La Plazuela del “Cuji” es precisamente un sitio donde los hechos hicieron presencia histórica, no solamente cuando aquella aciga hora del terremoto del 18 de mayo de 1875, era el lugar destinado para el mercado y feria de cabalgaduras, de fiestas y bailes públicos.
Nos dice don Luis Febres Cordero que “la demanda y las transacciones de los dueños de cuadras y tratantes de cabalgaduras, se apiñaban allí sobre el atrayante fresco verdor y follaje de la llamada plaza del “Guji”.
“Sobre esta plazuela se detuvo con cariño la observación de un distinguido viajero colombiano, don Manuel Ancizar, para pintar con aúrea pluma las costumbres locales de Cúcuta. También allí se detuvo y buscó reposo, como más tarde bajo el histórico Samán de Güere, el ejército de Bolívar el año 13. Antes de acuartelarse en la casa se le destinó: las ramas umbrosas y apacibles del árbol sirvieron para refrescar las sienes sudorosas de los soldados combatientes, hasta que la mano saluda lo tronchó aquel cují, aquel había guarnecido los soldados que libertaron a Cúcuta”.
Aquel cují solitario pudiéramos decir, fue el único sobreviviente de aquella época gloriosa, y aquella época siniestra del espantoso cataclismo.
“En la plazuela del “Cuji” tuvo lugar una escena imponente en los días de la tragedia. El miércoles 19 de mayo, en medio de la desordenada emigración de las gentes hacia el sur, el Padre Vicente Sedas, coadjutor de la parroquia, debajo del árbol histórico, dijo unas pocas palabras destinadas a confortar el espíritu de la muchedumbre ávida, pero ahogado por la emoción, no pudo proseguir. .. Impartió entonces una absolución general a la multitud de rodillas, que con la más profunda reverencia recibió la señal de la cruz, trazada en el aire por las manos del levita, el cual parecía batir en lo alto, dentro del enlutado panorama de fisonomías lívidas y ruinas humeantes, el perdón de la esperanza”.
Hoy sólo se recuerda vagamente su sitio. “La esquina de la casa de don Manuel Guillermo Cabrera, y la de un local que ocupó el cuartel de la Guardia Civil del Departamento, en la avenida cuarta, calle 14”. Hoy, Hotel Internacional.
Había pocas casas por allí, y sólo una elegante y siempre enlucida, de propiedad del señor Francisco Cortés, por la cual el sitio se llamaba también “Plazuela de Cortés”, en reconocimiento de quien trataba de hermosearlo con esmero de ciudadano progresista.
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