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PERSONAJES TÍPICOS DE CÚCUTA AÑOS 1850 A COMIENZOS 1900. 
Tomado del libro CITA HISTÓRICA del Sr. Luís A. Medina S.

PERSONAJES TÍPICOS.

Del historiador, ingeniero, pedagogo y académico Guillermo Solano Benítez, mi ilustre profesor de colegio, hemos tomado de sus remembranzas históricas, la bien traída crónica de los personajes autóctonos y típicos de la ciudad, que por su celebridad ilusa y muchas veces ridicula pasan a la historia y las gentes los recuerdan con cariño o por la experiencia amarga sazonada con el dicho agudo o palabra sustanciosa y expresiva del vocablo.

Dice Solano Benítez: “Cúcuta, como todas las ciudades, ha tenido elementos humanos de manifestaciones estrafalarias y ridiculas, de expresiones extrañas y de fisonomía singular, a los que despectivamente se les da el nombre de típicos”.

Cronología y características de los personajes. “Para 1850 había en Cúcuta mujeres populares y festivas que danzaban en las fiestas sociales y que se llamaban:

La Marranera, La Payasa, La Relámpago y Carmela la vaca, (agregamos nosotros, por qué del remoquete de la vaca?, por sus descomunales glándulas mamíferas).

La Trabuco.
Vivió en Cúcuta antes del terremoto de 1875, mujer haraposa, mal vestida y malhumorada, de cuyos labios salían palabras sucias, atroces e inmorales.

La Lechuza.
Sucesora de la anterior cronológicamente, pero distinta a ella pues fue una alcohólica consuetudinaria. Cada'vez que se emborrachaba salía a la calle a buscar grupos de muchachos que jugaban se les cuadraba con las manos en las caderas desafiante instándolos a que le dijeran Lechuza. Entonces los muchachos imitaban el silbido de la lechuza, ante lo cual ella los insultaba interminablemente pero sin groserías.

Cuarenta Dias.
Era un hombre pigmeo, de nombre Santiago que desyerbaba las calles.

La Lima Verde.
Mujer de fisonomía agria, de cara amarga y cabellos desgreñados. Rosa Daza, de fisonomía apacible pero quejumbrosa, gustaba hacer de coco para asustar a los niños, lamentábase de no haber recibido protección de su padre el General de la Independencia Bartolomé Solón, tenorio y mujeriego, en Cúcuta.

La Tururura.
Vino de Venezuela y era una mendiga miserable y tartaja, de piernas torcidas con rodillas juntas, a quien los niños tenían mucho miedo, siendo amenazados con ella cuando no se dormían. Se la describía así: “Hay en Ureña cierta criatura de labios grandes y lengua oscura, a la que llaman “La Turura”.

Juan Palenque.
Hombre envalentonado y andariego que recorría toda Cúcuta a principios de este siglo. Era hijo adoptivo de doña Percita Arangueren.

El Venado y La Varona.
Vivía a manchingados siendo dos grandes pícaros en Cúcuta, antes del terremoto y después de él. El día del terremoto estaba en la cárcel y fueron sacadbs dentro de los escombros. A él, de nombre Rafael Varela, lo llamaban el “Venado” por ser agilísimo y veloz como los ciervos, y ella, Juana Barón, le decían la Varona por lo hombruna, arriesgada y guapetona. Decía que aceptaba la llamaran La Varona porque ella no era hombre sino mujer.

Carmen La Correo.
Mujer pequeña, caminadora y guapa que viajaba de Cúcuta a Pamplona y viceversa para llevar las cartas que le confiaban, lo mismo que colaciones, dulces, etc. Se creía hija del General Tomás Cipriano de Mosquera. Siendo Presidente González Valencia ella viajó a Bogotá para visitar a su amigo.

El Chicha Fuerte.
Guapetón y envalentonado que amenazaba a los muchachos que jugaban en la calle y que resolvía los casos graves callejeros, pues por tenerle miedo todos le obedecían. Dejó de ser policía en 1890, porque al ser desafiado tuvo miedo y huyó acabándosele la fama de fuerte y de matón.

El Tuerto Bermabé.
Fue obrero corpulento y de gran fuerza corporal, que para fines del siglo pasado tenía herrería. A principios del año 1898, llegó a Cúcuta una Compañía de Maromeros, uno de cuyos atletas se creía invensible. Ante esto, algunos propusieron se batiera con el Tuerto Bernabé y al verlo doblar el hierro con sólo sus manos, le dijo: “No vaya al circo el día de la pelea y yo le regalo diez pesos oro. El Tuerto Bernabé se entusiasmó con esa suma, y no concurrió a la pelea’’.

La Mantecca.
La llamaban así por lo alta y delgada.

Antonia La Pata de Bola.
Este sobrenombre se le dio por tener los pies redondos a causa de una erisipela. Era pacífica y baja de cuerpo.

Caracolito.
Fue de raza negra, muy simpático a las gentes porque cantaba y silbaba muy agradablemente. Actuó con sus melodias callejeras en Cúcuta en las primeras décadas del siglo presente y murió el primero de julio de 1939, a la edad de 106 años, en el Asilo de Ancianos donde las Hermanas de los Pobres, lo rodearon de cuidados y cariño.

