Genaro era su nombre. En cuanto al apellido, lo ha disuelto completamente el ácido corrosivo del olvido. Además, nadie lo llamaba sino "el mapa", en abreviatura quizá de "mapanare".
En la penúltima década del siglo pasado, que fue cuando ocurrió la cosa, por ahí entre el 87 y el 89, era un hombre sincuentón, de buen porte, charla agradable y maniabierto o dadivoso. Había viajado por algunos países de la América Central y conservaba de sus correrías cierto acento simpático en la conversación y bastantes anécdotas, auténticas unas, fantásticas las más, con las .que divertía frecuentemente a sus amigos.
Como de sí aseguraba al malogrado cronista "el chueco Monroy", aguantó siempre las ganas de trabajar."El Mapa" vivía del juego. Era un experto y peligroso topador de paradas. Peligroso, porque en limpieza y rapidez para cambiar los dados, no le ganaba ni Hondini, el mago de la prestidigitación. Esta especialidad quedó plenamente comprobada a su muerta cuando se hallaron en su baúl vados pares de dados "taqueados" y "negritos" y un curioso "taturo" o cubilete de su invención, de doble fondo móvil, el cual, mediante una leve presión de los dedos, ocultaba los buenos y dejaba salir los
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cuadros falsos que llevaban cenas, cincos y treses en el lugar de los ases, doses y cuatros. Cuando "el Mapa "contestaba "topo" el que había dicho "pinta" era ya pisco más perdido que almuerzo en el carrusel.
También gustaba "el Mapa" de adornarse el espíritu con las gasas sutiles del alcohol. Esto quiere decir en castellano que "se las amarraba" cuantas veces podía, y podía por lo general 7 veces a la semana.
La mujer que con él compartía las horas del hogar, hermana ella de Marcos Durán, el audaz y despreocupado torero "Fosforito" de extracción criolla pero de afición raizalmente hispana, pasaba con tal costumbre las de Caín, o, mejor las de Abel cuando aquél le hizo saber para qué servia la quijada de un burro en las manos de un macho. Cuanto disgusto tenía "el mapa" en las vecindades de la mesa redonda se lo hacía pagar y con creces a su abnegada compañera, a quien colmaba de golpes, insultos, denuestos, puntapiés y maldiciones, que día a día aumentaban en violencia y proporción.
Lo raro es que la quería con turbulenta y desbocada pasión. Aquella mujer era todo en su vida. La maltrataba, sí, pero la adoraba con verdadera locura, a dentelladas, como aman las fieras, con una lluvia de besos a raíz de cada paliza, tras las ofensas un derroche de ternuras, de humillación de mimos y de súplicas.
Un día, sinembargo, la paciencia de la mártir no dió más y mientras "el Mapa" brujuleaba en las timbas a quien soltarle el loco con sus dados ganadores, huyó de su casita de la plaza de Colon, para buscar amparo en la de sus hermanos Marcos y Emilio, en "La Pesa Vieja". (1)
Una vecina enteró a Genaro de la fuga y el hombre comprendió que se había roto definitivamente la cadena que ataba al suyo el corazón de la mujer. No dijo una palabra. Hosco y ceñudo se encerró en su habita-
(1) "La Pesa Vieja" se denominaba el sector comprendido entre las calles 7a, y 8a. y las carreras 4a. y 5a. y sus cercanías.
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ción y estuvo paseándose toda la noche en el reducido corredor, como una pantera recién enjaulada. Había traído para la ingrata un puñado de morrocotas como regalo y al saber que le había abandonado, las tiró con rabia al suelo, en un rincón de la alcobita, donde a la paupérrima luz de una vela de sebo, brillaban dos de ellas como las pupilas de un gato en acecho. Alteradas las facciones, maltratado el espíritu por la emoción, la única real tal vez en su vida de tahúr y mujeriego, "el Mapa" maldijo mil veces al tiempo, que no acababa de pasar aquella noche cruel, de insospechada angustia.
Con el primer claro del día desenfundó su revólver lo limpió cuidadosamente, abrió el tambor y cambió por uno nuevo el juego de cápsulas y salió a . Salió a traer-la........ Sin ella era tontería pensar en vivir una hora más.
Pero ni ruegos, ni palabras de amor, ni ofertas de regeneración, ni lágrimas ni amenazas lograron el propósito, La Durán fue inflexible, y entonces ....... sonaron 2 disparos y el cuerpo de la infeliz quedó tendido en el patio, guarnecido el rostro con una ola de púrpura, empapados en sangre los cabellos.
"El Mapa" huyó calle abajo y torció por la 7a. hacia donde hoy está el cuartel. Portaba el arma del crimen en la mano y gritaba a los curiosos que se asomaban a las puertas o transitaban por la vía. "Corran que ahí viene un novillo "esgaritao". ¡Claro, todos se apresuraban a acuitarse, que era, justamente lo que el pícaro necesitaba.
Así llegó a la estación Cúcuta y se internó, a la izquierda en el monte con ánimo seguramente de alcanzar "El Cerrito" y atravesar allí el río para asilarse en Venezuela.
Cuando las autoridades tuvieron informes del suceso destacaron un piquete del ejército ----porque toda la policía junta no sumaba más de 8 unidades— en persecución del fujitivo. Los soldados le dieron alcance antes de llegar a "el Salado" y como» al verse perdido,
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tratara de hacer de nuevo uso del revólver, de un tiro le arrancaron el arma de la diestra y de otro lo dobla-ron a tierra de rodillas.
Pocas horas después de conducido a la cárcel municipal se fue de este mundo. Momentos antes de expirar, delirante o enloquecido sonreía Genaro, "el Mapa" y articulaba trabajosamente: "Treses de a diez! Veinte elante y cinco atrás Pinta!".
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