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OCCIDENTE UNIVERSITARIO
N° 83(Ver todos los números)

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Publicación informal, editada en la UNIVERSIDAD FRANCISCO DE PAULA SANTANDER

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Director: JAIRO CELY NIÑO l 8 pp (la edición en papel) l Viernes 7 de Septiembre del 2007
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A MODO DE «EDITORIAL (O ALGO ASÍ)».

¿Más caro el caldo que las papas?

Ayer hizo 26 meses el salvaje alcalde de Cúcuta, Ramiro Suárez Corzo, le robó a la Universidad Francisco de Paula Santander media hectárea de terreno.
Un día después —o de pronto dos—, con pose y tono de energúmeno cebado contra sus víctimas inermes, el susodicho bárbaro sentenció que le cobraría impuesto predial a la Institución y que la despojaría de su sede del Bosque Popular.
Y si no recuerda mal quien esto escribe, en abril del presente año el bellaco de marras sentenció que el 3 de junio —día menos, día más— comenzaría la demolición del Bosque Popular, ante lo cual la Rectoría replicó que un desalojo antes del 29 de ese mes le impediría la culminación de su semestre al estudiantado que recibe sus clases en los salones de esa sede.
De modo que, si el despojo del Bosque Popular fue anunciado en julio del año antepasado, ¿por qué nuestro «notablato» directivo esperó a que el Ángel Exterminador del Ramiro Suárez Corzo volviera ripio el Bosque —tal como destruyó el uniforme y el escudo históricos de nuestro equipo profesional de fútbol— para comenzar a construir, aquí en el campus, el edificio de aulas que repondría las derruidas en la sede del Bosque Popular?
La respuesta refleja o instintiva —si la hubiera, porque da más información una bombilla que el «notablato» directivo— sería la de que, mientras la Universidad no reciba una compensación «metálica» por las mejoras realizadas durante 30 años en el Bosque, no dispondría de un solo peso para contratar la construcción del edificio.
En tal caso —esto es, si al menos tal respuesta fuera la única que dieran, porque «habla» más la réplica del Moisés, de Miguel Ángel, que está al sur-occidente de la Torre administrativa—, cabría preguntar: y entonces, ¿para qué son los bancos? ¿O es que la Institución no tiene capacidad de endeudamiento? Porque, si no la tiene, ¿no servía, para avalar un crédito, lo que se percibiría por tal compensación?
¿Que los bancos no prestan gratis? Pues hasta La Nena Jiménez sabe eso, según se colige de su chiste «no apto para menores» según el cual los banqueros, cuando se mueren, no van al cielo ni al purgatorio ni al infierno porque no tienen alma.
Porque si a costos vamos, cabe preguntar si no salió más caro el caldo que los huevos. Esto es, si de pronto ¿no habría sido menor «el servicio de la deuda» por un trimestre, que el extracosto en que se está incurriendo al posponer la fundición de los entrepisos de concreto para sustituirlos por estructuras de acero removibles?
Tales techos se tendrán que «desoldar» al concluir este semestre, para fundir los entrepisos definitivos de concreto y continuar la construcción. En tal caso, ¿se les dará algún uso útil a esas estructuras, o las venderán por kilos a un reciclador?
Y por cierto: ¿por qué, en vez de construir un edificio, se están construyendo cuatro «edificitos»? ¿No se está malgastando el poco espacio libre que queda en este campus? Y cuando desmonten las cortinas verdes que rodean la construcción, ¿no se va a insinuar algo así como «contaminación visual» o amontonamiento de «edificitos» y edificios?
¿Por qué el «notablato» —ya rector, o bien Consejo Superior Universitario— no tiene sentido común para entender que en estas 12 hectáreas estamos hacinados, y visión de largo plazo para optar por ir buscando un espacio físico de 60 hectáreas, por lo menos, para construir una nueva sede?
Ahora bien: para el actual semestre, que comenzó el lunes de la semana pasada —y no el martes de la semana antepasada, como estaba programado—, las clases que se daban en el Bosque Popular se programaron para darse en las aulas de los cuatro «edificitos». Pero, éstos están aún en obra negra, se hizo «reasignación» de aulas, dejándose entendido que todas las horas de clase de cada asignatura tendrá un salón de clase.
Pues bien: ¿eso no sugiere que aquí sobraban aulas? O, expuesto de otro modo: ¿eso no sugiere que el Bosque Popular siempre fue innecesario?
Además: a la fecha no se sabe cuántos pisos tendrá cada «edificito», ni con cuánto compensará el Terminator del Ramiro Suárez Corzo la demolición del Bosque Popular, y menos si ya transfirieron esa plata.
Y una última pregunta: ¿la semana que se pospuso la iniciación del actual semestre será recuperada o, una vez más, tendremos un semestre «mocho»?


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¿Somos buenos negociadores?

GUILLERMO CARRILLO BECERRA,
profesor Asociado emérito de la UFPS.
gecarril60@yahoo.es

Negociar es ponerse de acuerdo en el intercambio de intereses. El negocio forma parte de la vida diaria: en la familia, en el vecindario, en el trabajo. Cada vez que resolvemos las diferencias por la vía del diálogo, estamos negociando. La esencia del asunto se complica cuando la valoración que cada parte hace no coincide con la de la otra, pues cada negociador tiene su propio estimativo de lo que va a ceder para adquirir. Ahí se requiere la intervención de un mediador.
El objetivo básico de una negociación es lograr la satisfacción de las partes, pues en principio ambas se requieren, cada una dentro de su rol: “Usted tiene algo que yo necesito. Yo tengo algo que usted necesita. Vamos a negociar”.
Para culminar con éxito este proceso, es imperativo actuar con sinceridad, credibilidad y honradez. Cuando lo que prima son las triquiñuelas y “los gatos enmochilados”, aparecen los conflictos que, muchas veces, terminan en los tribunales, o en los cementerios. Por eso, las páginas rojas de los diarios publican, constantemente, noticias relacionadas con los llamados “ajustes de cuentas”, que no son más que retaliaciones por alguna avivatada en los negocios.
Un resultado deseable es la solución gana-gana; es decir, las partes se dan por satisfechas. En cambio, un resultado de suma cero es indeseable, por aquello de que alguien gana lo que otro pierde. Es el caso de las personas que se ven obligadas a casi regalar la casa, porque se atrasaron en el pago de las cuotas de amortización de la deuda. Genera toda clase de sentimientos encontrados. Para nuestro infortunio, prevalece el criterio, sobre todo en el sector financiero, de que enriquecerse con la miseria ajena es parte de nuestro modelo de desarrollo. Por eso estamos como estamos: los ricos, más ricos; y los pobres, más pobres.
Para profundizar en este tema, he consultado la obra del economista colombiano Enrique Ogliastri, egresado de prestigiosas instituciones académicas como el M.I.T. y Harvard. Él nos narra cómo los extranjeros nos ven como negociadores de bienes y servicios. Desde 1987 viene adelantando una investigación mundial acerca de los estilos de negociación de distintos países, con distintos grados de desarrollo. Igualmente, a nivel nacional, ha aplicado su metodología —desde el punto de vista del género, la edad, la profesión, la educación y los ingresos— para conocer como negociadores a los paisas, rolos, costeños, pastusos… El título es:

