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EL VOCERO DEL LICEO.


CÚCUTA DE OTROS DÍAS.
Por Carlos Luís Jácome «Charles Jackson». Imprenta Departamental Cúcuta 1945

EL VOCERO DEL LICEO.

Don Andrés B. Fernández, entonces en pleno goce de sus inquebrantables energías —sucedía esto el año de 1890— acostumbraba bajar todas las mañanas a las oficinas del Ferrocarril y trenzar un poco de amena charla con don Luis Febres Cordero, don Melitón Angulo Heredia y don Julio Angulo Lewis, antes de "coger la pala" en la diaria faena comercial.

Prencupado siempre por la instrucción y adelanto de sus paisanos los cucuteños propuso en una de aquellas interesantes sesiones la creación de una escuela nocturna para el pueblo. La idea fue acogida con calor por don Melitón y sus compañeros y el proyecto de una vez corrió en "tercera" a su pronta realización. Fue cumplido sin embargo en el curso de la discusión y allí nació el Liceo Girardot, especie de centro de expansión cultural cuyo funcionamiento, largo y próspero, dejó mucho que anotar y agradecer en la incipiente "ciudad de los almendros".

La instalación del Liceo fue cosa rumbosa y muy sonada; tuvo lugar en la propia casa de habitación del señor Angulo Heredia, quien gallardamente la ofreció para el Centro y su escuela y al acto asistió lo más vistoso y de valía en el Cúcuta de aquellos días.

Como fundadores del Liceo Girardot figuran en el

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acta los siguientes señores: Presidente, don Carlos R. Olivares; Vice-presidente, don Carlos Víctor Silva; Secretario, don Pedro de J. Durán; Tesorero, don Andrés B. Fernández y Vocales Rafael Díaz, Onofre P. Atencio, Pedro Miguel Tapias, Rodolfo Mallorca, Rafael González C., Salvador Moreno hijo y Abdón Z. Correa, nombres que es bueno sacar del olvido para rendirles el homenaje que merece su entusiasmo en pro de la cultura local.

Del "Liceo Girardot" surgió un hecho que obtuvo para Cúcuta cumplidos honores y hubiera logrado más si la suerte no se arrepiente y no deja abandonado en el camino a quien había escogido como objeto de sus mimos. Pintó Salvador Moreno para el salón de sesiones un Atanasio Girardot en actitud heroica, obra que le resultó maestra para los escasos conocimientos que el mozo poseía en el arte de Murillo y de Rembramdt. Vió el lienzo don Carlos Jácome, hombre de influencia en el Concejo y maravillado de las disposiciones para el arte de 'aquel futuro Apeles, consiguió que el Cabildo lo pensionara en Bogotá, luego en Méjico y por último en París, donde alcanzó lauros y alabanzas sin par, hasta que la fatalidad lo convirtió en nadie con la pérdida de la razón.

El Liceo celebró el centenario de Girardot el 9 de mayo de 1891 con otra fiesta de gran pompa y solemnidad, gracias a los esfuerzos de don Andrés B. Fernández, alma y nervio de aquellas labores. A su iniciativa se debió también la aparición de "El Estímulo", órgano del Centro, cuyo grupo de directores lo componían el mismo don Andrés, don Carlos Olivares, don Carlos V. Silva y don Pedro de J. Durán, Circuló primero manuscrito y luego editado en la tipografía del señor Miguel Lazcano y era muy leído por tirios y troyanos pues jamás se ocupó en cuestiones de política. Su formato no pasaba del cuarto de pliego, pero desde el encabezamiento hasta la última columna todo sé llenaba con material' divertido ir de interés general

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Por entonces principió también a publicarse en Cúcuta "El Trabajo", cuyas oficinas y talleres se hallaban en la parte norte de lo que fue edificio Van Dissel, hoy del señor Copello y Cine Colombia.

"El Estímulo" salió regularmente desde 1891 hasta 1894 e igual lapso funcionaron el "Liceo Girardot" y la Escuela Nocturna, ésta bajo la dirección de don Melitón Angulo Heredia y de don José Moría Polanco, quienes si no cobraban sueldo, tenían la satisfacción de recibir continuas manifestaciones de gratitud y simpatía de sus numerosos discípulos y de la sociedad en general.

"El Estímulo" se convirtió en "El Papel" después de la guerra del 95 y aun cuando acababa de pasar el terrible y cruento episodio revolucionario de los tres meses, allí colaboraban liberales y conservadores, en íntima y formal camaradería.

¡Bello y ejemplar espectáculo de confraternidad y espíritu público, lo que da idea de cómo los nobles sentimientos de amor al terruño y fe en su porvenir superaban notablemente a las torvas y bajas pasiones de bandería, a las que hoy se concede el primer plano!

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