dolls’ House, le fiaba las folladas. Y Mayoral llegó a ser tan chulo que sus novias, como llamaba a las putas que tenía como amantes —escogidas entre las “importadas” de Cali, Pereira y Manizales—, las compartía extra burdel con amigos si eso le producía buenos dividendos.
Mayoral es ingeniero, moreno, alto y “bien dotado”, como decían las putas que le conocían el estrolín. Decía que lo bueno de las putas es que no exigen compromisos. Era soltero y decía que jamás se enamoraría de una puta, pero conoció a una “importada” de Armenia y se encacorró perdidamente de ella. Se llamaba Sara, tenía una hija de tres años y lo eludía porque lo consideraba muy mayor que ella y reputísimo.
El día en que Sara lo mandó al diablo se emborrachó en un lugar lleno de travestis, en donde “cayó en los brazos” de Ítala. A sus putas no les gustó su frase lapidaria: “El sexo oral y anal de los travestis es mejor que el de las hembras”.
Era socio de una empresa de consultoría y de interventoría de obras públicas, pero no le jalaba a la una ni a la otra. Sólo le gustaba la labor de proxeneta, y quienes sabían que era ingeniero civil no entendían por qué se relacionaba con ese tipo de mujeres y no con mujeres de la jaig.
Sus tres hermanos también eran profesionales y estaban casados, pero él creía que a sus 42 años era muy joven y no debía casarse. Decía que por su catre habían pasado cientos de mujeres, sin aclarar que fueron putas porque su timidez lo cohibía de pedírselo a una mujer que no lo fuera. Que a un burdel no se va a conquistar sino a follar, porque la puta no espera príncipes azules sino clientes, ya que se le exige no enamorarse (y a veces se enamora) ni ser tierna o cariñosa.
Jamás tuvo una relación sentimental estable. Sólo “noviecitas” que se lo dieron gratis, porque él era su patrón Jamás ha tenido un patrón de belleza definido: le gusta todo tipo de mujeres, aunque las prefiere rellenitas. A las anoréxicas las abomina por sus cuerpos garruchentos, así como a las mujeres de su condición social: “Son postizas, aun si son bonitas”.
Por eso las putas le parecen más aterrizadas, pues venden sus cuerpos porque las circunstancias las forzaron, y por ellas aprendió que la condición humana es risible. Como la de esas cabezas huecas de las niñas “bien”, que sólo les interesa un macho que las mantenga, les dé joyas, viajes, etc., por lo cual aprenden a fingir que son felices, y por eso les parece que son putas muy ramplonas y no de clase, como las putas de burdel.
Mayoral tiene hoy (2006) 80 años y nunca se casó. Tiene rancho en un barrio “bien” de Guasimales, y vive holgadamente de las utilidades que le dejaron la liquidación de aquella firma consultora y su verdadera profesión, que fue la de proxeneta y no la de ingeniero.
Por su mala vida pasada los jóvenes lo buscan como “profesor de hora cátedra ad honorem”, para que los ilustren en técnicas guarichísticas, pues, según ellos: “Esa experiencia, ese bagaje, de su buena vida pasada es para compartirlo con los que no saben. No para que lo traguen virgen los gusanos, el día de mañana”.
Detesta a las llamadas “mujeres prepago”: esas modelos y actrices de televisión que cobran caro, más que por acostarse con mafiosos y aun con sus traquetos, para ser exhibidas como joyas por aquéllos en las orgías que montan en sus feudos. “Esas putas bodrias —dice— son polvos desechables. Todo en ellas es postizo: sus culos, sus tetas y sus vidas”.
Aunque se considera Puto Emérito frecuenta, “en calidad de observador”, los actuales antros que comercian con el sexo, algunos de los cuales con nombres eufemísticos para no ser percibidos como éso, porque son para las y los clientes de la jaig. Por eso conoce bien las vidas y aventuras de sus faunas: dueños, clientes, putas, gigoloes, maricas y lesbianas.
Pero hay algo que lo emputa: que algunas de las mujeres de su elegante barrio les prohíben a sus maridos andar con él, dizque por puto. Justo las que son putas redimidas: aquellas a las que algunos señoritos de la jaig sonsacaron de los burdeles de La Isla y las convirtieron en matronas; en las hoy respetables damas de la alta sociedad guasimaleña. “Viejas hipócritas —se dice—: como si en su juventud más de una no hubiera sido de mi harén y no hubiera pasado por mi catre”.
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NOTAS:
Por limitaciones pecuniarias, las ediciones
«en papel» de Occidente Universitario,
que se difunden completamente gratis, es
de 40 ejemplares, en promedio.
La edición 62 de Occidente Universitario
está prevista para el viernes 2 de junio
del 2006.
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cucutanuestra@gmail.com