¿CÓMO NEGOCIAN LOS COLOMBIANOS?
De su texto extraigo una versión acerca de la opinión de un grupo de 51 empresarios holandeses que habían negociado con empresarios colombianos. Este es el perfil de lo manifestado por esos señores, luego de unas charlas muy profesionales con el investigador Ogliastri:

CUMPLIMIENTO. Los colombianos son incumplidos, posponen las fechas, renegocian los términos, sacan excusas de “no se pudo”. Los compromisos son cosa del momento, de la espontaneidad, de lo que se siente cuando se cierra un acuerdo; pero una cosa son los sentimientos del momento y otra la realidad de la vida. No creemos en los compromisos, cambiamos sobre la marcha, tenemos un problema de credibilidad: prometemos muchas cosas con exceso de optimismo, exageramos las promesas y optamos tranquilamente por el riesgo de incumplir.

PUNTUALIDAD. Según los holandeses, somos desvergonzadamente impuntuales: llegar tarde no es cosa rara; lo que más les fastidia es que siempre tenemos una buena excusa, no siempre verdadera; en todo caso, “ajena” a la voluntad del incumplido. Ellos interpretan la impuntualidad como una falta de seriedad e interés en el negocio; pero la excusa falsa es una ofensa mayor, porque es una falta de respeto.
A los holandeses les gusta que los puntos de la agenda se discutan a fondo, uno por uno, hasta evacuar el tema. Nosotros hablamos y hablamos desordenadamente de todos los temas, y esta “flexibilidad” o folclorismo nos hace quedar mal con todos. Las juntas se hacen con desorden, ambiente informal, largos preámbulos, superficiales en el manejo de la información, mucho todero, poco especialista, equívocos en la definición de términos.

RESPONSABILIDAD. Para ellos es inexplicable que, cuando algo sale mal, nadie asume la responsabilidad. Los subalternos le echan la culpa a los jefes y, éstos, a su vez, se descargan contra los de abajo. El concepto de jerarquía, para nosotros, es disfrutar las prebendas del cargo y eludir sus responsabilidades.
Resaltamos los títulos, los rangos, el estatus, las conexiones sociales y políticas, todo con el fin de impresionarlos. Pero eso sí: a la hora de asumir los errores, se nos va la memoria y la responsabilidad. Para los holandeses no se trata, simplemente, de saber quién tiene la culpa, sino de que alguien tome los correctivos del caso para que no se vuelvan a repetir las equivocaciones.

PRECISIÓN. La impresión de ellos es que somos ambiguos: hablamos mucho, nos vamos por las ramas, nos gustan las vaguedades, no reconocemos la ignorancia sobre algún tema o la escasez de información, camuflamos con mucha verborrea la realidad de los acuerdos. Esto los desespera porque son directos y van al grano.
Mientras para ellos lo que vale es lo que se dice, así sea con dureza, para nosotros son importantes el tono, el gesto, la mirada, la sutileza (somos amigos del “sí pero no”). Todo esto es motivo de malos entendidos, de interpretaciones erradas, de conceptualizaciones culturales encontradas.

AMABILIDAD. Somos demasiado “amables” en las negociaciones. Esta queja parecería mentira a muchos, pero despierta no sólo desconfianza sino sentimientos muy fuertes en los holandeses. Ellos separan radicalmente los negocios de la amistad y sienten que esta es una manera de soborno, que es un abuso manipular a la contraparte mediante relaciones personales. Hay un uso excesivo de actividades sociales: cocteles, fiestas, paseos.
Los colombianos tratan de ser amigos negociando, creen que son muy importantes las relaciones personales, que es mejor romper el hielo, y que sin acercamientos amistosos las negociaciones no tienen bases firmes. Si el colombiano siente desinterés personal, también perderá interés en el negocio y no le dará alta prioridad a sus “promesas”. Él prefiere hacer negocios con el amigo Pedro y no con la compañía Pedro S.A.

POST-SCRIPTUM. Ahora que vamos a entrar en un proceso de negociaciones para ver si logramos la paz, sería bueno que las partes le echaran una mirada a la obra de Enrique Ogliastri, para que tanto fantoche deje a un lado el exceso de petulancia.
(Cúcuta, septiembre de 2007)


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Breve historia de las computadoras (3):
Historia de Appel Computer

CARLOS HUMBERTO AFRICANO,
profesor Asociado emérito de la UFPS.
kafrica_55@hotmail.com

