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EL MUÑECO DEL 'AIRE LIBRE'.


CÚCUTA DE OTROS DÍAS.
Por Carlos Luís Jácome «Charles Jackson». Imprenta Departamental Cúcuta 1945

EL MUÑECO DEL 'AIRE LIBRE'.

En el cruce de la avenida 4a, con la calle 18, sobre la pared de la casa que forma esquina, frente al Asilo, hay pintado un "matacho" de lo más llamativo y simpático. Es un tipo bastante despreocupado, al parecer, que lee un periódico, tirado hacia atrás en una silla y con los pies colocados sobre una mesa, a la manera acostumbrada ahora por las gentes de buena educación. Sin embargo, "el lector" no es joven; queremos decir que la pintura no es nueva. Hace treinta y tres años que figura allí y suman miles de miles las personas que la han mirado de paso, sin que tina sola haya dejado de sonreír ante el gracioso desplante de aquel "fresco" sujeto. Hasta hace pocos años Cúcuta no contaba con otra entrada por los lados del sur que la del camellón que desemboca en la esquina mencionada o sea el de Puente Barco y por allí estaban obligados a transitar cuantos vinieran o salieran del y para el interior y aun los viajeros de Venezuela, cuando la vía del Rosario trasmontaba el "Alto del Cují" ¡Piénsese en la cantidad de ojos que habrán visto el "muñeco" de "El Aire Libre", con cuyo nombre se le distingue porque una tienda que existía en la misma esquina exhibía como enseña las tres últimas palabras!

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El general Adán J. Vargas, Jefe de Frontera de Cúcuta en una época, quiso dotar a la ciudad de una mejor y más pintoresca entrada, por la avenida 5a., y al efecto construyó un puente y una carreterita, que bordeaba el cerro y bajaba al "Arenal", cerca a la "Vuelta del Molino". Pero ni jinetes ni peatones le "pusieron bolas" a la flamante vía y todos los pasajeros continuaron pasando por "El Aire Libre" y saludando con una mirada cariñosa al popularísimo personaje siempre absorto en su lectura.

Su historia no es muy conocida que digamos. En 1910 vino de Maracaibo, su tierra natal, a esta ciudad, José María Lares, muchacho culto y muy gentil y un genial artista del lápiz y el pincel. Lares no era cualquier hombrecito de pipiripao. Media la bobería de dos metros cinco centímetros del talón a la coronilla y se gastaba una cara enorme, donde los barros y las espinillas habían hallado extenso terreno baldío para prosperar y multiplicarse a su gusto, Magnífico amigo y excelente dibujante, se hizo al patio en breves días y encontró aquí la acogida más franca y cordial.

Don Guillermo Retan, propietario de la fábrica de cigarrillos "Excelentes" afamados y copiosamente consumidos en la región, acababa de vender su industria a Edmundito García Herreros, gallardo mozo cucuteño, activo y laborioso como pocos e infatigable perseguidor de la peseta por cuantos medios lícitos se pusieran a alcance de sus expertas manos. Fue uno de los primeros en poner en práctica entre nosotros el concepto yanqui de que "la propaganda hace el negocio" y por eso entre las muchas formas de anunciar sus cigarrillos, se le ocurrió la de aprovechar la estratégica esquina de "El Aire Libre" para un aviso mural.

Lares efectuó el trabajo no sabemos a qué precio, y lo hizo con tanto acierto que la dueña de la casa, la señora Martiniana Jiménez, no sólo ha hecho respetar la pintura sino que hasta ha costeado su retoque en las varias ocasiones en que se han efectuado reparaciones

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en el frente de la habitación. Lo único que desapareció fue la leyenda relativa a la excelencia de los Excelentes que aparecía en la parte superior de la figura.

Treinta y tres años de existencia al sol y al agua bien merecen que "el muñeco del Aíre Libre", sea considerado como típica pertenencia de la Ciudad—Princesa, que se le mire como gráfica reliquia de tiempos mejores, que se le tenga como recuerdo íntimo y valioso de aquella afortunada época, cuando Cúcuta, aislada y sola, luchaba con ejemplares bríos por imponer su nombre entre los más visibles del conjunto de ciudades nacionales.

Que no se borre, al menos, entre el desdén y la indolencia ciudadanas, como se han borrado tantas cosas, el pantalón de hebilla y la camisa blanca de los artesanos, el sombrerito jipijapa de nuestras mujeres, la "plata" 0.835, el tranvía de vapor, los "chapaleos" y las fiestas de julio, que formaban en la urbe apacible y asoleada el clásico e inconfundible ambiente cucuteño!.

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