Sixto El Cieguito.
Fue un personaje típico que vivía en el Asilo Andressen como huérfano que era, y recorría todo Cúcuta con una facilidad asombrosa no obstante no ver nada. Dominaba la filosofía a la maravilla y contestaba cualquier pregunta que se le hiciera sobre materias teológicas, morales y religiosas. A cualquier objeción que se le hiciera él respondía con argumentos contundentes como si se tratare de un catedrático.
Una vez salido del Asilo Andressen, se dedicó a hacer mandados en las casas de familia y todo el que solicitaba sus servicios, lo mandaban con regalos de cristal a cualquier parte de la ciudad, y allá llegaba con precisión y seguridad. Prestó también los servicios de campanero en la Iglesia de San José y desde lo altó de las torres caminaba por los bordes haciendo crispar los nervios a quienes lo observaban, fumando tabaco.

El Trabuco.
Un hombre alto, deforme, descalzo. Lo llamaban así porque imitaba los ensordecedores disparos de la antigua arma llamada trabuco, que era de mayor calibre que la escopeta. Esa imitación consistía en abrir la boca desmesuradamente para insultar sorpresivamente al transéunte con descargas soeces. Su nombre era Domingo Lindarte y actuó en las primeras décadas del siglo pasado.

Ratón Cojudo.
Andaba siempre enruanado no obstante el calor sofocante de Cúcuta. Le decían así “Ratón Cojudo”, por sufrir de una hernia inguinal, y apedreaba a los muchachos que le decían así.

La Cucaracha.
Mujer de baja estatura y con cara de cucaracha, quien así la'llamara prorrumpía en insultos, y sin decirle así, únicamente al rastrillarle los pies cqntra el suelo, también lo insultaba de lo lindo. Lo bueno de todo esto era, si no sé le decía nada, se quedaba mirando las personas y ella les decía: “cómo que me vas a decir cucaracha?” y de yimediato los insultaba, todo esto consistía gracia en el personaje. Los muchachos así le cantaban:
“La cucaracha, la cucaracha ya no puede caminar, porque le falta, porque le falta gasolina para poder caminar”.

El Loco Ramon.
Hombre alto y delgado que gustaba caracterizarse vistiéndose de “noble” con sacoleva y sombrero pompa. Era inofensivo y gracioso; frecuentaba el Club del Comercio, donde se le veía de mesa en mesa distrayendo con cuentos y chistes a los socios. Pertenecía a la familia Bohórquez de Cúcuta. A nadie perjudicaba pues sus actos antes que locura, eran gracia y donaires agradables.

Cocadita Fresca.
Era de baja estatura y tenía una pierna más corta que la otra, a este personaje lo caracterizaba la suciedad que envolvía su- cuerpo física y vestuaria-mente, jamás se bañaba, era gracioso y tomador de pelo y enamorado,* cuando pasaba frente a las muchachas les decía: “ ¡ajá! fregaditá, siempre, cuando me das el sí para casarnos”. Su nombre era Pedro Contreras y era natural de Pamplona.

Recorría las calles de Cúcuta con un costal lleno de ropas sucias al hombro, usaba pajilla y los muchachos pasaban junto a él y le daban tremendas palmadas por la cabeza y muchas veces le desprendían la copa y el aro se lo bajaban hasta los hombros, y entonces “Cocadita” empezaba con sus catilinarias jamás oídas.

Cuando pasaba frente a un personaje lo seguía hombro a hombro, y al encontrar muchachos les decía: “Ahora si no me dicen cocadita, porque voy con la mano que aprieta^ así si respetan y les decía palabras como para taparse los oídos, el pedía respeto para el personaje, cómo les parece?

El Mariscal Carvajal.
Simpático personaje, que decía ser ^ovio de Margarita Truman, hija del Presidente de los Estados Unidos, usaba un cacho de teléfono que siempre llevaba consigo dizque para llamar a la Casa Blanca a Margarita su novia, y era todo un espectáculo oirlo hablar con ella naturalmente que imaginariamente. Tenía una memoria prodigiosa, se sabía los discursos políticos de Alfonso López Pumarejo los repetía en las calles por unos centavos que se le obsequiaran.

La Escopeta.
Era una vieja alta y flaca, tan delgada como un cañón de escopeta, cuando le decían escopeta, disparaba palabras de grueso calibre.

Carlos Julio.
“No canse Carlos Julio”,fue una frase que se hizo popular, cuando a él se le llamaba, siempre decía: “No canse”. Fue un buen trabajador de zapatería, y de buenas a primeras abandonó el arte y se “chiflo”, era inofensivo y pedía para darle a su mamá y llevarle los centavitos a la viejita.

Elisa Cuellar.
Esta señorita de familia modesta y honorable sufre de delirio de belleza y de grandeza, ella es auto-can didata de todo reinado y de concursos. Se viste elegantemente y muchas veces con sombrero o turbante, fue muy buena modista en sus tiempos y por ello, confecciona sus atuendos. Dice ser novia de personajes de alta distinción, tiene buena cultura y charla agradablemente. Otras veces se viste con short o pantalóncitos “calientes”. Además, tiene mucha personalidad, nadie se burla de ella ni ademán alguno para pretender ridiculizarla.

Todos estos personajes simpáticos de Cúcuta, han hecho y hacen la leyenda típica graciosa y chispeante de la historia de la vida en los pueblos y de la sociedad.

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