En la pasada entrega llegué hasta 1975, año que no sólo fue el inicio y desarrollo de los microcomputadores, sino el de su popularización, toda vez que se generó una verdadera explosión industrial y comercial en torno a él. Por todos lados aparecieron empresas fabricantes y comercializadoras de todo tipo de computadoras, software, microprocesadores y periféricos. (Imposible hacer una relación de los eventos que ocurrieron tanto en ese año, como en los siguientes.)
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La historia que quiero contar es la de esa competencia por el mercado de los microcomputadores entre dos gigantes: IBM y APPLE. No es aquel recuento pesado del desarrollo de una empresa, sino el de las anécdotas, las sutilezas que siempre tienen los grandes hechos de la historia. Pero para ello debo remitirme a sus inicios y espero que no resulte un ladrillo.
STEVE WOZNIAK nació en 1950. Era totalmente diferente a los chicos de su edad: era un aficionado a la electrónica. A los 13 años obtuvo un premio científico por construir su propia máquina de sumar y restar, con transistores que le regaló un ingeniero. En 1968, a la temprana edad de 18 años, se dirigió a un colegio en Colorado y finalmente se trasladó a California para estudiar Ingeniería y Ciencias de la Computación en la Universidad de Berkeley.
STEVE PAUL JOBS nació el 24 de febrero de 1955 en Los Altos, California. Fue adoptado por un electricista. De sus padres biológicos se sabe que su padre era egipcio y su madre, americana.
Habiéndose conocido los dos en 1971 por un amigo común, Bill Fernández, llegaron a ser grandes amigos, con una gran atracción por la electrónica en general. Aunque compartían su interés por los computadores, diferían en su forma de ser. Woz (como prefería que lo llamaran) era una persona que llevaba sus ideas a la práctica, en cambio Jobs parecía ver a la electrónica como un medio para llegar a un fin. Wozniak y Jobs no tenían tanta pasión por el colegio, no les resultaba interesante el estilo académico y por ello, Jobs empezó a trabajar en 1974 (a los 19 años) para Atari como programador de videojuegos, donde consiguió el dinero suficiente para embarcarse en un viaje a la India.
De vuelta a California pasa a integrar el elitista grupo de Homebrew Computer Club, al que pertenecía Wozniak, mientras que éste había tomado una licencia en Berkeley para ir a trabajar a Hewlett-Packard, en el diseño de calculadoras. En una exposición de computadores en San Francisco descubrió una pequeña firma fabricante de semiconductores, MOS Technology, que estaba vendiendo microprocesadores a 20 dólares. No era un chip de Intel, pero la 6205, de MOS Technology, era más que suficiente para lo que tenía en mente. Así que en marzo de 1976, en compañía de Steve Jobs, pusieron manos a la obra para fabricar un computador personal rudimentario. A pesar de su aspecto de producto sin terminar, representaba una mejora sobre la Altair, ya que utilizaba menos componentes. De esta manera Woz asombró a sus amigos en el Homebrew Club en una exposición de computadoras que se hizo. En el Museo Smithsonian está este prototipo creado por Wozniak de lo que sería el Apple I. (Las fotos mostradas en Internet son las de un cacharro bien feo. Los que comercializaron tenían mejor aspecto.) Después fue presentado en una feria de informática en la Universidad de Berkeley, donde aún estudiaba, y donde ganó gran popularidad debido a las mejoras introducidas.
Pero, como era de esperar en esta historia, a Woz solamente le gustaba eso: construir máquinas, divertirse con la electrónica. No tenía el espíritu ambicioso de Steve Jobs, quien comprendió intuitivamente el significado de lo que Gordon Moore había dicho una década atrás: que, debido a la miniaturización, los chips se harían más baratos y quedarían necesariamente al alcance de todo el mundo. Entonces vio este “asombro” de otra manera y se formuló este par de preguntas: si un par de aficionados quedaban asombrados, ¿qué podría pasar con el mundo?; y ¿podría tener ese gran mercado para su producto? Pero el mayor problema de Jobs era persuadir a Wozniak de fabricar su computador en grandes cantidades, porque la verdad es que Wozniak era el ingeniero y Jobs, el comerciante.
Pero además se encontró con un inconveniente mayúsculo: Steve Wozniak había firmado un contrato con Hewlett-Packard en el que se estipulaba que, en toda su producción, la primera opción era para aquella empresa; de modo que no le quedó más alternativa que ofrecer su computadora (Apple) a Hewlett-Packard, quien rechaza el producto “por ser no viable”. Steve Jobs, que tenía igual compromiso con Atari, hace lo mismo. Atari también rechaza la propuesta, con argumento similar. De paso, los dos aprovechan para liberarse de tales compromisos.
Corrían los comienzos de 1976, Jobs tenía 21 años y Woz, 26. De qué manera Jobs convenció a Woz y lograron ponerse de acuerdo para fundar “Apple Computer”, depende de cuál versión de la historia acepte usted. Pero ambos empezaron a considerar la idea de comenzar una empresa y entonces Jobs se retiró de Atari y Woz, de HP, resignados a tener que ganarse la vida fabricando y vendiendo computadoras.
Fue así como el 1º de abril, “el día de los tontos” (equivalente en España al “día de los Santos Inocente”), tres personas fundan la empresa Apple Computer, por lo cual los socios bromeaban ese día con que: ¿cómo tres tontos no iban a fundar una empresa “el día de los tontos”? Los socios Steve Jobs y Steve Wozniak aportaron el producto de la venta de sus pertenencias, entre las cuales se contaban sus tesoros: la calculadora científica HP-65, de Wozniak, y el ómnibus Volkswagen, de Jobs. El aporte del tercer socio, Ron Wayne, debió ser 800 dólares pues, dos semanas después, de buenas a primeras temió una ruina financiera y reclamó su participación del 10% en la empresa, por la cual le reembolsaron 800 dólares.
El nombre de “Apple” lo propuso Jobs; unos dicen que como recuerdo de una buena temporada pasada en una granja en Oregon; otros, que por su afición a las manzanas, su fruta favorita. El logotipo original, poco imaginativo, que mostraba a una persona debajo de un manzano, sugiere lo primero.
Tras vender 25 unidades en una tienda de “Do it yourself”, en la que consiguió que se los pagaran al contado, Jobs convirtió el garaje de la casa de sus padres (2066 Crist Drive de Los Altos, California) en la zona de montaje de computadores, y la sala de estar en la zona de embalaje y recepción. El primer pedido fue hecho en agosto por “The Byte Shop”, una tienda de electrónica enfocada a la informática, de Paul Terrell, un participante del Homebrew, que se mostró interesado en el Apple I. Jobs consiguió cerrar un acuerdo de un pedido de 50 Apple I por 500 dólares cada unidad. El problema era que había que hacerlos a mano y que carecían de muchos componentes necesarios, por lo que pidió un crédito a Cramer Electronics, un distribuidor nacional de componentes electrónicos. Estos llamaron a Paul Terrell, quien no creía en la producción de aquellos computadores, pero, fascinado por la tenacidad de Jobs, avaló el crédito. Finalmente, tras pasar unos maratónicos treinta días montando, soldando y probando las placas, la entrega fue finalmente realizada a Terrell.
Las características del Apple I eran limitadas por el poco dinero del que disponían Jobs y Wozniak. A diferencia de otras computadoras para aficionados de esos días que fueron vendidas como kits, el Apple I era un tablero de circuitos completamente ensamblados que contenía cerca de 30 chips. Sin embargo, para hacer una computadora funcional, los usuarios todavía tenían que agregar una carcasa, una fuente de alimentación, un teclado y una pantalla (un televisor), muy alejado de la idea inicial de Terrell a la hora de solicitar los 50 Apple I; es decir, una computadora completa que pudiera venderse tal cual. No obstante, Terrell decidió continuar con el acuerdo y pagar los 500 dólares acordados por unidad. Y ganó en la apuesta, porque se produjeron y se vendieron alrededor de doscientas unidades a 666,66 dólares la unidad y con un éxito tal que no pudieron dar abasto con tanta demanda, compitiendo a brazo partido con otras empresas reconocidas o nacientes que también estaban produciendo y vendiendo computadoras. El Apple I fue descontinuado en marzo de 1977, cuando fue reemplazado por el Apple II.
(El Apple I a veces se acredita como el primer computador personal que se vendía completamente ensamblado, pero el honor legítimo pertenece a otras máquinas, tales como el Datapoint 2200.)
A lo largo de la última mitad de 1976, Wozniak ya estaba preparando una sorpresa: la Apple II, cuyas características principales se resumían en un diseño más elegante y una máquina totalmente ensamblada que apenas pesaba 5,5 kilogramos. El Apple II fue uno de los más populares computadores personales. Venía con un teclado QWERTY integrado, común en los primeros computadores personales, pero no muy común hoy en día. Tenía, sobre el computador, dos unidades de disco flotante originales de Apple y un monitor sobre éstas. Las primeras computadoras Apple II estuvieron a la venta el 5 de junio de 1977, basadas en un microprocesador 6502 de MOS Technology funcionando a 1 MHz, con 4 KB de memoria RAM y 12 KB de memoria ROM, con el lenguaje de programación Integer BASIC y una interface para grabar información en casetes de audio. El precio original al por menor fue 1.298 dólares con 4 KB de memoria RAM y de 2.638 dólares con 48 KB de memoria RAM.
Por ese tiempo Jobs reclutó a Regis McKeena, que en ese momento representaba a Intel y era considerado uno de los agentes publicitarios más famosos del Valle del Silicón (California). Al principio no quiso, pero Jobs siguió insistiendo y logró convencer a Regis, quien respondió con el logotipo de Apple tal como lo conocemos hoy: la manzana con el mordisco incluido y con colores del arco iris.
Don Valentine, un capitalista de riesgo, le fue presentado a Jobs por McKenna y Alcorn, de Atari. Valentine rechazó la oferta de Jobs de invertir en Apple, pero se la trasladó a Mike Markkula. Éste aportó 91 mil dólares a cambio de un tercio de la compañía y, además, escribió los primeros programas para la “Apple II”. La empresa Apple fue registrada en 1977. Se convirtió formalmente en una corporación y se mudó del garaje de Jobs a una pequeña oficina de Cupertino.
A comienzos de 1978 y a un año de haber sido declarada como corporación, Apple ya estaba generando ganancias. La empresa obtuvo más de 2 millones de dólares y Markkula siguió buscando inversionistas. Las ventas se quintuplicaron al año siguiente. Apple apareció en la revista Fortune como una de las 500 empresas más prósperas y, en la misma revista, Jobs fue declarado el millonario más joven entre los primeros 400 millonarios de Estados Unidos. El proyecto que Steve Wozniak había diseñado vendió más de 300.000 unidades hasta fines de 1981 y cinco millones, a lo largo de diecisiete años.
Pero, ¿por qué ocurrió este fenómeno? A medida que la Apple II se hacía conocer, más estudiantes escribían software para ella. Entre 1978 y 1979 existían alrededor de cien programas para la Apple II.
A esto hay que agregarle lo siguiente: un hardware podrá ser de última generación, con el chip más rápido pero, si no tiene programas interesantes (software), el brillo se vuelve opaco. Un ejemplo es el Atari con su consola llamada Jaguar, la primera máquina de 64Bits que hubo en la historia de los video-juegos, que fracasó porque sus juegos no eran originales ni divertidos; de igual manera lo sufrió Sega con su modelo Saturn, una máquina estupenda pero con juegos muy mediocres. (Transcrito de Internet.)
En 1979 aparece el Apple II Plus, que incluyó el lenguaje de programación Applesoft BASIC en ROM, escrito por Microsoft, y que previamente estaba disponible como una mejora.
El crecimiento de la empresa fue tan rápido, que en 1983 la Apple ya facturaba 2.000 millones de dólares y, como dato curioso, Apple II se estuvo vendiendo en el mercado hasta 1993, convirtiéndose en el computador más longevo de la historia.
Hasta ahora todo había sido éxito de una empresa que, nacida de la nada, en sólo 8 años estaba ya en la cima como lo muestran las últimas cifras. Pero, ¿hubo fracasos? Claro que los hubo. ¿Sus productos fueron clonados? Si. ¿Hubo piratería industrial? Si.
Pero hay más preguntas. ¿Por qué cayó, del 80% al 5%, su participación en el mercado? ¿Por qué al final, aparentemente, ganó la partida la competencia? ¿Y la competencia dónde estaba? ¿Y qué era de IBM? ¿Y qué era de Microsoft y de Bill Gates?
Todas estas preguntas y otras más serán respondidas en la próxima entrega.
(Cúcuta, septiembre de 2007)


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Un dictador teósofo y esotérico

RICARDO GARCÍA RAMÍREZ,
profesor Titular emérito de la UFPS.
cardingarcia@hotmail.com

Para el dictador de El Salvador, Maximiliano Hernández Martínez, un genocida y teósofo que profesaba sus creencias esotéricas con fe irreductible, valía más la vida de un insecto que la de un rebelde. Esa pequeña nación centroamericana tiene un tamaño como el del departamento del Tolima.
Para 1932 dicho general gobernaba aquel país densamente poblado, en el cual el 0,3% de la población poseía el 88,6% de la tierra cultivable. La premisa del dictador era que los campesinos y trabajadores no merecían una vida mejor debido a su tendencia a la pereza, a ser botarates y a no ahorrar ni la mínima parte de sus (miserables) ingresos.
Debido a eso, los campesinos se envalentonaron y se lanzaron a una insurrección contra los latifundistas quienes acudieron, como es lógico, al general Hernández quien, ni corto ni perezoso, no tardó en aplicar un correctivo inmediato y eficaz a los insólitos actos de rebeldía de los campesinos contra los “amos y señores naturales de la tierra”.
Los convocó a la plaza pública dizque para hacer un censo fidedigno de “los sin tierra” y otorgarles un perdón oficial. Cuando un domingo estuvieron concentrados, los hizo ametrallar y sepultar en fosas comunes que ya tenía abiertas. Los chulos se encargaron de hacer una faena de limpieza con los que no cupieron en las fosas.
El mundo se enteró de esa masacre, pero a Hernández poco o nada le importó. Los pocos sobrevivientes se escondieron en las copas de los árboles, por lo que él y el ejército salían a divertirse cazándolos como micos. Un corresponsal de Time lo visitó para pedirle una explicación de semejante acto de barbarie, y él le dijo que no entendía el escándalo universal que se había producido por una necesaria operación de orden público. Y agregó estas palabras “inmortales”:
Aquí no ha ocurrido nada grave. Lo que pasa es que usted, igual que mucha gente, no entiende algo que es tan sencillo como incontrovertible: si usted mata una pobre cucaracha, una pulga inofensiva, un pobre piojo cuyo único pecado es producir un poco de rasquiña, o una ladilla indefensa, está cometiendo un crimen imperdonable porque esos infelices animalejos no reencarnan y, por lo tanto, mueren para siempre. Pero si usted sacrifica a un malhechor que está perturbando la paz social, en poco tiempo el finado reencarnará en un hombre pacífico y probo que jamás cometerá en su nueva vida los desmanes y fechorías de su existencia anterior, por lo que usted le habrá hecho un inmenso beneficio. Luego los 30.000 muertos que tuvimos aquí van a ser, en unos pocos años, 30.000 jóvenes sensatos y respetuosos de la ley y de la propiedad ajena y, por lo tanto, el Gobierno no se verá obligado a castigarlos como en sus vidas anteriores.
El corresponsal dio a conocer al mundo esas palabras.
El general abominaba la medicina científica pues sólo creía, y practicaba con fe de carbonero, en una dizque muy original que le había revelado una deidad Indostaní.
En su palacio tenía un laboratorio donde preparaba unos brebajes infernales de diversos colores, a los cuales les atribuía poderes sobrenaturales. Todos esos brebajes los repartía entre sus “súbditos”, quienes los solicitaban en su puerta como si fueran menesterosos. Él los recibía y les recetaba, según sus dolencias, un brebaje u otro que ellos ingerían con avidez, para a los pocos días aparecer muertos en sus camas. El general atribuía esas muertes a que ellos se tomaban sus brebajes sin la fe necesaria para lograr el efecto positivo.
Y los tenía clasificados: los amarillos, contra el vómito negro y el cólico miserere; los blancos, contra el garrotillo y la hidropesía; los rojos, contra la peste gálica; los violetas, contra los dolores; los verdes, contra el tabardillo y los retortijones flatulentos (peos); los grises, contra los hinchones; los azules, contra las cagantinas y las fiebres; los negruzcos, contra la miadera; y los anaranjados, contra la culebrilla.
Una noche, después de una cena en palacio, a su único hijo le cogieron unas punzadas en las tripas y le hizo beber un litro de la pócima amarilla. Inmediatamente entró en coma y a la medianoche la peritonitis lo mató. Arrecha, su esposa, doña Conchita, le acabó el laboratorio a patadas y con una tranca de madera. A su hijo lo metieron al féretro con uniforme de procónsul y le oficiaron funerales de “Héroe Nacional e Hijo Benemérito de la Patria”.
En sus últimos años en el poder sufrió el terror paranoico de que lo iban a envenenar. Así que construyó un péndulo para que, según él, al colocarlo sobre los alimentos oscilara si tenían veneno. Por supuesto, nadie osó envenenarlo.
En mayo de 1944, una huelga general lo hizo renunciar y huir a Honduras, en donde compró unas buenas fincas. Y por allá un día de 1966, mientras pasaba por unos platanales, unos jornaleros que lo asechaban se le abalanzaron y lo hicieron picadillo a machetazos. Su fiel cocinero recogió los pedazos y les dio cristiana sepultura, no sin antes preguntar si habría reencarnado en otro hombre.
Una bruja famosa de la época le dijo que sí había reencarnado, pero no en un hombre sino en un buitre insaciable y condenado a no conocer jamás el reposo de la muerte.
Y con esto pongo fin a esta saga de breves anécdotas sobre esos personajes famosos, pero de ingrata recordación para América Latina.n
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FUENTE: El libro Bestiario Tropical, de Alfredo Iriarte.


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Decálogo del conductor
JOSÉ RICARDO CASTILLO,
profesor Titular emérito de la UFPS.

Los grandes cambios producidos por el avance de la tecnología en nuestro tiempo han generado una revolución en la vida social y en el conocimiento. Por un lado se avanza; pero, por otra parte, esos inventos se usan contra el mismo hombre. El video, en sí, es maravilloso, pero no si se filma en su intimidad a una persona y luego se lo coloca en internet.
Es tan grande el desarrollo que se ha alcanzado, que en el norte de Europa las nuevas generaciones proclamaron que Dios ya no hace falta en esta etapa de la historia, porque se quedó atrasado; se volvió un Dios arcaico. Los logros alcanzados en medicina, genética y comunicaciones, que son sinónimos de comodidad, han cambiado y transformado al hombre, y pareciera que este hombre cómodo y arrogante no necesita de Dios.
Pero, ¿de qué sirve tanto avance si todavía hay hambre, miseria y enfermedad? ¿Para tener placeres momentáneos pero no felicidad? La droga hace feliz por momentos, pero conduce a la destrucción de los valores. Si el recalentamiento de la Tierra prevé un futuro incierto con huracanes, tormentas, inundaciones, contaminación, olas de calor y frío, pueda ser que sí se necesite al creador para mejorar la Tierra. De lo contrario, la arrogancia del hombre será castigada, como ya pasó con el diluvio, con Sodoma y Gomorra, y con la torre de Babel, que no es otra cosa que la confusión causada en la humanidad por tanto adelanto tecnológico.
El hombre ha desarrollado una cultura vana y fatua. Habermas afirma que el hombre actual está herido de muerte y que el consumismo es el modo como el sistema compra la lealtad de los ciudadanos y aliena al explotado trabajador. Herbert Marcuse, filósofo estadounidense y miembro de la Escuela de Frankfurt, censura la sociedad capitalista actual y, en su obra El hombre unidimensional, presenta al hombre contemporáneo como una víctima de los intereses de las fraudulentas democracias modernas, justas y tolerantes en apariencia, pero que alienan a las masas cultural, política y económicamente.
El hombre es un ser integral compuesto de materia, alma, espíritu, inteligencia, emotividad, raciocinio y sentimientos. Es un intermedio entre la bestia y el ángel. Todas las anteriores características, enfocadas hacia el bien, lo convierten en un ángel. ¿Pero será que la cultura permisiva actual lo ha convertido en una bestia o un demonio?
La materia necesita del alimento, que le da energía. El alma es un principio de vida, es la que anima. El espíritu es un pedazo de Dios adherido al hombre y está comunicado con él únicamente por el bien. La inteligencia es una función creadora y transformadora. La emoción es nuestra parte síquica y los sentimientos están integrados a la conciencia. La racionalidad nos permite comunicarnos con la palabra oral y escrita. El hombre ha nacido para ser feliz, si trabaja y se educa hacia el bien. Sin embargo, la cultura consumista permisiva y alienante de hoy le ofrece el placer momentáneo que da la estimulación sensorial a cambio de dinero, pero no la felicidad.
Es mejor estimular el espíritu, la conciencia, la racionalidad, el alma y la inteligencia. El estimulo y la educación conducen a los valores humanos y éstos, a las virtudes, las cuales conducen a la buena calidad de vida. Mientras el vicioso muere víctima de su consumo, en forma prematura, la persona que perfecciona su parte espiritual es sabia, sana, equilibrada y puede llegar a una vejez hermosa. Porque el paraíso empieza en la Tierra y trasciende a la eternidad, como el infierno, que es consecuencia de ser esclavos de una vida pésima.
La parábola de los diez mandamientos del conductor es muy parecida a la de los diez mandamientos de Moisés. Israel era un pueblo esclavo que idolatraba los vicios y la maldad. Los Mandamientos son las leyes de Dios que imponen el orden social, para que el hombre alcance la felicidad más fácilmente. Quien cumple los mandamientos es feliz en cuerpo, alma y espíritu, y alcanza la armonía con Dios. Quien los incumple, no sólo es infeliz, sino que pierde su vida, su alma, su espíritu y ofende al creador.
El Vaticano, con Benedicto XVI a la cabeza, en cierta forma ha escandalizado a los actuales amos de la cultura del placer, del odio, de la ostentación y de la muerte. Al igual que Moisés, El Vaticano lidera la liberación del hombre del siglo XXI, esclavizado por una cultura insensata e inhumana. Con la promulgación de Los Diez Mandamientos del conductor, El Vaticano quiere dar un orden al caos actual, para que el hombre sea sensato y salve su vida y la de sus semejantes.

PRIMER MANDAMIENTO: No matarás.
Estadísticamente, en Colombia mueren más personas en accidentes de carros y motos que en los ataques con cilindro-bombas de la guerrilla, y que en las masacres de los paracos a quienes su santo patrono, San Uribio, les va a convertir los delitos atroces de genocidio y desaparición forzada que cometieron, en delito político. Que la prudencia haga, del invento que comercializó Henry Ford, un vehículo para el progreso y no un tanque de guerra para aplastar peatones y motos y chatarrizar carros.

SEGUNDO MANDAMIENTO: La carretera es instrumento de comunicación y no de daño mortal.
¿Cuántas vidas se pierden por la prisa y la imprudencia? En vez de conducir con odio y agresividad, se debe ser prudente, pacífico y cortés. Que Dios y la prudencia nos lleven y nos traigan sanos.

TERCER MANDAMIENTO: Cortesía, corrección y prudencia ayudan a superar los imprevistos.
Muchos conductores, al ponerse frente al volante, se transforman en patanes y asesinos. Muchos buseteros y tractomuleros creen que los carros pequeños son cucarachas a las cuales hay que aplastar.

CUARTO MANDAMIENTO: Sea caritativo y ayude al necesitado, en especial si es víctima de un accidente.
No seamos indiferentes ante el dolor ajeno. Acuérdese de que en el camino andamos y en él nos vemos.

QUINTO MANDAMIENTO: Que el automóvil no sea expresión de poder y ocasión de pecado.
Hay quienes creen que, cuanto más caro sea su carro, más dinero y poder denotan, y así lo perciben los delincuentes. Por eso los carros caros son los que más roban, y muchas veces sus dueños se hacen matar defendiendo esas costosas latas, por las que se endeudaron hasta los huevos. Y como algunos creen que el carro caro los hace irresistibles, los cacos les cogen la caña y utilizan como “anzuelos” las tetas rellenas de siliconas y embadurnadas de burundanga.

SEXTO MANDAMIENTO: Persuada a los jóvenes, y a quienes ya no lo son, de que no se pongan al volante cuando no estén en condiciones de hacerlo.
El trago, la maracachafa y el afán merman los reflejos, la capacidad visual y de concentración, produciendo accidentes, generalmente con muertes prematuras.

SÉPTIMO MANDAMIENTO: Brinde apoyo a las familias de las víctimas de accidentes.
Si estamos en condiciones de colaborar, en el momento oportuno salvemos vidas y seamos solidarios con quienes han caído en desgracia.

OCTAVO MANDAMIENTO: Reúne a la víctima con su agresor automovilista, para facilitar la experiencia liberalizadora del perdón.
El perdón da paz al espíritu, mientras el odio lo envenena. Por eso Dios nos perdona, sólo si perdonamos.

NOVENO MANDAMIENTO: En la carretera, tutela al más débil.
Nuevamente, caridad hacia el niño, el anciano, el herido, el desprotegido. El mundo no tiene porque seguir siendo ostentoso y egoísta.

DÉCIMO MANDAMIENTO: Siéntase responsable de los demás.
Que el vehículo que conduzca sea instrumento de ayuda y apoyo a los demás, y no motivo de humillación, agresión y odio. Conduzca con amor y prudencia, y nunca te dejes conducir por la vanidad, la ira y el odio.

EPÍLOGO. Hagamos cada uno de sí mismo una persona que domine las pasiones, que no se doblegue ante la carne, la gula, la ira y el poder. Cultivemos una mente sana y un cuerpo dominado por uno mismo, para ser felices en esta vida; pues, en la otra, tendremos castigo o premio por lo que en esta vida hicimos.


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El problema de los peajes
JESÚS ENRIQUE LINDARTE DUARTE,
profesor Asociado emérito de la UFPS.
micropore_45@hotmail.com

“Craneando” sobre la problemática generada por los peajes en la frontera colombo-venezolana, en los sitios de La Parada y El Escobal, con los paros de protesta a lado y lado de la frontera, me puse a calcular (aunque no soy matemático ni ingeniero) cuánto sería el ingreso durante 20 años, en pesos de hoy, por los no menos de 25.000 vehículos de hoy que cruzan diariamente la frontera una sola vez. Porque muchos la cruzan por lo menos 6 veces diarias.
Multipliqué $2.000 (que es el valor del peaje yendo o viniendo) por los 25.000 vehículos. Eso da $50’000.000 diarios. El mes comercial tiene 30 días; multiplicando $50’000.000 por 30, da $1.500’000.000 mensuales. El año tiene 365 días, si no es bisiesto; multiplicando 365 días por los $50’000.000 de ingresos diarios, da $18.250’000.000 anuales. Ahora, si multiplicamos esta cantidad por los 20 años que durará la concesión de los peajes, da la bicoca de $365.000’000.000. ¡Eso es mucha “platica”!, diría Uribito.
Por eso hay quienes andan muy preocupados porque el gobierno venezolano no fuerce al colombiano a desmontarlos. ¿Quiénes? Pues los que aspiran a darle una monumental tarascada a ese ponqué tan suculento: el alcalde de Cúcuta, el ministro de Transporte y el director del estatal Instituto Nacional de Concesiones (INCO). Ahora preguntémonos: ¿a cuánto asciende, en pesos de hoy, el ingreso anual de los concesionarios de los peajes que están regados por todo el país, con tarifas diferenciales? ¡Eso es mucha más “platica”!, diría Uribito, el patrón de aquellos “Hugo, Paco y Luis” (que en las comiquitas eran los herederos de El Tío Rico).
Pero también preguntémonos: de toda esa plata, que es del orden de BILLONES, ¿con qué porción se queda el Estado y con qué los particulares, llamados “concesionarios”? Si el puchote con que se quedan éstos es dizque “para reparar la malla vial”, ¿por qué, no más hablando de Norte de Santander, las carreteras están cada vez en peor estado?
Pero volviendo a nuestro problema, el director del INCO, Álvaro José Soto, no ha podido hacernos “entender la necesidad de instalar este peaje, que es un aporte social” (El Tiempo, agosto 13 de 2007). Sin embargo, el alcalde de Cúcuta, en forma por demás desobligante (“los burros se arrejuntan pa’ rascarse”) le dice desde aquí por prensa y radio al presidente de Venezuela que, como él reparte tanta plata por todos los países suramericanos, si le envía $150.000’000.000 “manda a quitar los peajes” (leído en La Opinión). Los venezolanos, que de tontos no tienen ni un pelo, no van a entrar por el ojo de esa aguja y, como a la fecha, los encuentros que ha mantenido el gobernador de Norte de Santander con los empresarios del transporte de Venezuela no han llegado a ningún acuerdo, la frontera será cerrada o permanecerá cerrada, tal vez por mucho tiempo, por la intransigencia de los personajes que manejan la política financiera de Cocalombia.
Da lástima con la dirigencia cucuteña, que hace “mutis por el foro” (no “mute por el forro”, Carbuco). Por la frontera con Cúcuta van y vienen inmensos cargamentos de los distintos productos procedentes de muchas partes de Cocalombia; y de Venezuela, por supuesto, llegan los petrodólares.
Parece que a Cúcuta le hubiera caído la pava, como decimos los cucutoches. A la fecha de escribir esto, el Cúcuta Deportivo va de capa caída. El río Pamplonita, contaminado por el derrame de 20.000 barriles de petróleo; y el culpable de tal derrame, ECOPETROL, no oye por esa oreja. El tránsito de taxis, buses y microbuses en el centro de Cúcuta, un verdadero caos. No tenemos calles, sino cráteres con calles. Pagamos el más alto impuesto predial de Cocalombia. Los servicios de acueducto (llegue o no llegue agua, y rara es la vez que llega, la factura de cobro llega), de electricidad y de telefonía, cada vez peores. Deforestaron el centro de la ciudad con el cuento chimbo del “Centro comercial más grande a cielo abierto” y cambiaron los frondosos árboles por esbeltas palmeras que no dan sombra; y CORPONOR no se ha hecho presente para hacer respetar las normas.
Los cucuteños, dueños de carros venezolanos, tienen que tributar en Cúcuta y en Venezuela. En Cúcuta, el deprimente peaje del Pase Amigo, el Soat y, si el carro está mal aparcado, téngase porque se lo llevan en presencia del dueño; la mano de huecos en las calles obliga a reparar la suspensión del carro, ganando quienes las venden y, por supuesto, los mecánicos que las instalan. (“Cúcuta Hoyos viuda de Asfalto”, la llamaba el recordado Trompoloco.) En Venezuela, ya sabemos el trato que le brindan al colombiano que tiene carro venezolano; además, tiene que tributar con impuestos y seguro obligatorios.
Pero retomando el hilo de este problema, tenemos que oponernos a que le instalen más alcabalas y más impuestos a esta tierra tan cara a los afectos de los cucuteños, pero tan lejana de la dirigencia que elegimos, llámense senadores, representantes, gobernador, alcalde, diputados, concejales y ediles. (¿Me faltó algún “honorable” cargo dizque de “representación” del pueblo?) Podríamos decir, como punto final: Cúcuta, metrópoli huérfana y caótica.
(Cúcuta, 15 de agosto de 2007)


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¿Por qué tener una amante
o “tiniebla” o guaricha o moza?


RICARDO GARCÍA RAMÍREZ,
profesor Titular emérito de la UFPS.
cardingarcia@hotmail.com

Voy a escribir algunos artículos sobre las amantes, tan odiadas por las mujeres casadas pero tan queridas por los hombres casados. La fuente será el libro Manual para hombres infieles, de un escritor uruguayo llamado Marcelo Puglia (Editorial Vergara).

Resulta que después de muchas disquisiciones filosóficas, teológicas y sobre todo históricas, Edgardo llegó a la contundente conclusión de que: hombre que se respete, debe tener moza.
Sé que a algunos y a muchas no les gustará la incontrovertible, por lo sesuda, conclusión a la que llegó este filósofo del Edgardo después de una “exhaustiva investigación”. Pero es que “la mujer necesita un motivo para ser infiel y el hombre, sólo necesita una mujer”.
Los motivos que pueden llevar al hombre a tener amante son más complejos de lo que parecen. Desde la falta de compatibilidad sexual, hasta la monotonía que puede apoderarse de la pareja en determinada etapa del matrimonio.
Si su mujer lo hace sexualmente feliz y usted busca otra, su necesidad no es para nada sexual sino afectiva, sentimental y, tal vez, simplemente esté buscando una conquista que aumente su auto estima o, acaso, alguien que lo escuche.
Si busca una relación porque sexualmente su casamiento ya no funciona, no se preocupe que no está solo: ese es el motivo que lleva al 90% de los hombres a buscar amante.
¿Quién no conoce casos de hombres y sus amantes, cuyos romances duran años y hasta décadas, y llegan a formar verdaderas familias paralelas? Lo más gracioso es que ellos dicen amar tanto a la esposa como a la amante.
Pero, ¿hay justificativos para que un hombre busque una amante? Teóricamente, no; pero en la práctica, sí.
Si usted se casó y además lo hizo por lo católico, ¿recuerda que le prometió a su esposa fidelidad eterna y que, además, sabía que el divorcio no lo acepta la Iglesia Católica? Pues sí, ¿no? Pero lo que pasa es que nadie sabe cómo es el prójimo en su vida conyugal, en la intimidad con su mujer, aunque de pronto sí dé razón de los agarrones de ella y él.
Teóricamente, la fidelidad es una obligación que en la práctica muy pocos cumplen. Es más: después de conocer algunos casos de infidelidad, de pronto usted concluye que la traición era inevitable. Y la pareja llega a esa situación principalmente por: casamientos arreglados o de conveniencia, uniones sin experiencia sexual previa, incompatibilidad sexual, problemas económicos o profesionales o de carácter y, en otros casos, porque se casó por un embarazo indeseado; o porque el hombre necesita auto afirmarse, aumentar su auto estima, probarse a sí mismo que todavía puede conquistar, que es deseado y, principalmente, para saber si esa traición sexual es culpa suya o de su esposa.
La amante puede aparecer en cualquier momento pero, estadísticamente, surge después de 2 ó 3 años de matrimonio. En esta fase es cuando ocurre el reordenamiento de éste. Si no pueden superar la crisis de los 3 años, el matrimonio sufrirá heridas irreparables. En este período es cuando la mayoría de los hombres buscan moza.
No es raro que el marido ame a su esposa, pese a lo cual la engañe. Familia linda, hijos maravillosos, éxito profesional y económico no son suficientes: ese hombre buscará el placer afuera para hacer con su amante lo que, en la cama, su esposa no acepta hacer.
La falta de diálogo entre la pareja es una de las principales causas de la traición. Veamos un ejemplo muy común: el de la esposa que se niega al sexo oral o anal, por considerarlos aberrantes o inmorales. Un día, él no aguanta más y busca una que sí los haga: a una prostituta o a una amante.
No estoy diciendo que todo marido debe traicionar a su esposa porque no le jale al sexo oral o anal, pero sí que, si la pareja dialogase, y sobre todo discutiese lo relacionado con el sexo, probablemente no habría infidelidad.
El sabor del peligro es una atracción fatal para que el hombre tenga moza, pues muchas personas se excitan con el hecho de hacer algo prohibido y con la posibilidad de ser descubiertos en cualquier momento. Suspenso que no existe en el hogar porque, como el sexo en el matrimonio no tiene carácter de prohibido, pierde el encanto de la aventura.
Después de cierto tiempo de matrimonio, el placer sexual se transforma; para mejor o para peor. Depende de cómo la pareja consiga convivir con el tiempo, la monotonía, los hijos y los problemas económicos y familiares. Pero sólo el amor y el diálogo pueden evitar la separación o la aparición de una amante (o quién sabe si un amante).

¿QUÉ TIPO DE TRAIDOR ES USTED?
Les presentó algunos de los más comunes. Vea con cuál o cuáles se identifica, o lo identifica su amante o su mujer:
EL APROVECHADOR. Disfruta la ocasión, sin control de calidad: desestima la apariencia o inteligencia de “la otra”.
EL ENAMORADO. Ve pasión o seducción donde no existen. Se enamora de todas y muchas veces, eso lo delata.
EL INSATISFECHO. No está feliz en el matrimonio, pero difícilmente se separaría de la mujer. Prefiere traicionar a dialogar. Es, en realidad, un “vivo” o “avivato”.
EL INSEGURO. Cree que perdió el poder de la conquista, por lo que precisa seducir para sentirse vivo.
EL LOCO POR EL SEXO. Necesita sexo para ser feliz y dizque su esposa no le basta. Es capaz de tener varias amantes (¡al mismo tiempo!).
EL CONQUISTADOR. Ejerce compulsivamente el poder de la conquista. Es un maestro en el arte de seducir.n
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FUENTE: El libro Manual para hombres infieles, de Marcelo Puglia (uruguayo). Editorial Vergara.


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La edición Nº 84 de Occidente Universitario queda
prevista para el lunes 29 de octubre del 2007



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